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viernes, 16 de agosto de 2013

UN VIAJE POR LA HISTORIA. Por Julio Dornel.




                                  Escritor y periodista Julio Dornel





Promediaba el siglo pasado cuando comenzaron a surgir los primeros comercios de ramos generales que fueron sin ninguna duda los precursores de la verdadera integración regional en materia comercial. Si retrocedemos 60/70 años nos encontramos con el intercambio binacional, que con el nombre de Mercosur pretende hoy tender puentes entre ambos países o por lo menos entre ambos municipios. Sobran los documentos donde nos encontramos con Casa Fernández, Caticha, Calabuig y Silveira Hermanos del lado uruguayo y Santa Helena, Estrella, Samuel, Elvira Rotta y Petruzzi del lado brasileño. También ejercían su influencia algunos comercios de Santa Vitoria do Palmar entre los que podemos mencionar a Pedro Granero, Anselmi y Cía., Pedro Rotta y Patela Hermanos. Por lo general estos comercios mantenían sus almacenes de “secos e mollados, algún galpón donde eran enfardados los frutos del país (cueros y lana) y un gran depósito de materiales de construcción. El escritor y periodista Mario Anselmi señalaba en una oportunidad que la matriz del comercio familiar estaba el Río Grande (1935) siendo dirigida por Otto Anselmi y sus hermanos, mientras que la filial de Santa Vitoria era administrada por José Anselmi Sobrino, auxiliado en esta tarea por Humberto Amadeo Russomano, mi padre. Por esos años la firma disponía de un camión Chebrolet de cuatro cilindros del año 1928, conducido por Ze Correia y destinado al abastecimiento de los pequeños comercios de la zona sub urbana de la ciudad. Como tampoco existían caminos o ruta confortables los viajes hasta Río Grande se realizaban por la costa atlántica. Las dificultades que presentaba la costa determinaba varias horas de viaje, donde los más precavidos se abastecían de sándwiches, carne asada, leche condensada y algunas galletas de campaña. Al margen del tiempo normal del viaje que siempre superaba las 8 horas, existía la posibilidad de tener que permanecer varios días en el faro del Albardón cuando el mar crecía demasiado.

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