Escritor y periodista Julio Dornel
En una edición especial de “COSAS NUESTRAS” el periodista olimareño Juan Luis Casalla nos ofreció hace algunos años, la conmovedora historia de un cuadro de barrio que supo ganarse en buena ley las preferencias de los deportistas de Treinta y Tres.
Desde la introducción misma de esta publicación de 66 páginas muy bien documentadas, el autor nos lleva directamente al fenómeno social llamado “VACA AZUL” señalando que “El epicentro será la provisión del Rubio Mila... una esquina redondeada del pueblo llena de magia cotidiana, donde se confundían la guitarra, el truco, los asaditos, la cañita blanca, el fútbol, la pelota de mano y una rica y nutrida prosa que abrazaba a todos sin distinción alguna.
Por esta esquina donde se encuentran las calles Celedonio Rojas y Manuel Meléndez , desfilará una larga lista de nombres y vivencias que hacen de la VACA AZUL una experiencia de convivencia única, por su delicado y profundo sentido humano.
Personalmente, escribir sobre la “VACA AZUL” me ha conmovido hasta las entrañas más ocultas revelándome una nueva y mejor conjugación del valor de la amistad.
Conocer a todos los entrevistados vacasuleños ha sido una experiencia enriquecedora e intransferible. Deseo con fervor no defraudar el legado de la VACA AZUL. Debo confesar que además de mis buenas intenciones hubiera querido sumar talento y capacidad literaria, pero no fue posible, así que ofrecí lo que estaba en condiciones de brindar, capacidad de trabajo, voluntad y fidelidad a lo recibido.” Los objetivos trazados por Casalla se cumplieron plenamente y sus lectores podrán disfrutar de un material excelente que pasa por el origen del nombre, su fundación, los amigos, los dirigentes y los jugadores que pasaron por la institución. También en forma magistral va regalando citas de Ernesto Sábato, Eduardo Galeano, Erich Fromm, de su abuela Maruja y sus vivencias en la Barra del Chuy caminando con sus hijos Belén y Juan.
Varias páginas para este embrujo vacazuleño que supo codearse con lo más granado de la cultura olimareña, donde nos encontramos con el maestro Ruben Lena, Julio Macedo, José María Obaldía, Julio C.Da Rosa y el “Laucha” Prieto. Queremos detenernos en algunas notas testimoniales donde afloran los recuerdos de algunos protagonistas de esta historia. Tal el caso del Sapo Piedra, Obaldía, Julio da Rosa, el Chuto Piñero, Julio Ramiro Martínez, los De Castro, Carlos González, Paco Muñiz, el Tito Casalla, Muñeca Barrios, Yamandú Piedra, Cacho Vergara y Fernando Mila, hijo del inolvidable Rubio Mila alma mater del Vaca Azúl.
E L “R U B I O” M I L A
Al extraordinario trabajo de Juan Luis Casalla, debemos agregar que en mayo de 1995 visitamos la ciudad de Treinta y Tres para conocer de primera mano la verdadera historia de esta institución y visitar la vieja casona que hace 70 años acunó su nacimiento. Bajo el título de EL RUBIO MILA: UN EJEMPLO OLIMAREÑO señalamos en aquella oportunidad en el semanario EL FANAL de esta ciudad: “En la esquina de Celedonio Rojas y Manuel Meléndez , a pocos metros del obelisco olimareño, una placa de bronce ha recogido el agradecimiento popular, para que las nuevas generaciones recuerden a este deportista que supo escribir una de las páginas más gloriosas del fútbol de Treinta y Tres. La calidad humana de don Fernando Mila, se mantiene intacta con el paso de los años y ha sido en la fachada de esta vieja casona que fuera durante muchos años su domicilio y sede de su querida VACA AZUL que el pueblo olimareño perpetuara su agradecimiento: CLUB A. VACA AZUL A FERNANDO MILA. VOLUNTAD- DINAMISMO Y TOLERANCIA QUE TRASCIENDEN Y CONSTITUYEN UN EJEMPLO PARA EL DEPARTAMENTO Y EL PUEBLO DE TREINTA Y TRES. 20 DE NOVIEMBRE DE 1993.
