domingo, 2 de marzo de 2014

Un poderoso grupo narco amenaza con “parar” el Mundial en San Pablo


Ultimos preparativos. Jerome Valcke, secretario general de la FIFA (a la derecha) junto al ministro de Deportes de Brasil, en el estadio del San Pablo./AP



SAN PABLO. CORRESPONSAL - 01/03/14
clarin.com
 
A 102 días del mayor acontecimiento deportivo de 2014, la inauguración del Mundial en San Pablo, prevista para el 12 de junio, sufre una nueva amenaza. Puede ser objeto del “boicot” no ya de manifestantes sino del mayor grupo delictivo del tráfico de drogas, el Primer Comando de la Capital (PCC).
Con base en la capital paulista, esa poderosa organización mafiosa, que contaría con más de 6.000 “soldados”, ya paralizó esta ciudad en 2006 con acciones terroristas (bombas e incendios de ómnibus). La denuncia provino del Grupo Especial del Combate al Delito Organizado (Gaeco), que depende del Ministerio Público. De acuerdo con ese organismo, los líderes del PCC dijeron que van a “para la Copa” si el gobierno paulista osara transferir a sus presos a una prisión de máxima seguridad.
El informe de inteligencia del Gaeco, que fue publicado por dos medios brasileños, el diario Estado de São Paulo y la revista Carta Capital, reveló que el PCC había montado un vasto operativo para liberar a sus cabecillas, detenidos en prisiones del interior paulista. Confirmado por el gobernador de este estado brasileño, Geraldo Alckmin, el plan de la organización mafiosa previó el rescate del jefe principal Marcos Willians Camacho, alias Marcola. La acción preveía el empleo de helicópteros para retirar a los narcos de las cárceles y de aviones para trasladarlos a Paraguay, donde según la inteligencia brasileña, el PCC tiene una base importante.
Para evitar que la gavilla consiga finalmente liberar a los jefes, el gobierno paulista evaluó la posibilidad de aislar a Marcola y otros dos de sus compañeros bajo un régimen disciplinario muy estricto, en una penitenciaría que queda a 600 kilómetros de la capital paulista. Apostaron, también, a detener al cerebro de la fuga, Marcio Geraldo Alves Ferreira, o Buda. La primera medida sin embargo fue rápidamente revisada. Y de la orden de prisión, por el momento no llegó a efectivizarse; en gran medida por el temor a las consecuencias de esa decisión.
El PCC, de acuerdo con los servicios de inteligencia de Gaeco se extendió y fortaleció a partir de 2006. Los cabecillas, en su mayoría presos, consiguieron controlar la mafia desde adentro de las cárceles y hoy constituyen una organización económicamente poderosa, que ya estableció bases no solo en territorio paraguayo sino también en Bolivia. El dominio de la periferia paulista, a través de la distribución de drogas y de acciones sociales específicas, le permitiría inclusive “interferir en las próximas elecciones de San Pablo”, según sostuvo uno de los mayores especialistas brasileños, el juez Walter Maierovitch. Este experto señaló que a partir de 2006, el PCC “logró poner de rodillas al gobierno (paulista) al punto de obligar a las autoridades a celebrar un acuerdo” con Marcola para poner punto final a un período convulsionado.
Todos las iniciativas de seguridad para la Copa de 2014, tanto del gobierno federal como de las autoridades de los 12 estados brasileños que serán sedes mundialistas, están encaminadas a controlar las manifestaciones populares anti-Copa. En una entrevista con George Braga, secretario de la Copa en la capital pernambucana, el funcionario confirmó que las acciones preventivas apuntaban a evitar el desmadre de las movilizaciones. En San Pablo ocurre otro tanto: el objetivo de la represión policial son las marchas juveniles contra el Mundial. Pero actividades más peligrosas como las que puede perpetrar el narcotráfico no aparecen en el horizonte de las fuerzas de seguridad. Y sin embargo los actos delictivos de las mafias del tráfico de drogas han sido una constante. El año pasado, la catarinense Florianópolis fue asediada durante más de dos meses por bandas que quemaban ómnibus de transporte público y colocaban a la población en pánico. Justamente, el PCC extendió su influencia a Santa Catarina en los últimos 10 años por cuenta del del traslado de sus jerarcas a las prisiones de ese estado.

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