Periodista y escritor Oscar Bruno Cedrés
Allá por
los años 45, como era tradicional por la década del cuarenta,
nuestra gente, tenía como lugar de veraneo las costas del Arroyo de
Rocha, muy concurrido, en un tiempo en que la vida no era tan
apurada, el reloj no era tan tirano, tiempos de mate, asados, del
cigarro “armado”, no había televisión, el mundo volvía a su
aparente tranquilidad saliendo de la 2ª. Guerra mundial.
Un Rocha
más tranquilo, de vecinos en la vereda mateando y conversando con el
vecino, con una sola emisora, Difusora Rochense en su local de la
calle Julián Graña, con el Diario La Palabra de don Carlos N. Rocha
y el surgimiento del Diario El Este, con la fundación del Centro
Social Obrero; con la selección de Rocha obteniendo el primer
título de campeón del Este y el equipo de los Tres Barrios siendo
el campeón local y un grupo de muchachos que se reúnen en la zona
del Arroyo de Rocha a la izquierda del Puente de La Estiva, en la
zona de la calle Piedras.
Pesca,
mate, nadar, disfrute de la playita, choricitos regados con un tinto
y el clásico picado, un arco que daba hacia la calle Piedras, el
otro al Arroyo.
Allí
había una higuera, que muchos años después la Intendencia la
cortó, pero que hoy ha vuelto a “vivir”.
Debajo de
esa higuera se reunieron ese grupo de “veraneantes” y entre mate
y bizcochos, se les ocurre la idea de formar un cuadro de fútbol
para participar en los campeonatos de barrios, tan típicos por
entonces en nuestra ciudad. El nombre: La Higuera, su camiseta:
blanca con una franja azul atravesándola.
Aquel
equipo estaba formado por una verdadera “selección” de nuestro
fútbol y sino escuche que nombres: el golero: Angelito Demicheli,
(el Ñato, el Loco, el más grande de todos en toda la historia); el
golero suplente Wagner Revelez de larga trayectoria en varios
equipos; los defensas: Carlos Julio Reyes, el seis titular del
combinado; por la otra punta el “Loco” Marcelino Acosta, “un
fenómeno”; el dos lo era el “romperedes” Ramón “Bitoto”
Larrea, que jugara en Wanderers de Montevideo; con él: Nelson
“Cabeza” González de los históricos del 54; y completaba la
defensa otra gloria de nuestro fútbol: Roberto Acosta, un crack en
las canchas y en la vida.
Los cinco
del avance de La Higuerita lo eran: el “Pardo” Wilfredo Silvera
hombre del decano River y del seleccionado; el “melena” Martínez
jugador de Lavalleja y también el seleccionado; el nueve lo era el
“Rata” Isidro Pereyra Corsalini otro de los campeones del
quinquenio y del 54; Antonio Acosta, el popular “Masantonio”,
hermano de Marcelino que además de jugar en Rocha lo hizo en
Progreso de Montevideo, y dicen los que lo vieron jugar que también
era de los “fenómenos” de aquellos tiempos y José “Torreja”
Rodríguez, sastre de oficio de lo de Fabián González, jugador del
seleccionado de Lascano, por la punta izquierda.
Este
equipo tenía como director técnico al “Chiquito” Rosalío
Machado, técnico del Nacional de Lino y también de varios
combinados rochenses campeones del Este, los colaboradores lo eran
los recordados Isidro “Semilla “ Pérez, Máximo Gorki Romero
(alias Cantinflas) y Carlos Javier Silvera “el peluquero”; la
mascota era aquel gran palermitano Oscar “Pochito” Guisado.
Según
cuentan aquel equipo: hoy podría pasearse por América y sin
jactancia, no pasar vergüenza.
Todos
jugadores de los seleccionados de Rocha campeones desde el 45 al
quinquenio, muchos fueron a Montevideo y tuvieron destacadas
actuaciones en equipos profesionales.
Los
muchachos después de los partidos tenían como punto de reunión la
casa de la abuela del Loco Marcelino Acosta, en la calle Eliseo
Marzol, conocida popularmente como El Palomar, hoy casi en ruinas,
donde también vivía el Chiquito Rosalío con su perro Napoleón,
donde armaban la rueda de vino y chorizos, los que compraban en la
Carnicería de Amorín la que estaba en la callejuela Sención y
Rincón, a cincuenta centésimos el kilo.
A esos
muchachos, cracks de nuestro fútbol; a esos tiempos líricos de un
Rocha colonial, va nuestra semblanza del día de hoy.
Febrero/09
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