En la rueda accidental del “Pelotaris” van surgiendo junto al mostrador los nombres de algunos jugadores que se metieron en la mejor historia del VACA AZUL y distintas versiones sobre el origen de su nombre. Poco importa si la idea fue de Julio Macedo o surgió espontáneamente cuando algunos intelectuales viajaron a Cerro Chato para enfrentarse con el TORO NEGRO de aquella población. Importa sí que un 31 de diciembre de 1931 un grupo de jóvenes olimareños que desparramaban su bohemia en un barrio de aljibes y parrales fundaban una institución con el nombre de VACA AZUL. Treinta y Tres todavía no tenía urgencias y el tiempo sobraba para el infaltable copetín, charlar con los amigos o formar el cuadro para el próximo domingo. La pasión por las letras y el deporte llevó hasta la sede a distintas personalidades del quehacer olimareño, entre los que se recuerdan a Julio C. da Rosa, Ruben Lena, Sánchez Piqueres , los hermanos Nieto y los Vergara, que encontraban en el Rubio Mila al dirigente que llenaba todos los puestos en la directiva“imaginaria” del VACA AZUL y fundamentalmente a un hombre que nunca le importaron los bienes materiales que en forma despiadada suelen alejarnos de las cosas verdaderas.
En esa sede tan característica con su esquina redonda y donde se dan un abrazo para la historia Celedonio Rojas y Manuel Meléndez se fue acumulando una historia de novela, donde fueron desfilando de la mano de Fernando Mila, todos los personajes olimareños de mediados de siglo. Fue dirigente, director técnico, masajista y jugador, con un raro encanto personal para manejar su plantel y matizar el tecnicismo de algunos con el temperamento de otros.
Fue sin ninguna duda un adelantado de la psicología futbolera, comprendiendo como pocos las alegrías o las tristezas de su plantel. Atendía con minuciosidad espiritual los “caprichos” normales de un plantel muy especial, donde se destacaban jugadores habituados a ciertas costumbres irrenunciables. Implantaba una disciplina deportiva muy suya y con pocas alternativas para el cambio, pero con una legitimidad que ganó en la vida sin pedir prestado. El “Rubio” se las ingeniaba para conducir sus muchachos, apoyado siempre por voluntades diferentes que hicieron del VACA AZUL el cuadro que durante varias décadas se ganó la admiración del pueblo olimareño.
Hoy cuando nos detenemos en la misma esquina que acuna todavía viejos recuerdos, vamos anotando con un toque de nostalgia la inscripción que luce la placa de bronce y donde un pueblo agradecido se la dedica al “dueño” del VACA AZUL. Nos introducimos en su interior y vemos que la piqueta ha borrado las huellas del pasado, aunque podemos imaginar la cita obligada de jóvenes y veteranos de todas las condiciones sociales entreverados en un truco o billar con el bullicio característico que durante muchos años alimentó la cordialidad y la bohemia de la sede vaquera. Para finalizar la nota algunos nombres que defendieron la institución en distintas temporadas: Yamandu Piedra, Angel Pagani, Darío Nieto, “Chuto” Piñero, “Cuqui” Lacalle, (el ex presidente) “Toto” Craviotto, “Yiyo” Rado, Ruben Silvera, “Manco” Tonar, el “Gaucho” Saravia, Walter López, el “Turco” Salomón, Jesús Peralta, “Paco” Muñiz, y el “Requemado” entre muchos otros. Hoy todo es recuerdo, el inolvidable Rubio Mila se ha ido con su VACA AZUL, dejando un cacho de nostalgia en una esquina clásica de la ciudad de Treinta y Tres, mientras en los potreros de la imaginación, una hinchada consecuente seguirá alentando a sus jugadores.
Yo no soy ducho en el manejo de los recursos informáticos, quizás por eso tardó mi respuesta, pero estoy en la obligación de agradecerle su sensibilidad y su receptividad por mi trabajo titulado "Historias de la Vaca Azul". Para mí ha sido un honor que una persona como usted, Julio Dornel, se haya detenido a leerlo. Muchas gracias, Juan Luis Casalla.
ResponderEliminarLa Vaca Azul es un sentimiento para mi inigualable. Pienso se mantiene por años
ResponderEliminarJugue en esa institucion un placer
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