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jueves, 11 de julio de 2013

LA REAPARICIÓN DE AMODIO PÉREZ ¿Se le puede creer a un traidor que disfraza lo que hizo?


LA REAPARICIÓN DE AMODIO PÉREZ

¿Se le puede creer a un traidor que disfraza lo que hizo?

La República

Publicado el 11/7/2013 - 4:00
mintio esta vez

Para hoy está anunciada una extensa entrevista a Héctor Amodio Pérez por parte de los colegas de El Observador.
Esta nota no pretende echar sombras sobre el legítimo derecho de dicho medio a entrevistar a quien desee.
Sí tenemos algunas interrogantes sobre la persona entrevistada. Sobre su ética, su credibilidad, su interés en este sorpresivo regreso tras 40 años de silencio.
Inicialmente envió varias misivas a medios de comunicación locales, entre ellos LA REPÚBLICA, que al no poder comprobar su autenticidad, recurriendo incluso a peritos calígrafos, desistieron de publicarlas. En ellas, alguien que decía llamarse Héctor Amodio Pérez -el nombre de un ex tupamaro, que entre 1972 y 1973 colaboró estrechamente con los militares en el desmantelamiento del MLN, y luego desapareció sin dejar rastros- hacía comentarios sobre la historia del MLN, y sus vínculos con el sistema político en aquellos años de la fractura.
En 1972, Amodio no solo reveló datos centrales de la arquitectura de la guerrilla, que contribuyeron a su desmantelamiento, sino que fue pìeza clave en la estrategia para derribar a la democracia, como denunció Wilson Ferreira Aldunate en el Senado, en 1972 (intentó publicar un libro, plagado de información falsa, que servía como excusa para embestir contra el sistema político, como se dijo; fue el único testigo presentado públicamente por la llamada Justicia Militar contra el senador del Frente Amplio Enrique Erro por su supuesto vínculo con el MLN; intervino en operaciones militares, como lo han señalado muchos testigos). El supuesto Amodio, en sus cartas, decía que lo que había hecho era nada más que ordenar los papeles para la represión.
En un informe publicado en Búsqueda el 30 de mayo, un oficial que estuvo en el batallón Florida de Montevideo, donde se encontraba alojado este ex guerrillero, dijo: “Amodio hizo mucho más que ordenar papeles. Es cierto que salía uniformado de soldado a marcar a sus ex compañeros. Ocurrió así en los casos de Julio Marenales, Enrique Rodriguez Larreta y muchos otros”. Amodio estuvo en muchas acciones, pactó su liberación y la de su compañera de ese momento, Alicia Rey, a cambio de estas tareas, y sobre finales de 1973 desapareció. En la propia Justicia Militar no quedaron rastos de su presencia. La versión oficial dada fue que se había “fugado” hacia Brasil, país integrante de aquella geografía militarizada, donde imperaba la doctrina de la seguridad nacional.
En estos 40 años, el país vivió una larga dictadura de 12 años. Reconquistada la democracia en 1985, sus antiguos compañeros del MLN –después de 12 años de cautiverio en muchos casos- se integraron a la vida republicana. El ciclo de la lucha armada había quedado atrás. En 1989, pasaron a formar parte del Frente Amplio. En 1995, llegaron al Parlamento. A partir de 2005, hubo tupamaros ocupando ministerios en el gobierno. En 2010, uno de ellos, José Mujica, se transformó en presidente de la República, y en su gabinete actúan varios dirigentes importantes de pasado guerrillero.
En esas cuatro décadas, nada se supo de Amodio. Incluso se dudaba si estaba vivo. Existían versiones de que había sido visto en Madrid, pero nunca pudo ser localizado en esa enorme ciudad de 5.764.000 habitantes. Hasta que en abril de este año, empezaron a llegar las cartas. El diario El Observador publicó el 23 de mayo esas misivas, y una entrevista telefónica. Ahora se anuncia que ese mismo medio viajó a Madrid y mantuvo a lo largo de varios días (más de 6 horas de diálogo) un encuentro con Amodio, de 76 años, rodeado de especiales medidas de seguridad impuestas por el ex guerrillero. Ese material se presentará en un suplemento especial.
En un adelanto publicado el martes 9, aparece un Amodio que reconoce que “desde octubre de 1972” reside en Madrid. Lo que significa que estuvo 20 meses colaborando con los militares, y después encontró refugio en
España, donde gobernaba el generalísimo Francisco Franco, y el embajador uruguayo hasta 1979 era Jorge Pacheco Areco.  Según su testimonio “(en 1973), lo dejaron en libertad (en Uruguay) a cambio de casi nada”, al conjuntarse “habilidad personal para el engaño (sic), militares amigos de la familia que le debían favores, y el momento histórico que se vivía”. En suma: no hizo nada de lo que lo acusan, no la izquierda o sus propios ex compañeros del MLN, sino el propio sistema político en general.
Surgen entonces muchas interrogantes con respecto a esta persona que traicionó a sus compañeros para salvarse él y su pareja y así lograr que los dejaran salir del país, cosa que nadie más logró. Traición que él no ha aceptado totalmente en todas las cartas ni tampoco pidió perdón por todo el daño que sus delaciones causaron a la organización y a tantos compañeros suyos que sufrieron torturas y años de cárcel para que él pudiera salvarse. Porque no es creible que aquel puñado de militares, que fueron crueles e implacables con hombres, mujeres y niños, lo hayan dejado ir solo por “ordenarle sus papeles”. ¿Por qué creerle a un individuo así en lo que hoy tenga ganas de decir? ¿Por qué creerle a un traidor que no solo no se arrepintió sino que salió a ensuciar la cancha y a echar sombras sobre varios compañeros que sí sufrieron por su culpa? ¿Por qué no salió a pedir mil veces perdón antes de decir cualquier otra cosa? Si antes colaboró con la dictadura para salvar su pellejo, ¿por qué no sospechar que hoy puede estar colaborando con algún plan de ensuciar a varios de los que hoy están en el gobierno? Y aunque solo esté “colaborando” con la necesidad de aliviar su culpa, ¿cuál es el crédito que se le pueden dar a las palabras de un traidor que hasta ahora solo intentó entreverar las cartas para disminuir su atroz conducta?

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