La ambición la convirtió en asesina
Dos sicarios y una cuñada ganada por el
odio hicieron revelaciones que dejaron sin aliento a los habitantes de
Rivera. El desenlace del triple asesinato reservó varias sorpresas.
Quizá la peor fue que el homicidio del niño fue cometido por su tía.
Rivera | Freddy Fernández
"Te voy a matar porque vas a ser otro hijo de
puta como tu padre", dijo la mujer mientras asfixiaba con una almohada
al pequeño de 3 años. Los tres sicarios que la cuñada de Fernando Gau
(38) y su esposa Zully Aguirre (36) había contratado por $ 45.000 para
consumar el "trabajo" se habían negado a matar al niño.
El juez Marcos Seijas realizó la reconstrucción del
triple crimen ayer de mañana, luego de interrogar a una decena de
detenidos. Para entonces las revelaciones del caso habían corrido de una
punta a otra de la ciudad. Los vecinos se agolparon frente a las vallas
de seguridad para expresar su indignación. Los propios abogados
defensores del hermano de Gau y la esposa de este, a la postre la
"cerebro" de la horrenda trama criminal y ella misma homicida, se
mostraron perplejos por el giro que dio el caso ante sus propios ojos.
Solo unos días antes, en diálogo con El País, habían señalado la
convicción de que sus defendidos habían sido injustamente tratados por
la indagatoria en curso.
Los familiares de la pareja de docentes asesinados
habían sido los primeros indagados como principales sospechosos del
triple homicidio. Sin embargo, el juez no consiguió reunir pruebas
suficientes por lo que hubo de liberarlos pocas horas después.
El trabajo del equipo de la Dirección de
Investigaciones de Rivera fue clave para desentrañar este caso. Aunque
parco, el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, así lo dejó entrever en
breves declaraciones. "La labor policial la califico como muy buena. No
voy a hacer más comentarios porque todavía está en etapa judicial",
dijo Bonomi.
Al finalizar la extensa y crispada audiencia el juez
dictó el procesamiento de la mujer, identificada por sus iniciales como
P.F.B., del sicario mayor de edad y de un menor de edad que participó
activamente. Otro adolescente fue internado por complicidad. El resto de
los detenidos fue liberado.
Al concluir las actuaciones el propio juez Marcos
Seijas despejó cualquier duda acerca del móvil del triple crimen: "Fue
el hurto de dinero que pudieran tener los docentes y heredar la casa",
explicó.
Las sospechas de los investigadores policiales, que
apuntaron desde el principio al entorno familiar, se vieron confirmadas
en los últimos días. Llegar a los dos hombres que actuaron como sicarios
fue clave. No solo confesaron sino que, superados por la frialdad y
ferocidad de la mujer que los contrató, relataron su activa
participación en los hechos y lo que dijo.
La ejecución.
La herencia de la familia Gau se había convertido en
una enfermiza obsesión para P.F.B. A espaldas de su esposo, el hermano
de Fernando Gau, la mujer tramó la ejecución de toda la familia.
"Paolita, tendrás que limpiar la casa, pero la
herencia es tuya", se dijo en voz alta la mujer luego de consumar los
tres crímenes y subir a la camioneta con sus cómplices.
La reconstrucción evidenció cómo actuó cada uno ese día.
Las tres víctimas fueron ultimadas el mismo día,
contrariamente a lo que se creyó en un primer momento. El crimen fue
descubierto en la noche del domingo 11 de agosto pasado, unas 24 horas
después de consumadas las ejecuciones.
P.F.B. entró a la casa en la que vivía su cuñado
Fernando Gau y su esposa Zully Aguirre, junto al pequeño hijo de ambos,
Inti. Lo hizo junto a los individuos a los que había prometido una
abultada recompensa -luego se supo que fueron $ 45.000, más el dinero
entregado a otro adolescente, unos $ 15.000, que fue dejado de lado por
ser "muy chico"- y juntos consumaron las muertes. Cada uno tuvo roles
bien determinados: el menor de los sicarios sujetó a las dos víctimas,
mientras el mayor les aplicaba las puñaladas mortales. Sin embargo, los
asesinos "por contrato" se negaron a ultimar al pequeño Inti. Lo hizo la
mujer valiéndose de una almohada para asfixiarlo, al grito de "¡hijo de
puta, te voy a matar porque vas a ser otro hijo de puta como tu
padre!".
