sábado, 17 de agosto de 2013

A 150 años de su fundación, la fábrica Bao se resiste a morir

Subrayado

 



Signo de tiempos de pujanza, la planta llegó a tener más de 1.000 empleados y marcó una época con sus marcas. Ahora intenta adaptarse al mundo. Nostalgia en el barrio.
La planta de la fábrica Bao en La Teja está cumpliendo 150 años. Fue fundada por Agustín Deambrosis en 1863, uno de los muchos visionarios que fueron parte del Uruguay formaron Piria, Reus, Pittamiglio, y muchos otros emprendedores.
Aunque ya no vive sus mejores momentos, intenta salir adelante en un mundo cada vez más complejo. Es la única industria uruguaya que fabrica jabones y detergentes a gran escala.
Dispone de una torre de soplado spray con una capacidad de producción de 1.500 kilos/hora de detergente en polvo, según el portal especializado Infonegocios.biz.
Tradicionalmente esta compañía no sólo abastecía el mercado local sino que comercializó sus productos a Brasil, Paraguay, Cuba, Chile y Argentina, y actualmente, sigue apostando a éstos y nuevos mercados donde seguir introduciendo sus productos. Obviamente las cosas ya no son tan fáciles: las fronteras están abiertas y las facilidades que hay para importar pone en serio peligro a la industria nacional.
Bao ha sido innovadora a lo largo de toda su historia.
Detergentes en polvo para máquinas o lavado a mano, jabones en barra de glicerina, transparentes y los jabones de tocador, son parte de los planes de negocio de la compañía.
Sus marcas más vendidas son, entre otras, Lavol, Coloso, Presto (detergentes en polvo), Magistral, Lira (jabones en barra), Punta del Este, Dixi y Cadete (jabones de tocador).
Entre sus orgullos, Bao tiene en su historial la creación del primer jabón antibacterial que se vendió en Uruguay: la famosa marca Astral.
La marca fue vendida a la multinacional Colgate-Palmolive en 1994. También vendieron en esa transacción la emblemática marca Bao.
Astral comenzó a producirse en 1953 y fue una verdadera revolución en el mercado.
En la última década, la planta pasó muchos problemas, incluso un proceso de cierre que fue muy doloroso para un barrio que giró a su alrededor.
Hace seis años, un acuerdo con inversores permitió reactivar la planta. Obviamente ya no volverá a tener los más de 1.000 empleados que tuvo alguna vez.
La nostalgia de aquellos tiempos mejores se sienten aún en la planta de La Teja. Mirá el informe de César Sanguinetti para Subrayado que acompaña esta nota.

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