domingo, 16 de marzo de 2014
LA MADRE DE TODAS LAS ELECCIONES Por Miguel Manzi
El próximo 1º de junio son las elecciones internas de los partidos políticos. En octubre y noviembre son las nacionales (descuento que el Frente Amplio no obtendrá la mayoría absoluta en primera vuelta). Seis meses después, en mayo 2015, son las departamentales. En esa ocasión estrenaremos, para el propósito que fue creado, el Partido de la Concertación, nuevo lema bajo el que acumularán sus votos un candidato colorado y un candidato blanco a la intendencia de Montevideo (y ojalá también uno del Partido Independiente; pero ya habrá tiempo para hablar de eso). ¿Cómo se conectan estos puntos? ¿Qué tienen que ver junio 2014, octubre y noviembre 2014 y mayo 2015?
UN MODELO QUE FUNCIONO BIEN
En 1982 se llevaron a cabo las primeras elecciones internas de los partidos políticos bajo un marco legal que imponía iguales condiciones a todos los participantes: era la Ley de Partidos de la dictadura, que normó esa instancia intermedia entre el plebiscito del 80 y las generales del 84. En aquel año de 1982 estaban proscriptos todos los partidos que integraban la coalición Frente Amplio, de modo que votamos colorados, blancos y cívicos; muchos frenteamplistas acompañaron a las opciones blancas y coloradas opositoras a la dictadura, otros optaron por votar en blanco como recomendaba el Gral. Seregni, y otros se abstuvieron de votar. A los colorados las internas nos vinieron muy bien. Consagraron la abrumadora mayoría de las opciones batllistas y, dentro de ellas, quedamos parejas las opciones renovadoras (básicamente, "Libertad y Cambio", después lista 85, y la "Corriente Batllista Independiente", después lista 89) frente a las opciones tradicionales (básicamente, distintas expresiones de "Unidad y Reforma", lista 15). Aunque adentro del partido nos dimos palo y palo, sin dar ni pedir tregua, el modelo de internas "dos años antes" permitió que todos nos reencontráramos en el trabajo conjunto de los órganos partidarios (convenciones, comisiones, comités ejecutivos), inspirados en unánime acatamiento a las mayorías y cumplido respeto a las minorías. Y así llegamos a las generales de 1984 con dos tendencias bien diferenciadas, pero al mismo tiempo encolumnadas tras un programa común y una autoridad partidaria común (eso es un partido: ideas, organización y "affectio societatis"; aún con diferencias importantes, como las que exhibe hasta hoy el Frente Amplio, donde unos creen en la propiedad privada, y otros sostienen que todo debe pasar a manos de funcionarios públicos). Por cierto, era otro mundo, otro país, otro partido, y otra legislación electoral. Pero en aquella emergencia funcionó. Y en su marco, tantos veinteañeros que arrancamos en 1980 militando por el "NO", en 1982 ganamos nuestro primer carnet de convencionales.
