Escritor y periodista Julio Dornel
Don Antonio Rodríguez Correa y su esposa
Señalábamos en nota anterior que nos habíamos reencontrado con el maestro rochense Rodríguez Correa, residiendo en Treinta y Tres, pero sin olvidar su infancia transcurrida entre San Miguel y la frontera de Chuy.
Haciendo generosa referencia a determinadas notas que hemos publicado sobre la Villa Histórica y su gente nos señalaba que las mismas representan una “linda imagen de mi pueblo natal, y llego a emocionarme porque en ellas palpitan recuerdos y nostalgias de aquel 18 de Julio de los años 40”.
Autor de varios libros donde ha documentado su proficua tarea docente, literaria y poética cargada de sensibilidad, ganándose por derecho propio un lugar destacado junto a quienes tanto hicieron para que la Villa ocupara un sitio relevante en la vanguardia de la cultura rochense. Entre aquellos músicos, pintores, escritores y poetas se encontraba el maestro Antonio, que hoy a la distancia sigue prendido a los recuerdos de su infancia.
Prologando uno de sus libros el maestro José María Obaldía, señalaba que “con el autor somos colegas en un oficio de aquellos en los que juegan vivencias muy propias; nombrando lugares de mi pago, apellidos que andan en mi y otros que me llegan envueltos en amistad y otros afectos. Al maestro Antonio lo conocimos en el 80 y pico cumpliendo tareas como corresponsal del diario La Mañana, durante un congreso realizado en la capital del país. Escritor, periodista y maestro, alternó durante 30 años clases de idioma español y literatura en primaria, secundaria, universidad del trabajo y centro de formación docente.
Resulta muy difícil enumerar las distinciones alcanzadas por Antonio durante los últimos años.
En 1979 se adjudica el Premio Departamental de Literatura con el poemario “Camino Interior”, que fuera expuesto en la Biblioteca Vaz Ferreira de Montevideo.
En 1982 llega el Primer Premio a la canción inédita del festival regional de folclore “A Orillas del Olimar” con el tema Raíces.
En 1999 se adjudica el primer premio en narrativa en el Concurso “Serafín J. García” con El retrato del Viejo Usla y mención especial en el 2.001 con el cuento Las Dos Muertes de Leodoro.
Entre sus múltiples obras editadas podemos destacar Campo y Lluvia, poemario para niños y varias publicaciones en las revistas Quiquiriya, Del Pueblo, Cimarrón y Orejano, como así también en suplementos escolares de los diarios capitalinos El Día, El Popular, La Mañana y El Diario.
También incursionó en el periodismo radial conduciendo diversos programas en Difusora Treinta y Tres, Radio Olimar y El Libertador. De esta manera el maestro Antonio fue forjando su personalidad, aprovechando todas las circunstancias para ir enriqueciendo su intelecto. De su pasaje por los centros educativos de la capital olimareña y zonas rurales, nos regala Memorias de Un Tiempo Lindo, con 73 páginas que van desde el discurso patriótico hasta Fallecida con Buena Salud, pasando por anécdotas y vivencias del pago olimareño, con el desfile de personajes inolvidables como la Tota Robaina, el Profesor Roseli, el Dr. Manssur, Enrique Rado y un capítulo especial para sus compañeros Artigas Gandaro, el “Cachín” Muniz, Carlitos Patrón, Pedrito Buzó, el Pepe Vázquez, el Canario Palacios, Rodríguez Cantera, el “Pato” Sosa, Santos Rodríguez, Fredy Silvera, Ramón Salomón, el “Turco” Stolarski, Darwin Perdomo, Ricardo Larrachea, José Mujica, el “Beto” Rodríguez, Rudemar Moreno y muchos otros.
Prisionero de sus propias historias nos ofrece en este libro, un manojo de cuentos y vivencias que fue recogiendo entre sus alumnos, colegas y personajes que transitaban sin rumbo fijo por los caminos del departamento.
GRACIAS QUERIDO JULIO, NOS VIENE AL PELO ESTE ARTICULO PARA UN MERECIDO HOMENAJE AL QUERIDO ANTONIO. ABRAZO FUERTE. DIMAS
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