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viernes, 30 de agosto de 2013

Triple crimen de Rivera : La cuñada asesinó al niño de 3 años porque los sicarios se negaron a hacerlo


La ambición la convirtió en asesina

Dos sicarios y una cuñada ganada por el odio hicieron revelaciones que dejaron sin aliento a los habitantes de Rivera. El desenlace del triple asesinato reservó varias sorpresas. Quizá la peor fue que el homicidio del niño fue cometido por su tía.
El mayor de los sicarios muestra cómo se movieron en la escena del hecho. Foto: F.Fernández.
Rivera | Freddy Fernández
"Te voy a matar porque vas a ser otro hijo de puta como tu padre", dijo la mujer mientras asfixiaba con una almohada al pequeño de 3 años. Los tres sicarios que la cuñada de Fernando Gau (38) y su esposa Zully Aguirre (36) había contratado por $ 45.000 para consumar el "trabajo" se habían negado a matar al niño.
El juez Marcos Seijas realizó la reconstrucción del triple crimen ayer de mañana, luego de interrogar a una decena de detenidos. Para entonces las revelaciones del caso habían corrido de una punta a otra de la ciudad. Los vecinos se agolparon frente a las vallas de seguridad para expresar su indignación. Los propios abogados defensores del hermano de Gau y la esposa de este, a la postre la "cerebro" de la horrenda trama criminal y ella misma homicida, se mostraron perplejos por el giro que dio el caso ante sus propios ojos. Solo unos días antes, en diálogo con El País, habían señalado la convicción de que sus defendidos habían sido injustamente tratados por la indagatoria en curso.
Los familiares de la pareja de docentes asesinados habían sido los primeros indagados como principales sospechosos del triple homicidio. Sin embargo, el juez no consiguió reunir pruebas suficientes por lo que hubo de liberarlos pocas horas después.
El trabajo del equipo de la Dirección de Investigaciones de Rivera fue clave para desentrañar este caso. Aunque parco, el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, así lo dejó entrever en breves declaraciones. "La labor policial la califico como muy buena. No voy a hacer más comentarios porque todavía está en etapa judicial", dijo Bonomi.
Al finalizar la extensa y crispada audiencia el juez dictó el procesamiento de la mujer, identificada por sus iniciales como P.F.B., del sicario mayor de edad y de un menor de edad que participó activamente. Otro adolescente fue internado por complicidad. El resto de los detenidos fue liberado.
Al concluir las actuaciones el propio juez Marcos Seijas despejó cualquier duda acerca del móvil del triple crimen: "Fue el hurto de dinero que pudieran tener los docentes y heredar la casa", explicó.
Las sospechas de los investigadores policiales, que apuntaron desde el principio al entorno familiar, se vieron confirmadas en los últimos días. Llegar a los dos hombres que actuaron como sicarios fue clave. No solo confesaron sino que, superados por la frialdad y ferocidad de la mujer que los contrató, relataron su activa participación en los hechos y lo que dijo.

La ejecución.

