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martes, 27 de agosto de 2013

LA BARRA. “EL JUNQUITO” DE LOS CORREA. Por Julio Dornel.




                                Escritor y periodista Julio Dornel
Hombre que supo tener campos frente al atlántico, don Astrogildo Correa, propietario del Establecimiento “La Cuchilla” a pocos metros de la línea divisoria que nos separa de Río Grande del Sur y arrendatario además de varias hectáreas hasta llegar a la zona del camino real. El truco organizado por los jubilados de la Barra, fue un excelente pretexto para estirar la tarde con Weimar, veterano integrante del clan de los Correa, tradicional familia del norte rochense. “Mi padre (Odorico Correa) nacido en 1894, recorría los campos con sus hermanos menores cuando al llegar a la cima de un médano divisan a unas 20 personas entre ingleses y uruguayos que ante requerimiento de mi padre manifestaron su interés en construir casillas y afincarse en la zona y habilitar una oficina para los cables submarinos. De esta manera se pondría fin a los chasques a caballo que culminaban en Río Grande. Corresponde señalar que fueron en busca de materiales y personal especializado demorando 30 años en regresar. Una vez habilitada la oficina se fueron turnando los telegrafistas correspondiéndole a un tal Cardoso la inauguración oficial y continuando luego con José Machado y Eduardo Venturini que se casa finalmente con una hermana de mi padre. En 1915 mi madre tenía 15 años y estando en La Barra en pleno verano se le ocurre hacer una reunión bailable las que por lo general eran motivadas por las yerras de ganado, en las trillas de trigo o en algún aniversario familiar. La música estaba a cargo de un moreno y su acordeón traído en sulky de Santa Vitoria, el sábado por la tarde y regresado el domingo por la mañana”. Entre recuerdos que van aflorando, Weimar se detiene en la figura inconfundible de Horacio Laborda que “siendo jugador de San Vicente, atendía la oficina telegráfica de La Barra hasta las 12.30 y luego se venía a pie a Chuy, jugaba el partido de fútbol y regresaba corriendo, cruzando a nado por las “barritas” para llegar en hora a la oficina telegráfica. Retrocediendo un poco (1912), mi abuelo materno, Perfirio Acosta compra todo el campo que va desde el arroyo Chuy hasta la calle principal , lo fracciona en solares dando comienzo al verdadero despegue del incipiente balneario. Mi abuelo regala un solar a cada hija, tocándole a mi madre el que todavía tenemos y cuyo rancho bautizado como El Junquito de los Correa, donde mis padres mantuvieron durante muchos años el primer “comercio de ramos generales” que tuvo La Barra. Con el paso de los años fueron surgiendo nuevos comercios y centros nocturnos, entre los que recordamos a Pedro Vero, Nicomedes Gómez, El Pescador, Rancho de la Alegría, Hotel De León, La Taberna, Cactus, Saveiro, La Cárcel, La Choza, Tatanka, Cacatúa y Laberinto entre muchos otros”.

En la nota gráfica 242 años, se dan cita en EL JUNQUITO DE LOS CORREA; Roberto Rodríguez, Weimar Correa y Andreonio Vidal.

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