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viernes, 24 de enero de 2014

Cebollatí Por Julio Dornel




                                                   Escritor y periodista Julio Dornel




       Cebollatí Año 1956. Las Reinas de Primavera Yolanda y Ruth Barrios junto a los vecinos Oscar Vidal, Manuel Sahaban, Juan Gómez, Gustavo Weis, Arturo Barrios, Daniel Ferreira y Emeterio "Chico" Sorozabal.


Sobre la margen derecha del río, en tierras que pertenecían a Lucas Techera se fueron levantando los primeros ranchos de la pequeña aldea. Fueron sus propietarios entre otros; Salustino Cristaldo, Remigio Odella, Clotilde Mansilla, José Olivera, Joaquín Correa, Juan Méndez, Francisco Larrosa, Julio Segovia, Felipe Ferreira, Pascual Rodas, Ítalo Rodríguez y Juan Tapia.
No se imaginaba el poeta Rondan Martínez, que el paso de los años marcaría el final de los taiperos que en la década del 50 le dieron el material necesario para escribir uno de los temas más conocidos del repertorio de Alfredo Zitarrosa.
La pequeña aldea que recogiera del guaraní el “río de las cebollas”, nos muestra con orgullo el esfuerzo de sus hijos para transformar los métodos arcaicos del taipero por la tecnología que lentamente los fue desplazando de las arroceras.
Las primeras plantaciones fueron dividendo las estancias cimarronas, y en un gesto “casi amistoso” llegaron hasta la planta urbana del centro poblado. Para redactar estos borradores sobre los primeros adelantados del arroz, debemos volver una vez más al testimonio de los primeros vecinos.

En reportaje realizado a don Arturo Barrios en el año 1958, para el semanario AMANECER, le señalaba que entre los primeros plantadores de arroz en la década del 30 se encontraba un francés de apellido Laulhe que lo hacía en las proximidades de la Laguna Merin. Si bien estas experiencias no dieron los resultados esperados, debido fundamentalmente a las intensas lluvias que azotaban la zona durante la cosecha, nuevos productores se fueron afincando en la zona con suerte variada aprovechando las aguas del Cebollatí y de la Laguna Merín. Otro de los adelantados fue el brasileño Juan Hemrich procedente de Río Grande del Sur, siendo el primero en utilizar botes, y balsas improvisadas para transportar el arroz hasta el departamento de Treinta y Tres. En 1950 comienzan a llegar los argentinos Hugo Stunz y los hermanos Murdoch. Pasan los años y las nuevas generaciones van agregando otros nombres a la industria arrocera; Jaime Serralta, Anibal Saglia, Hispano Gómez, Alido Moreno, Melton Lewuis, Washington Laulhe y Juan Gómez Días. Para finalizar estas evocaciones les ofrecemos un poema del maestro Alexander Cardoso, dedicado a uno de los personajes más representativos y queridos de Cebollatí: “TOTÓ”

Gurí viejo

Rompe la llanura un trueno seco
llega la función al viejo pueblo
amplifica el aire su discurso
publicita al viento un nuevo evento.

Parte del paisaje su garganta
llena de colores el recreo
trae algarabía con su paso
como un gran flautista "Gurí viejo"

Viene el "Totó" como luz sonora
dulce melodía y río eterno
baile de centellas y alegría
contra la rutina del taipero.

Hoy nos encontramos en el circo!
y no falte al cine que lo espero!
Hoy actúa el más grande "Moreira"!
Hoy protagonista el Gurí Viejo.

Se pinta la cara en el teatro
se sube el telón para lo incierto
figura estelar en cada esquina
ruge el corazón a grito abierto.

Llega un eco eterno con el viento
retumba el anuncio desde el cielo
de noches de estreno interminables
y se llena el pueblo de recuerdos.

Letra: Maestro Alexander Cardoso

1 comentario:

  1. Paaaaa! recuerdo a El Toto con su corneta de lata, los días de cine en el Club Social, en la tarde salia por todo el pueblo anunciando el evento y aún recuerdo diciendo: ¨ATENCIÓN, ATENCIÓN, ESTA NOCHE GRAN FUNCION....................................., como se lamentaba el Pueblo cuando había creciente y Emir no podía pasar el Cebollatí por La Quemada. Recuerdo que en mi Barrio (a la entrada del Pueblo, pegado a lo del Negro Alipio) toda la gurizada haciamos de todo para tener las monedas de la entrada al cine, desde vender botellas, hasta limpiar los galpones de Serralta, donde el Gringo Bazzo nos ayudaba a barrer el arroz sucio del piso y lo vendíamos a los vecinos para las gallinas.


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