La herencia de la familia Gau se había convertido en una enfermiza obsesión para P.F.B. A espaldas de su esposo, el hermano de Fernando Gau, la mujer tramó la ejecución de toda la familia.
"Paolita, tendrás que limpiar la casa, pero la herencia es tuya", se dijo en voz alta la mujer luego de consumar los tres crímenes y subir a la camioneta con sus cómplices.
La reconstrucción evidenció cómo actuó cada uno ese día.
Las tres víctimas fueron ultimadas el mismo día, contrariamente a lo que se creyó en un primer momento. El crimen fue descubierto en la noche del domingo 11 de agosto pasado, unas 24 horas después de consumadas las ejecuciones.
P.F.B. entró a la casa en la que vivía su cuñado Fernando Gau y su esposa Zully Aguirre, junto al pequeño hijo de ambos, Inti. Lo hizo junto a los individuos a los que había prometido una abultada recompensa -luego se supo que fueron $ 45.000, más el dinero entregado a otro adolescente, unos $ 15.000, que fue dejado de lado por ser "muy chico"- y juntos consumaron las muertes. Cada uno tuvo roles bien determinados: el menor de los sicarios sujetó a las dos víctimas, mientras el mayor les aplicaba las puñaladas mortales. Sin embargo, los asesinos "por contrato" se negaron a ultimar al pequeño Inti. Lo hizo la mujer valiéndose de una almohada para asfixiarlo, al grito de "¡hijo de puta, te voy a matar porque vas a ser otro hijo de puta como tu padre!".
En el curso de la investigación se logró establecer que la mujer también asestó algunas puñaladas a Zully Aguirre, cuya muerte fue provocada por el mayor de los sicarios.
Consumados los tres homicidios la mujer se dedicó a borrar los rastros que pudieran revelar sus identidades. Esto luego dificultó terriblemente la tarea de los peritos de Policía Técnica que viajaron desde la capital para investigar la escena del crimen.
P.F.B. había planificado tan minuciosamente la ejecución que había proporcionado dos pares de guantes de látex a los sicarios. Consumado el crimen, la mujer salió del brazo del mayor de los homicidas, fingiendo ser una pareja que visitó al matrimonio Gau Aguirre.
En la cartera llevaba los cuchillos envueltos en una toalla, así como los celulares que habían utilizado para comunicarse. Dejó a sus cómplices en los alrededores del hospital y regresó a su casa como si nada hubiera pasado.

La investigación.

El martes 13 de agosto por la tarde P.F.B. y su esposo, el hermano de Fernando Gau, quedaron libres. El juez Seijas no había encontrado pruebas en su contra. No obstante ello los detectives de la Dirección de Investigaciones riverense tenían la fuerte convicción de que allí se encontraba uno de los culpables.
La dificultad para recoger indicios de la escena del crimen complicó durante días el curso de la investigación. Los laboratorios de Policía Técnica hicieron exámenes de ADN a fluidos y restos orgánicos recogidos en el lugar. Pero estos no llevaban a ninguna parte.
Un hecho fortuito terminó por precipitar todo. Como se supo más tarde, uno de los sicarios había comprado una moto con las ganancias, que poco después canjeó por otra de mayor cilindrada.
El lunes 26 de agosto funcionarios de la Inspección General de la Intendencia y de la Policía de Tránsito detuvieron a dos jóvenes que corrían picadas en motos en los alrededores del Liceo N° 3. Al ser interrogados en la dependencia policial uno de los jóvenes "se quebró" y comenzó a hablar. Dijo que el remordimiento no lo dejaba dormir y que había pensado varias veces en entregarse.
Pero previo a esta detención, otra joven aportó información que puso en la pista de los sicarios a los investigadores. Esta joven contó que el sábado 10 de agosto, apenas unas horas antes de que se descubrieran los hechos, vio a P.F.B. discutiendo con dos jóvenes frente a su casa. La testigo dijo que al principio creyó que los jóvenes que se desplazaban en una moto querían agredir a la mujer, a la que apreciaba "asustada y nerviosa". Unos días después, cuando la noticia del triple crimen sacudió a la ciudad, la testigo comenzó a atar cabos y advirtió que aquello que había visto podría ser clave en el caso. Fue así que llamó a la Policía y relató lo que vio. La testigo reconoció plenamente a P.F.B. Esto precipitó la detención de 19 personas. (Producción: Renzo Rossello)

El auto de procesamiento

El juez Marcos Seijas le tipificó a la autora intelectual y material del triple crimen "tres delitos de homicidio especial y especialmente agravado, en reiteración real y en calidad de autora". Las circunstancias agravantes consideradas son "por el precio o promesa remuneratoria". En tanto para el mayor de los sicarios, F.G.P., tipificó dos delitos de homicidio especialmente agravados por la premeditación y especialmente agravados por la promesa de remuneración. Por último, para el adolescente R.D.D.L.S. dictó el inicio de un proceso infraccional por la presunta comisión de dos infracciones gravísimas a la ley penal. El segundo adolescente -que no participó directamente del triple homicidio- se le inició similar procedimiento en calidad de cómplice. Ambos quedaron internados con medidas de seguridad.

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