(Una
de las 10 historias de mediano aliento que integran 130 BISONTES
BRILLANDO EN LA PARED DE LA CAVERNA / relatos y novelas cortas
completas / 1975 – 2013, publicado este año por el Grupo Editor
Conjunto y elmontevideanolaboratoriodeartes. blogspot.com)
para
Albita
Nada
es más triste que festejar con odio.
Jerónimo
Rabí
Porque
el hombre que es trompeta
es
más pior que la babosa
y
es muy fulera la cosa
reculándola
en chancletas.
Tabaré
Etcheverry
1
/ A las diez
Senel
Rabí cruzó jadeando el último piso del sanatorio y demoró en
sobresaltar a la mujer que observaba el gentío de la calle:
-Buenas
noches, señora. ¿Usted es la acompañante de Loreley Rial?
-No
-se descuelga los lentes para ofrecerme una simpatía inarrugable.
-Los acompañantes bajaron hace un rato a festejar. No pueden demorar
mucho.
-¿La
señora Rial está consciente?
-Sí.
Muy sedada, claro.
-Yo
vengo nada más que a traerle un libro, pero me gustaría charlar con
ella.
-Pruebe
-se alisó juvenilmente los alones de la media melena dorada la
mujer. -¿Puedo contarle algo?
-Cómo
no.
-Mi
hijo está agonizando en el cuarto pegado a Loreley. Tiene un tumor
en la cabeza y a veces lo oigo hablar con el ángel de la guarda. Hoy
lo llamó por el nombre y todo. ¿No va a reírse de mí?
-Qué
edad tiene su hijo.
-Veintisiete.
Nació con un retardo pero llegó a escribir poemas preciosos.
El
hombre-muchacho con complexión de garza sonrió celestemente hacia
las explosiones y las consignas provocadas por el triunfo electoral:
-Yo
le traigo un libro de poemas de mi tío a Loreley. Fueron medios
novios en el liceo.
-Ah.
Jerónimo Rabí -junta las manos ella derramando el inconfundible
entusiasmo de las maestras-samurais. -Lore siempre habla de él.
-Y
él siempre hablaba de ella.
-Perdóneme
que lo entretenga un momento más. ¿Usted piensa que allá abajo hay
gente capaz de festejar que un moribundo haya salido del coma y ahora
yo sepa el nombre del ángel de la guarda?
-Claro
que sí, señora. Hay demasiada gente.
2
/ A las once
Senel
Rabí estaba sentado al lado de la cama donde Loreley Rial acababa de
morir y escuchó crecer un llanto en el corredor y caminó hasta la
puerta, pero no se asomó.
-Que
reviente ratoneándose con las ex -chilla una muchacha de voz muy
conocida. -Pero después que no se venga a emborrachar aquí.
-Shhhh.
-¿Sabés
lo que es encontrar dos ex en dos cuadras y comerles la
boca igual que en una orgía? ¿Sabés lo que me gritó el cirujano
grado 5 clon de Brad Pitt en la última borrachera? Que era una
tarada con un culo digno del Hombre Nuevo. Eso sí que le gusta
comer. Lo obligás a elegir entre las obras completas de Lenin y mi
culo y chau PCU. Te juro. Bueno, mientras no engorde.
-Y
yo te juro que si no parás inmediatamente de gritar como una yirita
llamo a la nurse.
-Deben
estar todas festejando.
-Basta,
Lu -le alcanzó otro pañuelo la maestra-samurai a la locutora más
hermosa de la televisión. -Tu suegra tiene visita. Y yo tengo que
darte la mejor noticia del mundo.
-¿Visita
esta noche? Un cura, solamente.
-Es
un sobrino del amigovio que le escribía poemas a Loreley en el
liceo. Le trajo un libro.
-Pobre
Loreley.
-Y
enseguida que ustedes se fueron Alejandro volvió a hablar con el
ángel. Se llama Mickey.
-Quién.
-El
ángel. Y Alejandro le dijo: Dale, Mickey. Llevame.
-Qué
divino.
