El Papa considera las protestas de Brasil justas y acordes con el Evangelio
Francisco aludirá a las manifestaciones en su encuentro con más de un millón de jóvenes en Río el próximo día 22
El País de Madrid
Juan Arias
Río de Janeiro
2 JUL 2013 - 02:31 CET56
El papa Francisco, que llegará a Brasil el próximo 22, ha sido informado directamente de las protestas en curso en las calles del país, con una participación mayoritaria y activa de jóvenes que se confiesan sin partido.
En el discurso que dirigirá al más de un millón de jóvenes que se concentrarán en Río de Janeiro con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), el Pontífice aludirá a las manifestaciones, según informaciones de fuente fidedigna recibidas por este corresponsal.
El Papa tenía ya escrito su discurso a los jóvenes cuando fue informado por prelados brasileños de lo que ocurría en Brasil, y rescribió parte de él para abordar las manifestaciones. Según el Pontífice, esas reivindicaciones por una mayor justicia no contradicen el Evangelio.
Tres altos prelados de Brasil hablaron personalmente con el Pontífice en Roma cuando las manifestaciones hervían en la calle y con ellas los actos de violencia. Quisieron informarle en persona, y no a través de los canales diplomáticos, dada la importancia política y social de las protestas.
El primero que se encontró con el papa Francisco en el Vaticano fue el arzobispo de Río de Janeiro, el monje cisterciense, Orani João Tempesta, responsable de la organización de la Jornadas Mundiales de la Juventud, que se celebrarán en su arquidiócesis.
Hace 15 días, quien voló a Roma fue el cardenal arzobispo de São Paulo, Cláudio Hummes, con fama de obispo social pues a finales de los años setenta y principios de los ochenta abrió las puertas de las iglesias para los obreros en huelga. Había sido uno de los papables más fuertes en el cónclave en el que resultó elegido el cardenal Bergoglio.
El último en encontrarse con el Papa, justo la semana pasada, fue el Presidente de la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB), el cardenal Raymundo Damasceno.
El pasado 21 de junio, la Conferencia Episcopal de Brasil, tras dos días de reunión en Brasilia, redactó un documento oficial que empezaba con estas palabras: “Nosotros, los obispos del Consejo Permanente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), reunidos en Brasilia del 19 al 21 de junio, declaramos nuestra solidaridad y apoyo a las manifestaciones —mientras sean pacíficas— que han llevado a las calles a personas de todas las edades, sobre todo jóvenes”.
El documento que está en manos del papa Francisco añadía: “Se trata de un fenómeno que envuelve al pueblo brasileño y lo despierta para una nueva conciencia”.
La importancia del documento radica en que en este momento los obispos no lo hubiesen escrito, y menos con tanta solemnidad, de no haber estado antes concordado con el papa Francisco, que está por llegar a Brasil.
Las manifestaciones, afirman los obispos, “gritan contra la corrupción, la impunidad y la falta de transparencia en la gestión pública. Denuncian la violencia contra la juventud. Son al mismo tiempo testigo de que la solución de los problemas que sufre el pueblo brasileño solamente será posible con la participación de todos. Hacen así renacer la esperanza cuando gritan: “El gigante ha despertado”.
Tras subrayar que “nada justifica la violencia” el documento de la Conferencia Episcopal concluye: “Que estas manifestaciones sirvan para fortalecer la participación popular en los destinos de nuestro país y sean un anuncio de nuevos tiempos para todos. Que el clamor del pueblo sea escuchado”.
Los obispos defienden además el “derecho democrático a las manifestaciones” que, afirman, “debe ser siempre garantizado por el Estado”.
En una entrevista al periodista político de TV Globo, Gerson Camarotti, el arzobispo de Rio, monseñor Orani, aseguró: “La mayoría de los jóvenes que han salido a la calle quieren un Brasil nuevo, más justo y solidario”. Y añade: “Eso concuerda con lo que nosotros, los obispos, buscamos también”.
En São Paulo, el cardenal Hummes, a su regreso del encuentro con el papa Francisco, habló sobre las protestas en el auditorio del Colegio San Bento ante un grupo de católicos. No solo se mantuvo en la línea de apoyo a las manifestaciones de la Conferencia Episcopal, sino que fue más allá. Como un eco de su conversación con Francisco, Hummes llegó a decir que “el mensaje de Cristo está en sintonía con esas reivindicaciones del pueblo”, y agregó: “Por eso debemos estar presentes. En la calle la gente, de hecho, está viviendo el Evangelio”.
Hummes hizo también una dura crítica a los políticos: “Ni los sindicatos, ni el Gobierno saben cómo comportarse con el movimiento”. Añadió que el movimiento ha venido “para consolidar la democracia”. Según el arzobispo de São Paulo: “Los que no se sienten escuchados necesitan salir a la calle”.
El cardenal confió a los fieles reunidos que el papa Francisco no “teme que las manifestaciones vayan a empañar” su viaje a Brasil, aunque reconoció que “es difícil hacer predicciones por el momento que vive Brasil”. Está convencido, y es el mensaje que transmitió al Papa, de que “las protestas no están relacionadas con la visita del Pontífice. “Son protestas contra el Gobierno”, puntualizó.
El millón de jóvenes que esperan al Papa Francisco en Río de Janeiro están avisados: los obispos de Brasil están con ellos. El Pontífice, también. Y lo dirá en su discurso.