En el curso de la investigación se logró establecer
que la mujer también asestó algunas puñaladas a Zully Aguirre, cuya
muerte fue provocada por el mayor de los sicarios.
Consumados los tres homicidios la mujer se dedicó a
borrar los rastros que pudieran revelar sus identidades. Esto luego
dificultó terriblemente la tarea de los peritos de Policía Técnica que
viajaron desde la capital para investigar la escena del crimen.
P.F.B. había planificado tan minuciosamente la
ejecución que había proporcionado dos pares de guantes de látex a los
sicarios. Consumado el crimen, la mujer salió del brazo del mayor de los
homicidas, fingiendo ser una pareja que visitó al matrimonio Gau
Aguirre.
En la cartera llevaba los cuchillos envueltos en una
toalla, así como los celulares que habían utilizado para comunicarse.
Dejó a sus cómplices en los alrededores del hospital y regresó a su casa
como si nada hubiera pasado.
La investigación.
El martes 13 de agosto por la tarde P.F.B. y su
esposo, el hermano de Fernando Gau, quedaron libres. El juez Seijas no
había encontrado pruebas en su contra. No obstante ello los detectives
de la Dirección de Investigaciones riverense tenían la fuerte convicción
de que allí se encontraba uno de los culpables.
La dificultad para recoger indicios de la escena del
crimen complicó durante días el curso de la investigación. Los
laboratorios de Policía Técnica hicieron exámenes de ADN a fluidos y
restos orgánicos recogidos en el lugar. Pero estos no llevaban a ninguna
parte.
Un hecho fortuito terminó por precipitar todo. Como
se supo más tarde, uno de los sicarios había comprado una moto con las
ganancias, que poco después canjeó por otra de mayor cilindrada.
El lunes 26 de agosto funcionarios de la Inspección
General de la Intendencia y de la Policía de Tránsito detuvieron a dos
jóvenes que corrían picadas en motos en los alrededores del Liceo N° 3.
Al ser interrogados en la dependencia policial uno de los jóvenes "se
quebró" y comenzó a hablar. Dijo que el remordimiento no lo dejaba
dormir y que había pensado varias veces en entregarse.
Pero previo a esta detención, otra joven aportó
información que puso en la pista de los sicarios a los investigadores.
Esta joven contó que el sábado 10 de agosto, apenas unas horas antes de
que se descubrieran los hechos, vio a P.F.B. discutiendo con dos jóvenes
frente a su casa. La testigo dijo que al principio creyó que los
jóvenes que se desplazaban en una moto querían agredir a la mujer, a la
que apreciaba "asustada y nerviosa". Unos días después, cuando la
noticia del triple crimen sacudió a la ciudad, la testigo comenzó a atar
cabos y advirtió que aquello que había visto podría ser clave en el
caso. Fue así que llamó a la Policía y relató lo que vio. La testigo
reconoció plenamente a P.F.B. Esto precipitó la detención de 19
personas. (Producción: Renzo Rossello)
El auto de procesamiento
El juez Marcos Seijas le tipificó a la autora
intelectual y material del triple crimen "tres delitos de homicidio
especial y especialmente agravado, en reiteración real y en calidad de
autora". Las circunstancias agravantes consideradas son "por el precio o
promesa remuneratoria". En tanto para el mayor de los sicarios, F.G.P.,
tipificó dos delitos de homicidio especialmente agravados por la
premeditación y especialmente agravados por la promesa de remuneración.
Por último, para el adolescente R.D.D.L.S. dictó el inicio de un proceso
infraccional por la presunta comisión de dos infracciones gravísimas a
la ley penal. El segundo adolescente -que no participó directamente del
triple homicidio- se le inició similar procedimiento en calidad de
cómplice. Ambos quedaron internados con medidas de seguridad.
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