Entonces
se oyen las zancadas del hijo de Loreley, que ya se embuchó las
copas del sentimentalismo:
-¿Dónde
estabas, boluda? Casi me vuelvo loco buscándote. Mi amor. Mi
caramelo. ¿Por qué llorás así?
3
/ A las diez
Senel
Rabí apagó el televisor y se acercó a la mujer hinchada y pelada
que entreabría una mirada de pez:
-Loreley.
Ella
apenas mueve la boca, pero después que le explico quién soy le
tengo que alcanzar el libro enseguida para que no se desclave el
suero.
-Yo
ya casi no veo -le desapareció el ronquido a la mujer color pus.
-Quería acariciar esto, nomás. Sentate. Mi prima se enteró recién
hoy que estabas en un convento. Yo tomé la comunión pero nunca creí
en nada. Y la única persona que me adoró en el mundo fue tu tío.
No te contó Jerónimo.
-Más
o menos.
-Yo
era una de las más lindas del liceo y él parecía el flaco Cleanto
pero con ortodoncia y unos granos horribles. Pobrecito. Hasta que la
misma prima que te llamó hoy me contó que se pasaba escribiéndome
poemas. Y un día que se jugaba un campeonato de rummy interliceal en
Solymar nos eligieron como pareja del 10 y llegamos a la final.
Perdimos por 3 puntos, pero nadie se dio cuenta que jugamos los tres
alargues con las piernas agarradas por abajo de la mesa.
-Eso
no lo sabía.
-Y
después él empezó a acompañarme a la salida y un día que
organizamos un baile para ir a Porto Alegre se tomó como veinte
chopitos y terminó gritando que era capaz de besar toda la vereda
para que en un solo viaje al liceo se me pasara el dolor que sentía
por la muerte de mi abuela y cuando me llamó al otro día para pedir
disculpas yo le dije que iba a encontrar muchas mujeres que lo
quisieran.
Entonces
Loreley larga una especie de tos-eructo y sigue hablando un momento
sin sonido y pierde completamente el resplandor, aunque cuando amago
a levantarme ronca:
-Me
falta Porto Alegre.
4
/ A las once
Senel
Rabí se asomó al corredor y la muchacha lo vio, pero en ese momento
el hijo de Loreley apoyó la cabeza en la ventana para contarle a la
maestra-samurai:
-El
primero de mayo de 1975 mi viejo me llevó a jugar baby-fútbol a la
iglesia de Rossell y Rius. Yo me levanté tempranísimo y lo encontré
leyendo a Lenin en la cocina y me acuerdo que me explicó la teoría
del reflejo. Materialismo y empiriocriticismo. Después mi
madre hizo una escena espantosa pidiendo que no se metiera en nada y
mientras estábamos jugando se armó una manifestación relámpago en
el ombú de Anador y llegué a ver justo cuando los milicos se
llevaban a mi viejo, cagándolo a palazos. Traé el Johnnie, Lu.
La
chiquilina no le hace caso y yo todavía no puedo creer que sea la
conductora de Rock & ratones que me excita en el convento.
-Esa
vez lo soltaron -entornó un odio encandilado el médico. -Y a los
quince días volvieron a llevárselo y nunca más. Yo tenía doce
años. Y mi vieja hizo todo lo que pudo con las otras familias de los
desaparecidos pero nunca entendió que mi viejo había caído por
la revolución. Y un día empezó a reírse a toda hora.
Una risita como de porro. Linda y boba. Hasta que la primera vez que
traje un compañero de facultad a casa nos ofreció una grapita
después de comer. ¿Y el Johnnie, Lu?
-Tranquilo,
Andrés -le acaricia un hombro mientras me relojea
relampagueantemente la maestra. -Acá no es el lugar.
-No
me jodas, Sofía. Hoy tengo que mamarme hasta ver a Lenin sentado en
la cocina con mi viejo, explicándole al mundo que la verdad es esto:
el pueblo unido en la calle y corran perros hijos de puta. Los
torturadores y el alcahuetaje deben estar más cagados que los
Romanov. Pero en esta Nochebuena se come caca, macho. Uh: el mensaje
presidencial. Vamos a ver la tele, mi amor. Vení, Sofía. Esto es
como tu pueblo zafando del faraón. Hoy los uruguayos somos todos los
pueblos extirpando el tumor del imperio y el peluconerío oficial que
se arrodilla a lambetearle las botas a Bush.
