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viernes, 26 de julio de 2013

En Rocha:Semblanza “Por las calles del José Machado” por Oscar Bruno Cedrés







Qué barrio el José Machado de la ciudad de Rocha.
Diez u once manzanas todas en forma irregular son su conformación.
Dos avenidas, Agraciada y Julio J. Martínez y un arroyo, el de Rocha, son sus demarcaciones.
Por las calles del “José Machado”, todo es aroma a fútbol y poesía.
Los duendes del tiempo rondan sobre su histórico Templo del Fútbol: El Tenis, el del primer título del Este, el del famoso Quinquenio, el del histórico del interior de 1954.
La vieja calle Orosmán de los Santos, hoy Hermanos González Longeau, en homenaje y recuerdo a esa fenomenal familia futbolera, es como un almácigo de fútbol, por la misma y sus aledaños es tremenda la cantidad de gente vinculada al popular deporte que vivió y otra hoy aún vive.
Arteria que comienza en la esquina con la avenida Julio J. Martínez y El Tenis, corre en bajada hasta el repechito que termina en la casa de la familia de don Luciano Ernesto Muniz y Maruja Muñoz, la de José, Luis Ernesto y Claudio.
El paseo comienza por lo de Agosto Sosa, aquel poli funcional jugador del Lavalleja de los sesenta, allí pegadito está el “Pelado” Ubaldo Revelez defensor del Atlético Rocha campeón y también de los albi verdes, que mate por medio recuerdan viejos y lindos tiempos ya idos.
A su lado vive el relator deportivo de tantos años y tantos triunfos, el legendario Antonio Sánchez, intercambiando opiniones con el “Pato” Féola hoy venido a director técnico y su hijo el vice campeón del interior 2011, Matías Féola.
Siguiendo por la mismita vereda, y como no queriendo irse, está la “Casilla” del gran “Gallineta” Enrique Silva Rocha, el más grande poeta popular que ha tenido Rocha, por donde deambulan los fantasmas de noches de bohemia y poesía.
En la esquina de González Longeau y Luis Alberto Muñoz, que recuerda al gran capitán de los históricos del interior del 54, está la vivienda natal de una de las familias más importantes del fútbol de Rocha: la de Servando González y Doña María Longeau: los padres del Nino, el Tito, Marito y el Víctor y enfrente el lugar donde naciera y diera sus primeros pasos otro grande del fútbol uruguayo y sudamericano: el “Negro” Tomás Rolán, defensor de Danubio, la selección uruguaya y eterno campeón argentino y de la Libertadores con Independiente de Buenos Aires.
Pegadito la casa natal del “Rata” Muñoz, y cerquita vive aquel gran cinco, aguerrido y ganador: Ramoncito Sosa, campeón local, departamental y del Este con la gloriosa celeste.
Metros más abajo, César Larrea, uno de los grandes jugadores del fútbol local, campeón con la de Lavalleja, la de Palermo y la celeste del combinado, hijo de otro grande, de otro eterno campeón: el “Perera” Washington Larrea.
Llegando a la esquina de la recordada calle “La Tropilla” está otro decidor de las cosas nuestras, Carlitos Acosta, con su peculiar y ocurrente comunicación con el pueblo, es otro referente del barrio.
Para seguir intercambio jugadores, técnicos, periodistas, en la esquina con Monzón, donde comienza el repechito, los González: el “Pelonga”, el viejo y recordado zapatero futbolero y su hijo, el poeta de los humildes y de los Tres Barrios: Richard González.
Allí enfrente vivieron familias típicas del Barrio y del fútbol rochense: los Bentancort: Enrique, el “Colorado” y el “Ojín”, y también los Muniz: Carlos y Juan de Dios.
Por Monzón en poquitos metros tienes aquel recordado delantero de Peñarol y Lavalleja: el “Mono” Larrea hoy con algunos kilos de más, pegadito el eterno gladiador Sergio “Cacho” Bonilla, el rochense que jugara defendiendo al Montevideo Wanderers en el mismísimo Maracaná, el del 50.
Al lado, pegado, dos actuales futbolistas, Ruben “Panza” Techera en recuperación para volver a las canchas y una de las figuras emblemáticas del actual campeón local, el Club Lavalleja: Robertito Pioli.
Enfrente, joven pero ya alejado de las canchas, está el “Pancho” Longeau, apellido con estirpe, viendo como sus hijos ya van por el camino de la emblemática familia:…………….
Y como escondido en el Barrio, en la callecita que da al fondo de la Capilla, está una figura de familia con linaje, con estirpe, Eduardo “Mingo” Longeau.
Jugador de bajo perfil, pero de gran corazón, un triunfador con la tricolor del Escribano Silvera y la celeste del combinado.
Por las calles del “José Machado”, todo es aroma a fútbol y poesía.
Oscar A. Bruno Cedrés
Enero/12

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