ANÁLISIS
Un ejemplo de la complejidad de las relaciones bilaterales entre Uruguay y Argentina y de la integración territorial
El País de España
La reciente visita de la presidenta argentina Cristina
Fernández a Uruguay, dejó en claro la complejidad de las relaciones
bilaterales entre los dos países y las dificultades de un proceso de
integración regional muchas veces confuso y recargado de expresiones de
voluntad que no se concretan en hechos.
Fernández visitó Montevideo el martes 27 de agosto para
participar en el acto de inauguración de una planta desulfurizadora de
la estatal empresa de combustibles ANCAP, una obra considerada clave por
el Gobierno de José Mujica.
La presidenta llegó en helicóptero, participó en el acto y de
inmediato regresó a Buenos Aires, pero su breve estadía encendió fuertes
polémicas en Uruguay que, además, fueron potenciadas potenciadas por el
discurso de la propia presidenta, en el que demostró que no tenía claro
los motivos de su presencia allí.
La mandataria argentina llegó acompañada de varias decenas
de militantes de la organización militante juvenil La Cámpora, que
durante el acto formal en presencia de autoridades del Gobierno uruguayo
y de invitados especiales, entonaron cánticos al estilo de una tribuna
futbolera, algo inhabitual en Uruguay en este tipo de ocasiones. El
presidente de la empresa ANCAP, Raúl Sendic, admitió a la prensa que las
invitaciones para los militantes de La Cámpora fueron gestionadas por
la embajada argentina.
Para el acto también también estaba prevista una reunión entre los presidentes, un encuentro que finalmente no se concretó.
En su discurso, la presidenta destacó el valor de la
integración y puso como ejemplo de solidaridad regional la inversión sin
precedentes que, según dijo, había realizado Argentina en la planta que
se estaba inaugurando.
"Estamos inaugurando –sostuvo la presidenta- una obra de
400 millones de dólares invertidos por una empresa argentina, ahora sí
argentina, en este caso YPF. Le preguntaba a Pepe (José Mujica) si había
habido otra inversión de algún otro país hermano o lejano de esta
magnitud en la única refinería que hay en Uruguay como es ANCAP, y me
decía que no”.
La afirmación de la presidenta generó asombro e incomodidad
entre los presentes ya que en realidad el 100% de la obra fue
financiado por capitales uruguayos. Una empresa argentina perteneciente a
YPF había ganado la licitación para construir la obra, que fue pagada
por la estatal uruguaya ANCAP.
El hecho, trasciende la mera anécdota y la pifia de la
presidenta retroalimentó las críticas de la oposición, que acusaron a la
mandataria de apoderarse en su discurso de una inversión que no le
pertenecía. La oposición también había cuestionado severamente en los
días previos el hecho de que la intendenta de Montevideo, Ana Olivera,
entregara a la mandataria la llave de la capital, un homenaje habitual
cuando llegan autoridades extranjeras. La oposición no estuvo
representada en el acto, hecho que también generó críticas de Mujica.
Dirigentes de los opositores partidos Colorado y Nacional
argumentaron que la entrega de la llave de Montevideo constituía un
homenaje indebido hacia una figura que muchos consideran contraria a los
intereses uruguayos. Y es que Cristina Fernández y su fallecido esposo,
el expresidente Néstor Kirchner, sintetizan en sus figuras muchos de
los resentimientos que existen en Uruguay respecto a la Casa Rosada y
los problemas bilaterales, gran parte de ellos pendientes. El Gobierno
del presidente Mujica ha abundado en gestos de acercamiento y en
discursos respecto a la importancia que tiene Argentina para Uruguay,
pero también en buena parte de la izquierda existe desconfianza en
relación al estilo K.
Los choques más graves comenzaron durante las presidencias de Tabaré
Vázquez en Uruguay (2005-2010) y Kirchner en Argentina (2003-2007),
cuando desde la Casa Rosada se hostigó la construcción de una planta de
procesamiento de celulosa sobre la margen uruguaya del río Uruguay,
mientras que un grupo de activistas cortó un puente que une ambos
países. Cristina Fernández continuó con el conflicto hasta poco después
de que Mujica llegó a su puesto y el Tribunal de La Haya brindó un fallo
contrario a Argentina.La política de Tabaré Vázquez se transformó en una causa de Estado que contó con el respaldo en bloque de todos los partidos y líderes políticos del país. Mujica ha intentado un acercamiento que se ha dado mucho más en los discursos que en los hechos dada la persistencia de problemas económicos y comerciales, diferencias respecto a la navegación del Río de la Plata, la falta de autorización de Argentina para extender los muelles de un puerto uruguayo, el control de la mencionada planta de celulosa, las limitaciones en la compras de dólares que afectan directamente el flujo de turismo argentino y tensiones en relaciones a los controles de depósitos de argentinos en el sistema financiero uruguayo, entre otros.
Este año, la estrategia de distensión y acercamiento de Mujica sufrió un grave traspié cuando un micrófono abierto captó un diálogo del presidente uruguayo en el que afirmaba: “La vieja es peor que el tuerto”, en relación a Cristina Fernández y Nestor Kirchner.
La reciente confirmación de que Tabaré Vázquez competirá nuevamente para la Presidencia en las elecciones del año próximo, no promete tiempos mejores en las relaciones bilaterales si es que el kirchnerismo sigue en el poder en Argentina. Desde la Casa Rosada se ha personalizado el conflicto en torno a la figura de Vázquez, que hoy es el que aparece como favorito en las encuestas.
Acercamiento a Brasil
El Gobierno de Mujica, mientras tanto, hace equilibrios con
sus dos grandes vecinos aunque acercándose cada vez más a Brasil. Los
dos países impulsan una serie de entendimientos en el marco del MERCOSUR
que les permitan potenciar sus relaciones al margen del creciente
proteccionismo argentino, que incluso ha llevado a un deterioro de las
relaciones entre Brasilia y Buenos Aires.
Durante las sesiones no públicas de la cumbre de
presidentes del MERCOSUR, que se celebró en el pasado mes de julio en
Montevideo, las presidentas Cristina Fernández y Dilma Rousseff
mantuvieron un fuerte entredicho, según contaron fuentes de uruguayas.
Las mandatarias incluso iban a mantener un encuentro
bilateral que jamás se concretó puesto que afloraron algunas diferencias
fundamentales que tiene ver con el comercio bilateral y, en especial,
algunos rubros como el automotriz.
La peor
La resistencia que genera la presidenta argentina en
amplios sectores de Uruguay trasciende a los problemas bilaterales y
también tiene que ver con su estilo confrontativo de hacer política.
Una reciente encuesta de la consultora local Radar
–divulgada en agosto- dejó en claro que la resistencia a Cristina
Fernández va más allá de las decisiones políticas. Para la mayoría de
los uruguayos, la mandataria es la peor presidente de América: el 53 %
de los encuestados la ubicó en ese lugar y sólo el 10 % le dio una nota
positiva. Estos juicios incluyen a los votantes de izquierda. Dilma
Rousseff y el norteamericano Barack Obama lograron las mejores
calificaciones.
Una muestra de la encuestadora Factum, de noviembre de 2012, había
dado resultados similares: el 65 % de los uruguayos tenía entonces un
juicio negativo de Cristina Fernández y sólo el 23 % una visión
positiva.
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