El
médico galán cuarentón y ya con barriga de whisky despegó la
cabeza del vidrio justo cuando Senel se le acercaba.
5
/ A las diez
Senel
Rabí esperó a que la mujer se siguiera destrancando como una
computadora esmerilada y mugiente. Y después que me aprieto el
tercer ojo para que me invadan los Avemarías y los Padrenuestros
ella vuelve a emerger:
-Nadie
más me adoró. Demoré cuatro años en enterarme que mi marido
mantenía a otra mujer y otro hijo desde un año antes que se lo
llevaran. Y allí empecé a tomar. Grapa pura. Nunca estaba borracha
del todo. Y cuando me di cuenta que Andrés se iba volviendo
alcohólico conmigo no me importó. Es pecado.
-Lo
qué.
-Ayudar
a que la gente que uno adora se haga mierda con uno.
-Si
hay amor no hay pecado que nos mate, Loreley.
-Al
final tomábamos grapitas a toda hora. Y yo sentía que Dios se nos
ponía adelante y teníamos que agarrarlo y no teníamos brazos.
-Nadie
puede pudrirle el alma a nadie.
-Pero
mi hijo me odia. Desde que me interné me viene echando en cara que
hoy no iba a poder votar y que sin la mayoría absoluta no podíamos
cambiar este infierno. ¿Cómo se llama el libro de Jerónimo?
-Todo
ángel es terrible.
-Y
eso por qué.
-Porque
el ángel nos ayuda siempre que seamos santos.
La
mujer escarbó para sacar una pañoleta estrellada de abajo de la
sábana:
-Me
la trajo de Moscú. Yo a mi marido todavía lo quiero. Qué es ser
santo.
-Ser
como Dios.
-Hay
gente santa.
-Muchísima
gente. Aunque ni ellos mismos lo sepan. Y la única manera de cambiar
este infierno es llevar puesto el pedacito de paraíso que nos tocó,
igual que una pañoleta.
Ella
casi sonríe:
-No
me la ponés.
6
/ A las once
Senel
Rabí no tuvo tiempo de hablar con el médico, que corrió hasta el
cuarto de su madre y prendió el televisor cuando el Presidente
recién electo saludaba desde el balcón:
-Festejen,
uruguayos. Festejen.
Entonces
Lu y Sofía se acercan a la mirada entreabierta de Loreley y parecen
espejar una pañoleta cósmica.
-Eso
mismo -desenvolvió una botella de Red Label el cirujano idéntico a
Brad Pitt. -Y se acabó la diversión de los hijos de puta. Mi viejo
cayó peleando por este pueblo y si no pudiste entenderlo fue porque
habrás nacido para Miss Punta del Este y chau.
-Loreley
ya se fue, Andrés -se arrima la maestra a la pantallita donde se
entreveran bamboleantemente estandartes, tamboriles y disfraces de
Halloween.
El
perfil del hombre retrocedió a la infancia durante una perforación
de luciérnaga y emergió encapuchado por el alivio:
-Cuándo.
-Hace
un rato -señalo el cuerpo de garza todavía clavado al suero.
-Y
usted quién es.
-Yo
estoy en San José de la Montaña. Y esta tarde me llamaron para
averiguar si tenía un libro de poemas casi imposible de conseguir.
El
otro rompió el tapón rojo.
-No
tomes ahora, amor -trata de abrazarlo la locutora-infanta.
-Justo
hoy -le sacó el volumen a la televisión y buscó un vaso el hombre
descalabrado. -El surrealismo es esto, Sofía. No me vengas con
ángeles.
-No
tomes ahora, Andrés -se pone autoritaria la judía-samurai.
-¿Entonces
usted es cura? -resopló el médico.
-Sacerdote
carmelita descalzo.
-¿Y
por qué le puso la pañoleta? ¿Qué es esto? ¿La Edad Media?
