Escritor y periodista Julio Dornel
Nació
el 14 de junio de 1928 en Rosario (Argentina), y el 8 de octubre de
1967, en La Higuera (Bolivia), muere fusilado en manos del ejército
Boliviano y la CIA.
Transcribo
las cartas de despedida que él
redacto:
A
sus padres
[marzo
1965]
Queridos
viejos:
Otra
vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante, vuelvo al
camino con mi adarga al brazo.
Hace
de esto casi diez años, les escribí otra carta de despedida. Según
recuerdo, me lamentaba de no ser mejor soldado y mejor médico; lo
segundo ya no me interesa, soldado no soy tan malo.
Nada
ha cambiado en esencia, salvo que soy mucho más consciente, mi
marxismo está enraizado y depurado. Creo en la lucha armada como
única solución para los pueblos que luchan por liberarse y soy
consecuente con mis creencias. Muchos me dirán aventurero, y lo soy,
solo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para
demostrar sus verdades.
Puede
ser que ésta sea la definitiva. No lo busco pero está dentro del
cálculo lógico de probabilidades. Si es así, va un último abrazo.
Los
he querido mucho, solo
que no he sabido expresar mi cariño, soy extremadamente rígido en
mis acciones y creo que a veces no me entendieron. No era fácil
entenderme, por otra parte, créanme, solamente, hoy. Ahora, una
voluntad que he pulido con delectación de artista, sostendrá unas
piernas flácidas y unos pulmones cansados. Lo haré.
Acuérdense
de vez en cuando de este pequeño condotieri del siglo XX. Un beso a
Celia, a Roberto, Juan Martín y Patotín, a Beatriz, a todos. Un
gran abrazo de hijo pródigo y recalcitrante para ustedes.
Ernesto.
A
sus hijos
[marzo
1965]
A
mis hijos,
Queridos
Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:
Si
alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre
ustedes.
Casi
no se acordarán de mí y los más chiquitos no recordarán nada.
Su
padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido
leal a sus convicciones.
Crezcan
como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la
técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la
Revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no
vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más
hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier
parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.
Hasta
siempre hijitos, espero verlos todavía. Un beso grandote y un gran
abrazo de
Papá
Che
- Yo tuve un hermano.
No nos vimos nunca pero
no importaba.
Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.
No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.
octubre
de 1967
Recopilación
anónima.
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