¿Debemos los medios hacernos eco de todos los que llegan hasta las redacciones a pedir por un "desaparecido"?
+ Gabriel Pereyra @gabrielhpereyra -
El Observador
El caso de Sofía Bueno tuvo un final no trágico, como en algún momento se pudo sospechar, pero no se puede afirmar que el final haya sido feliz. Luego de haber estado más de un día “desaparecida”, o para ser precisos, ausente de su domicilio, está ahora siendo indagada por la Justicia y los medios divulgan detalles de problemas familiares con cuestiones de dinero de por medio. Por el momento “no hay indicios de un hecho delictivo”, dijo la jueza Julia Staricco. O sea, al parecer se trató de un asunto familiar que quedó expuesto a la palestra pública.
Cuando no se sabía sobre el destino de Sofía, la denuncia de su familia estalló en las redes sociales y los medios se hicieron eco, todos actuando sobre la base de que se estaba colaborando con algo que podría ser grave, como un secuestro.
Como siempre, se leyeron todo tipo de hipótesis y teorías, como que en estos casos más vale pecar de exagerados que de cautos, un argumento que no se sustenta en ningún criterio técnico, ya que la Policía, cuando tuvo los primeros indicios de qué podría estar ocurriendo, reclamó a la familia que no siguiera agitando el asunto en los medios. Según los expertos, cuando una persona se ausenta por su propia voluntad por algún tipo de problema personal, la divulgación en los medios tiende a demorar su retorno.
El caso nos pone a todos, pero sobre todo a los medios de comunicación (que cada vez más tienen que hacer un mayor esfuerzo por separar la paja del trigo de la abundante información que circula en las redes sociales) ante un dilema que involucra la vida íntima de las personas.
¿Tenemos que hacernos eco de todos los padres, madres, hermanos, esposos y esposas que llegan hasta las redacciones a pedir que divulguemos su caso y la foto de la persona ausente?
¿Dónde quedan los derechos de la persona mayor de edad que se pudo ausentar por razones que normalmente no se mencionan por parte de los denunciantes?
¿Hay que afiliarse a la tesis de que más vale pecar de exagerados que de cautos cuando lo que quizás se está agrediendo es el derecho de una persona mayor de edad de hacer con su intimidad lo que quiere sin que ello quede expuesto públicamente?
¿Podemos los medios de comunicación en función de una presunta responsabilidad social estarnos haciendo eco de asuntos que no son más que problemas de familia que involucran a personas mayores en cuestiones íntimas?
Aún se desconocen los detalles del caso Sofía, pero por las declaraciones de la jueza todo parece indicar que estuvimos todos, seguro que de buena fe, haciendo público un lío de familia, de esos que abundan en una sociedad cada vez más conflictiva. La familia recuperó a Sofía, habrá que ver cómo hace Sofía para recuperar la intimidad y el anonimato en el que vivía antes de que, por razones que se desconocen, con sus 27 años a cuestas, decidió no volver a casa.
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