La presidenta Dilma Rousseff está informada de lo que piensan el papa y los obispos sobre las protestas. El cardenal Damasceno, presidente de la Conferencia Episcopal, se reunió con ella el pasado viernes en el Palacio del Planalto.
En el discurso que dirigirá al más de un millón de jóvenes que se concentrarán en Río de Janeiro con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), el Pontífice aludirá a las manifestaciones, según informaciones de fuente fidedigna recibidas por este corresponsal.
El Papa tenía ya escrito su discurso a los jóvenes cuando fue informado por prelados brasileños de lo que ocurría en Brasil, y rescribió parte de él para abordar las manifestaciones. Según el Pontífice, esas reivindicaciones por una mayor justicia no contradicen el Evangelio.
Tres altos prelados de Brasil hablaron personalmente con el Pontífice en Roma cuando las manifestaciones hervían en la calle y con ellas los actos de violencia. Quisieron informarle en persona, y no a través de los canales diplomáticos, dada la importancia política y social de las protestas.
El primero que se encontró con el papa Francisco en el Vaticano fue el arzobispo de Río de Janeiro, el monje cisterciense, Orani João Tempesta, responsable de la organización de la Jornadas Mundiales de la Juventud, que se celebrarán en su arquidiócesis.
Hace 15 días, quien voló a Roma fue el cardenal arzobispo de São Paulo, Cláudio Hummes, con fama de obispo social pues a finales de los años setenta y principios de los ochenta abrió las puertas de las iglesias para los obreros en huelga. Había sido uno de los papables más fuertes en el cónclave en el que resultó elegido el cardenal Bergoglio.
El último en encontrarse con el Papa, justo la semana pasada, fue el Presidente de la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB), el cardenal Raymundo Damasceno.
El pasado 21 de junio, la Conferencia Episcopal de Brasil, tras dos días de reunión en Brasilia, redactó un documento oficial que empezaba con estas palabras: “Nosotros, los obispos del Consejo Permanente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), reunidos en Brasilia del 19 al 21 de junio, declaramos nuestra solidaridad y apoyo a las manifestaciones —mientras sean pacíficas— que han llevado a las calles a personas de todas las edades, sobre todo jóvenes”.
El documento que está en manos del papa Francisco añadía: “Se trata de un fenómeno que envuelve al pueblo brasileño y lo despierta para una nueva conciencia”.
La importancia del documento radica en que en este momento los obispos no lo hubiesen escrito, y menos con tanta solemnidad, de no haber estado antes concordado con el papa Francisco, que está por llegar a Brasil.
Las manifestaciones, afirman los obispos, “gritan contra la corrupción, la impunidad y la falta de transparencia en la gestión pública. Denuncian la violencia contra la juventud. Son al mismo tiempo testigo de que la solución de los problemas que sufre el pueblo brasileño solamente será posible con la participación de todos. Hacen así renacer la esperanza cuando gritan: “El gigante ha despertado”.
Tras subrayar que “nada justifica la violencia” el documento de la Conferencia Episcopal concluye: “Que estas manifestaciones sirvan para fortalecer la participación popular en los destinos de nuestro país y sean un anuncio de nuevos tiempos para todos. Que el clamor del pueblo sea escuchado”.
Los obispos defienden además el “derecho democrático a las manifestaciones” que, afirman, “debe ser siempre garantizado por el Estado”.
En una entrevista al periodista político de TV Globo, Gerson Camarotti, el arzobispo de Rio, monseñor Orani, aseguró: “La mayoría de los jóvenes que han salido a la calle quieren un Brasil nuevo, más justo y solidario”. Y añade: “Eso concuerda con lo que nosotros, los obispos, buscamos también”.
En São Paulo, el cardenal Hummes, a su regreso del encuentro con el papa Francisco, habló sobre las protestas en el auditorio del Colegio San Bento ante un grupo de católicos. No solo se mantuvo en la línea de apoyo a las manifestaciones de la Conferencia Episcopal, sino que fue más allá. Como un eco de su conversación con Francisco, Hummes llegó a decir que “el mensaje de Cristo está en sintonía con esas reivindicaciones del pueblo”, y agregó: “Por eso debemos estar presentes. En la calle la gente, de hecho, está viviendo el Evangelio”.
Hummes hizo también una dura crítica a los políticos: “Ni los sindicatos, ni el Gobierno saben cómo comportarse con el movimiento”. Añadió que el movimiento ha venido “para consolidar la democracia”. Según el arzobispo de São Paulo: “Los que no se sienten escuchados necesitan salir a la calle”.
El cardenal confió a los fieles reunidos que el papa Francisco no “teme que las manifestaciones vayan a empañar” su viaje a Brasil, aunque reconoció que “es difícil hacer predicciones por el momento que vive Brasil”. Está convencido, y es el mensaje que transmitió al Papa, de que “las protestas no están relacionadas con la visita del Pontífice. “Son protestas contra el Gobierno”, puntualizó.
El millón de jóvenes que esperan al Papa Francisco en Río de Janeiro están avisados: los obispos de Brasil están con ellos. El Pontífice, también. Y lo dirá en su discurso.
La presidenta Dilma Rousseff está informada de lo que piensan el papa y los obispos sobre las protestas. El cardenal Damasceno, presidente de la Conferencia Episcopal, se reunió con ella el pasado viernes en el Palacio del Planalto.
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