Escritor y periodista Julio Dornel
Coincidimos.
La gran mayoría de los habitantes de esta ciudad vivimos de espaldas
al pasado, sin demostrar interés en conocer siquiera algunas páginas
de nuestra historia ciudadana. Poco importan los acontecimientos ni
los protagonistas que hace 60/80/ o 100 años fueron cimentando el
desarrollo zonal sin saber que habían otras urgencias que con
velocidad supersónica borrarían las huellas de aquel pasado. Ya lo
habíamos señalado hace más de 10 años en el semanario ZONA CHUY,
“Mientras otras ciudades del departamento muestran orgullosas sus
reliquias o simplemente algunos lugares destacados, en nuestra
frontera van desapareciendo lentamente los testigos de
acontecimientos históricos, sociales y culturales que fueron en su
momento puntos de referencia para sus habitantes. Uno de los
ejemplos más claros lo tenemos en el edificio centenario que ocupa
actualmente la Receptoría de Aduanas, salvado por la rápida
intervención de algunos vecinos, que se movilizaron y llegaron hasta
los organismos competentes, deteniendo la piqueta que en pocos días
comenzaría la demolición. También otros edificios centenarios y
los marcos fronterizos que fijan nuestros límites con sus piedras
milenarias están soportando en total abandono los efectos del
tiempo. Es fácil observar todavía algunas construcciones
centenarias que se mantienen como testimonio material de una época
de crecimiento y desarrollo socio-cultural que fue abandonando
lentamente los ranchos de adobe y paja brava. Sin embargo quedan
todavía algunos predio centenarios que siguen reclamando una rápida
restauración para evitar que entren definitivamente en un proceso de
ruina total. Se trata de un desafío para los historiadores y también
para las autoridades correspondientes, para evitar la destrucción
total de estos edificios. Reconocemos que todo será muy difícil,
pero el intento será valido para ir recuperando estos edificios que
acunaron sueños de los primeros habitantes de esta frontera. Fue el
incio de una vida en comunidad y pese a los años transcurridos no
debemos olvidar que fueron esos vecinos los que comenzaron a escribir
la historia de esta frontera con su trabajo, con su esfuerzo y con
sus aspiraciones muchas veces frustradas. En la Semana del Patrimonio
un recuerdo cargado de nostalgia para los viejos edificios que
soportando el alerta de los vendavales se mantienen de pie esperando
“la carroza”, o simplemente la piqueta fatal del progreso.
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