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domingo, 28 de julio de 2013

SEMBLANZA LA ESCUELA Y EL FÚTBOL Por OSCAR BRUNO CEDRÉS

                                 Oscar Bruno Cedrés



Comienzan las clases con la incertidumbre del niño que por primera vez pisa un aula escolar, con la alegría de los que vuelven y se encuentran con los “viejos” amigos del año anterior, con las túnicas blancas varelianas desplegadas al viento cual paloma revoloteando su nido, con las maestras, las que ya estaban antes y las nuevas, las que antes llamábamos nuestra segunda madre, porque la Escuela era nuestro segundo hogar, con el sonar de la campana marcando el inicio de la clase, el tan ansiado recreo y la hora de volver a casa.
Pero la Escuela, uruguaya, laica y gratuita, también esta unida a la mejor historia de nuestro querido fútbol.
Por sus patios corrieron, le pegaron por primera vez a una “guinda”, - de trapo, de cuero o de goma, - sudaron la “túnica”, los futuros cracks de nuestros clubes, de nuestra querida casaca celeste, la mil y una vez ganadora, en el amateurismo o en el profesionalismo.
Quién iba a pensar que de los patios de la vieja Escuela 4, la de Doña Sara, la del místico Barrio Lavalleja iban a surgir aquella gran camada de jugadores luego campeones del Este en el 45, el 50, del quinquenio y del interior del 54.
Quién iba a pensar que de los patios embaldosados u hormigonados de las Escuelas del centro iban también a surgir los futuros cracks de las selecciones uruguayas mundialistas.
Quién iba a pensar que de las Escuelas del recordado Barrio de las Ranas, o de la Amarrilla, también iban a surgir figuras que serían con el devenir del tiempo futuros campeones con la celeste profesional.
Y así vienen a nuestra memoria el gran Nino González y la “vieja” Vilizzio dos de los del 54; o el endiablado Carlos Julio Revelez, alumnos de la Escuela Artigas; Denis Alfredo Milar, el jugador más laureado del fútbol rochense con su rubia melena al aire jugando por los patios de la Escuela Varela; Mariolo Bergara, el campeón sudamericano con la celeste de Uruguay y triunfador como un grande dentro de las canchas y fuera de las mismas en el gran fútbol profesional capitalino; correteando por los patios del viejo Colegio Larrañaga; Alberto Martínez otro de los ganadores en Rocha y el Mundo, por su calidad futbolística y de persona de bien, paseando su estampa primera por los patios de la Escuela Ramírez; Marito López, crack con la del Palermo rochense, la albiroja del River de Montevideo, y la tricolor del Nacional campeón del Mundo, pasando luego al incipiente fútbol oriental japonés, dándole a la redonda traviesa en los patios de la Escuela del Barrio de la Ranas, la 44; al capitán del Quinquenio y de los históricos del 54, Luis Alberto Muñoz, trancando con su pequeño físico, pero con gran fuerza y garra como lo hiciera luego con la celeste en el pecho, en el viejo patio de la Escuela 4, Juan Antonio Lavalleja y también el goleador del torneo uruguayo profesional y campeón del Apertura con la profesional casaca de Rocha, el gran Pedro Cardoso haciendo sus primeros goles en la Escuela 4 en su actual ubicación, entre otros muchos que nos vienen a la memoria pero que en estos que nombramos hoy están todos ellos incluidos, alegres niños de túnicas blancas, grandes crakc con las queridas camisetas de nuestros seleccionados o equipos profesionales.
A la Escuela y sus niños futboleros, nuestra semblanza del día de hoy.

Marzo/2007

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