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miércoles, 22 de enero de 2014

“Con los años la intimidad se irá achicando cada vez más”

ENTREVISTA AL PSICÓLOGO ROBERTO BALAGUER


Exhibicionismo, voyeurismo, narcisismo, morbo y hasta malicia están presentes en la difusión de videos sexuales en las redes


¿Cómo explica el aumento de videos sexuales que se difunden en redes sociales?
Veo que los gurises no tienen mucha noción del alcance a largo plazo que tienen estas cosas. En el momento ven la posibilidad de documentar algo pero no piensan en todas las problemáticas que puede acarrear eso, tanto para ellos mismos si son identificados como los que lo suben a las redes, como el daño que hacen al otro. Lo ven como un mundo paralelo. Tienen consciencia de que eso puede llegar a viralizarse, pero lo siguen viendo como una broma. Hay cierta disociación entre la realidad y las redes sociales. Buscan que ese material que suben tenga repercusión porque les da estatus: pasan a ser actores con “material interesante”. Eso impulsa muchas veces el primer movimiento y deja en segundo plano las consecuencias que puede traer. También se guían por la gracia o la broma, y quedan atrapados en ese instante sin pensar en la serie de instantes que siguen. Están muy al momento. Cuando pasa y les cae la ficha se quieren matar. Te dicen que jamás pensaron que iba a pensar eso.

Hay muchos actores implicados: el que filma, el que comparte, el que agrega el perfil de Facebook para identificar a la persona…
Sí, solo el hecho de documentarlo te habla de algo. ¿Para qué filmás? Para que otro lo vea. Uno puede sentirlo como muestra de poder, como que tiene como un arma de destrucción masiva; ahí puede haber un elemento narcisista.

A veces los que filman son parte de la escena, pero otras veces se topan con ella. Pareciera que ahora los adolescentes eligen invadir o abordar esa intimidad en vez de seguir de largo.
Sí. Una cosa que hace a ese quiebre es la herramienta. Tu forma de pensarlo es en virtud de las herramientas que tenés. Cuando tenés nuevas herramientas, tenés otras posibilidades. No solo está el componente de voyeur de meterse en eso. También está eso de de “mirá lo que vi”, que ahora está muy presente, cuando antes era “el relato de lo que vi”. Cualquiera de estas escenas filmadas hubiera sido comidilla de varias reuniones hace unos años. Pero el documento es más potente que el relato.

Más allá de la herramienta, ¿no hay un cambio de actitud frente a la intimidad del otro?
Es que hay un cambio cultural en el concepto de intimidad. Ese tipo de situaciones capaz hace 15 años no se veían en público. Los viejos esquemas de lo público y lo privado están trastocados. Se documentan conductas desbordadas que son pasibles de ser documentadas por herramientas que, a su vez, agregan mayores posibilidades de entrar en la intimidad. Lo que hay es un desdibujamiento de las fronteras entre lo privado y lo público, claramente distinto respecto a 10 o 15 años atrás. Es un espiral borroso y resulta difícil delimitar quién se mete en qué zona; ambas esferas se desdibujan.

¿Cómo daña a los involucrados?
El potencial daño empieza desde que lo documentás, porque ya hay riesgo de que el documento pase a manos de terceros y le den otro uso. Eso hay que tenerlo claro. A los involucrados les cambia la vida al principio. Es un daño en la reputación. Eso que en la red social parece broma, es una persona de carne y hueso que vive en un barrio, tiene padres y hermanos que lo sienten y quedan identificados.

¿Conoce algún caso?
Sí, me ha tocado ver alguna situación. La emoción que predomina es la vergüenza. En eso como el bullying.

¿Se puede decir que este es un bullying masivo?
Sí, sí. La diferencia es que en estos casos no se busca la humillación, sino que es un efecto secundario.

¿Cómo se sale de esa situación?
Depende de la personalidad, pero el tiempo cura. Y me animo a decir que en el correr del tiempo se va a relativizar. Esta es la punta del iceberg de un montón de cosas que después va a ser normal ver. Podemos hacer un comparativo con la playa de Los Pocitos a principios de siglo XX, cuando no existían los trajes de baño, tomar sol ni mostrarse, porque estaba mal visto. El cuerpo tuvo una evolución hacia más exhibición. Algo de eso está pasando con la intimidad y sexualidad. Creo que en unos años se va a naturalizar, no va a tener tanto impacto. Va en detrimento de la intimidad, que se irá achicando más, tanto a nivel corporal como psicológico.

¿Y eso no es malo?
No es ni bueno ni malo: es cultural. La intimidad no un concepto absoluto sino de época. Lo dice (José Pedro) Barrán. Antes no había dormitorios. Había lugares donde la gente dormía y se tenían relaciones sexuales con niños, grandes y viejos alrededor. El concepto de intimidad no tiene más de 200, 300  años. Y eso es lo que está cambiando, un poco a punto de partida de la tecnología.

¿En algún momento dejará de importarnos la intimidad?
Seguramente aparezcan otras cosas que nos importen más que la intimidad. Seguramente en algún lugar se va a resguardar.


¿Hay patologías psicológicas en toda esta cadena?
En la motivación para subirlo hay de todo: morbo, narcisismo, voyeurismo. Hay exhibicionismo de quien lo hace también. Están todos los componentes de la patología humana. En el que lo viraliza también, porque por más que lo haga como una curiosidad, sabe que eso empieza a tomar estado público. En el que identifica a los involucrados puede haber un componente de malicia.


¿Qué hacer frente a esto?
Trato de pensar en educación. En realidad, los padres deben alertar a los chiquilines y que tomen consciencia de los riesgos de documentar y digitalizar; de la ética que se pone en juego al optar por compartir o no, de lo distinto que es compartirlo entre amigos o en redes sociales. Uno ve que los padres están ajenos, piensan que les pasa a otros y no a sus hijos, y no hay orientación al respecto.


Perfil de Balaguer

Balaguer es psicólogo, master en educación, especialista en tecnologías de información, redes sociales y bullying. Asesora al Plan Ceibal en educación y trabaja en el Saint Patrick’s College. Es autor de libros que abordan el cambio cultural que implica internet para los más jóvenes.

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