Y
no tengo más remedio que señalar el resplandor del corso:
-La
barbarie de la Edad Media la va a encontrar allí. Aunque también
debe haber muchísima gente festejando sin odio.
7
/ A las diez
Senel
Rabí explicó:
-Mi
tío Jerónimo nunca se curó del alcoholismo compulsivo. Pero
terminó dando la vida por amor. Compulsivo.
-Le
fue bien con las mujeres.
-Bueno,
un místico enfermo es bravo de entender.
-Me
acuerdo que en Porto Alegre salíamos a caminar y él me ponía el
brazo en la cintura para cruzar cada calle y yo no protestaba. No me
quería arreglar con él y las chiquilinas se reían, pero nunca le
saqué el brazo. Hasta que le vino un cólico tan espantoso que se
escuchaban los gritos por todo el hotel Vitoria y casi lo internan. Y
después de pasarse un día tomando nada más que agua hervida me
escribió un poema con título en inglés y se me declaró.
Loreley
rompe una burbuja dorada con la lengua:
-El
título del poema era I’m sorry. Por la canción de Brenda
Lee. Yo le pedí la noche para pensarlo y en el desayuno le contesté
que sí. Estuvimos nada más que tres días arreglados, porque al
llegar a Montevideo me llamaba cada media hora y cuando vino a casa
lo acompañé a tomar el ómnibus a la placita Fabini y le expliqué
que había sido piedad.
-Eso
me lo contó -sonrió Senel. -Decía que se pasó llorando una semana
pero que con el tiempo miraba a los demás muchachos y pensaba cómo
podían vivir sin haber estado arreglados con Loreley Rial.
-Yo
también lloré mucho.
Y
mientras tengo que engarfiarla para que no se arranque el suero se me
desboca el corazón de la cosa:
-Jerónimo
decía que cuando el ómnibus salió de Porto Alegre usted le agarró
la mano durante un rato largo y él se sintió en el cielo.
-Es
verdad. Yo ahí me sentía una novia de verdad -implosionó
voladoramente la mujer y el cura la soltó y se quedó contemplando
la fluorescencia que ya no se moría.
8
/ A las once
Senel
Rabí aclaró:
-Hay
barbarie escatológica y barbarie ilustrada. En todos los partidos.
Pero la infamia más sucia es empujar a la gente a festejar mentiras.
-Y
en la iglesia qué hay.
-Está
el Espíritu Santo, el Hombre Nuevo y Satanás. Lo mismo que en
cualquier pueblo.
El
hombre sigue sin soltar la botella y pido permiso para llevarme el
único ejemplar de Todo ángel es terrible que nos queda en la
familia.
-¿No
está divina? -tuvo que abrirle dedo por dedo la maestra a Loreley
Rial.
Entonces
no me aguanto y desato la pañoleta para entregársela a la locutora:
-Esto
te va a ayudar.
La
muchacha se peinó y miró al médico, que estaba sacando hielo de un
termo.
-Ahora
tenemos todo -entorna el desasosiego hacia el balcón donde empiezan
a aparecer los líderes sectoriales. -¿Viste, viejo?
-Y
para qué le hablás a tu viejo si creés en la nada
-taconeó la maestra desenvainando un índice violeta. -A lo mejor si
no te emborrachás le liberás el alma y puede irse de aquí.
-Liberarla
de qué.
-Del
odio -me apuro a darle la mano.
-¿Está
motorizado, padre?
-Sí.
Muchísimas gracias.
-¿No
se llevaría la botella? -el médico sondeó asqueadamente la
felicidad del cadáver. -Por favor.
-Lo
único que hay que hacer es taparla y festejar tranquilo -le doy un
beso a Sofía y Lu me acompaña hasta el ascensor y nos despedimos
casi deseándonos.
-No
sé ni cómo te llamás.
-Senel.
-Yo
ayer recé por Lore.
Después
el hombre-muchacho recogió la bicicleta de la administración y
atravesó el gentío chiflando sin parar hasta Carrasco.
La primera historia me mató, me gustaron tus historias, las sentí mucho más rápidas, más directas...gracias por compartir tu trabajo amigo Hugo Giovanetti Viola. ;)
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