LA MADRE DE TODAS LAS ELECCIONES
Tan otro mundo era aquel, que no había celulares; ni computadoras; ni Internet; ni TV cable; y la TV color se había inaugurado apenas dos años antes, en el 80, con el "Mundialito" organizado bajo la dictadura (cuyo tesorero nunca desmentido fue Tabaré Vázquez). En ese mundo antediluviano, en medio del trabajoso proceso de recuperación democrática, las internas del 82 fueron un concentrado de todas las razones y de todas las emociones contenidas durante diez años de represión y silencio. No se parecen en nada a estas internas de 2014, que son como de plástico. ¿En nada? Buéh, en rigor, comparten un rasgo esencial: a su través se eligen las autoridades de cada partido: convencionales nacionales y departamentales. En ese sentido las internas son estrictamente "internas". Pero además, por virtud de la legislación ahora vigente, en esta instancia el cuerpo electoral elige directamente a los candidatos presidenciales únicos de cada partido, como se encargan de recordarlo las fotos gigantes (todas retocadas) que adornan los cuatro puntos cardinales. En ese sentido las internas son "primarias". El dibujo se completa con las convenciones departamentales actuando como colegios electores, de segundo grado, de los candidatos a intendentes (que pueden ser tres por cada partido por cada departamento). Y aún, por estricta lógica política, los votos que obtenga cada una de las listas en las internas, son determinantes para la conformación de las listas al Parlamento. Hablando en plata, y por mencionar a un amigo: si Ud. quiere asegurarse de votar a Ope Pasquet al Parlamento en octubre, tiene que votar a la lista 1085 en junio. Y por mencionar a la fórmula política más atrevida desde 1971, cuando se constituyó el Frente Amplio: si Ud. quiere asegurarse de votar a un candidato del "Acuerdo por Montevideo" (Ney Castillo en el Partido Colorado), tiene que votar a la lista 185 en junio (la hermana "chica" de la 1085).¿Se da cuenta? ¡Las internas son la madre de todas las elecciones! De ellas emergen directamente los candidatos a presidente, indirectamente los candidatos a legisladores, y en segundo grado los candidatos a intendente. Del resultado de las internas deriva el resto de la configuración electoral del ciclo 2014-105. No votar en las internas (en las que el voto no es obligatorio), pues, equivale a renunciar a una porción importante de los derechos y deberes electorales que nos asigna el sistema. Sí, la democracia representativa impone esas incomodidades: para funcionar necesita que cada ciudadano asista a las urnas tres veces cada cinco años.
CHIÍTAS Y SUUNITAS
En 1991, después que el Partido Colorado perdiera las elecciones y nosotros las bancas de diputados (que creíamos aseguradas por una centuria), volvimos al combate desde el periodismo político y sacamos "SobreTodo", semanario que mantuvimos en la calle hasta las siguientes elecciones. Buscando cubrir también otras áreas con aportes de calidad, Ope Pasquet se comunicó con su viejo vecino y amigo Daniel Heide, todavía en el exterior, solicitándole su colaboración en las páginas culturales. Conociendo las simpatías políticas de Heide (que no eran coloradas), Pasquet, por si hiciera falta, se preocupó especialmente de aclararle la condición explícita y militante que tendría el semanario en sus páginas partidarias. La respuesta de Heide (que yo conocí a través de Pasquet hace más de veinte años, así que no garantizo su literalidad, pero sí su espíritu) fue que no nos afligiéramos aclarando nada, porque después de tantos años fuera del país, las diferencias políticas criollas le resultaban tan incomprensibles como las que separaban a chiítas y suunitas... Nunca olvidé esa ingeniosa reflexión, y durante los casi veinte años que viví en el exterior fue creciendo en mí la sospecha de que Heide tenía razón, y de que era necesario pensar la política nacional de nuevos modos. Hoy, a dos años y pico de mi regreso al país, creo que el Acuerdo por Montevideo y su formulación electoral, el Partido de la Concertación, encarnan cabalmente el esfuerzo de todos quienes lo apoyamos por reinterpretar la realidad, para incidir en ella más vigorosamente. Pero, al mismo tiempo, advierto que persisten diferencias originales importantes, sustantivas, entre los caciques y las tribus locales, en punto a los "intransables" (libertad, república, democracia) y a sus calificativos (la lista es demasiado larga y los matices infinitos, queda para otra vez). Definitiva y afortunadamente, Heide no tenía toda la razón: no somos todos iguales; ¡ni siquiera entre los colorados! Por eso insisto con que hay que involucrarse responsablemente y desde el origen en el triple proceso electoral que se avecina, asumiendo que se trata de una sucesión incremental, cada uno de cuyos pasos se construye sobre el anterior. Dicho de otro modo: hay que votar a conciencia en las internas, para poder elegir mejor en las nacionales, y rematar la jugada en las departamentales. Y termino, a cuenta de mayores desarrollos: los candidatos son importantes (hacen diferencia), pero no se fecundan in vitro. Los candidatos son candidatos de partidos. Y los partidos son más importantes; y cuanto mejor son los partidos, mejor son sus candidatos. Yo soy colorado. Ni chiita, ni suunita, ni blanco, ni frenteamplista. Y creo que ni el Uruguay del pasado puede entenderse ni el del porvenir puede imaginarse sin el aporte del Partido Colorado y del Batllismo. Uno más para atender...
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