Luis Eduardo González
"Cada cual habla por su lado, no hay debate organizado"
GONZALO TERRA
El País
-¿Qué opina del nivel de la campaña? ¿Están sobre la mesa los temas que le importan a la gente?
-Parcialmente sí. Hay alguna discusión sobre la
seguridad, que es el gran tema de preocupación de la gente. Hubo un
principio de discusión sobre la educación pero no se concretó en un
debate genuino. Los candidatos tocan temas que le importan al público
pero no hay un debate organizado, cada cual habla por su lado. Aunque
debates en serio no hubo nunca. Como no hay una tradición de debate, los
candidatos no se sienten obligados y así seguiremos hasta quién sabe
cuándo.
-¿Cómo incide esto en el elector?
-A la gente no le interesan los detalles sino que le
gustaría tener un mensaje corto y claro sobre el problema y la solución.
Por ejemplo la discusión sobre izquierda y derecha que maneja la elite y
ese mundo conceptual que construye no es el mismo para la gente común.
Todo esto se disimula un poco porque el que presta más atención a lo que
se dice y se hace es el público más informado y por eso hay una
apariencia de que es una gran campaña cuando en realidad es una campaña
seguida por una minoría de personas.
-¿Con respecto a lo que ocurría décadas atrás el ciudadano está hoy más o menos informado?
-Queda la sensación de que en el pasado había más
actividad y participación, pero eso no estaba necesariamente vinculado a
un seguimiento genuino de los temas. Era una cuestión más futbolera, la
competencia en sí misma. Ver quién gana, sacar al que está, etc. El
entusiasmo por ganar más que el interés genuino por la sustancia.
-¿Por qué cree que Tabaré Vázquez se apuró a anunciar que Danilo Astori será su ministro de Economía?
-Esto no es ciencia exacta, es una opinión. Vázquez
es un político de primera línea, un hombre inteligente. Ya ni siquiera
posa de no político como lo hizo como en algún momento. Todo el mundo
sabe que en la interna Vázquez se corre a la izquierda y después de la
nacional se corre hacia el centro. Lo novedoso es la claridad,
contundencia y momento del anuncio cuando aún faltan seis semanas para
las internas. Varias encuestas coincidieron en señalar una pequeña caída
del Frente y un repunte de los partidos tradicionales. Mi impresión es
que a la gente no le gustó que en sus apariciones públicas Vázquez
minimizara los problemas de la educación o dijera que se exagera con la
seguridad. Al público más informado eso le molesta. El país está mejor
que hace diez años, de eso no hay duda, el bolsillo de la gente está
mejor y más allá del viento de cola, el contexto mundial, etc., el
resultado es un mérito del Frente Amplio. Pero defender zonas
vulnerables donde precisamente el mérito no está es algo que a la gente,
sobre todo a la informada, no le gusta. Eso generó un enfriamiento.
Sigo haciendo una conjetura, pero es como si Vázquez hubiera decidido
agacharse y levantar al Frente pero el peso fue demasiado y al intentar
levantarlo se cayó. Es una caricatura, una exageración, pero esa es la
idea. Entonces, una posibilidad era esperar a que pasara la interna con
el riesgo de que ese daño sea más difícil de restañar. La otra
alternativa, apropiada para un médico, era la cirugía preventiva.
Vázquez hizo dos o tres cosas que son de una claridad tremenda. Astori
ministro de Economía y mano derecha en OPP, se termina el monstruo
bicéfalo que ha dominado esta administración. Y la otra, decir `el
vicepresidente lo elijo yo, a mí me sugieren, pero la decisión final es
mía`. En política esos son los gestos que la gente retiene. Es muy
llamativo que desde la propia izquierda no se haya escuchado un ruido.
Vázquez dijo `yo no estoy para jugar` y `si perdemos la elección va a
ser peor`, y esa es una idea que despabila a cualquiera. Interpreto, no
puedo decir que fue así.
-¿Es posible que la tendencia favorable a Jorge Larrañaga en la interna blanca se revierta y Luis Lacalle Pou resulte vencedor?
-Sí, es posible. La historia de Luis Lacalle Pou es
curiosa. Empezó como un meteoro, una estampida fue su salida al ruedo.
Pero luego de eso entró en una meseta que sugería que podía llegar a
desinflarse. Sin embargo no se desinfló, tampoco mejoró, pero muestra
señales de afirmación y de simpatías crecientes. El problema es que esas
simpatías no necesariamente se traducen en votos. Lacalle Pou puede
estar mejorando su imagen personal porque la gente ve en él una
esperanza a futuro para el Partido Nacional y para el país, pero eso no
significa que lo vaya a votar ahora porque la gente también mira
quién es el candidato apropiado para pelearle a Vázquez. Puede haber en
cinco semanas cambios significativos, pero cada día que pasa es más
difícil. Pero también es cierto que es la única interna competitiva y
por lo tanto puede haber sorpresas. Mirando las cosas desde una
perspectiva más general, si Lacalle Pou pierde la interna por poco y hay
un arreglo político apropiado no quedará la idea de derrota, el que
tiene que hacer el gasto duro es Larrañaga. Lacalle Pou pasa de diputado
a posible candidato vicepresidencial con cuarenta años, y encima es el
defensor del fuerte tradicional herrerista.
-¿Cómo observa a Larrañaga con respecto a la elección anterior?
-Larrañaga hizo un cambio de actitud política muy
importante cuando se desanimó de seguir buscando acuerdos con el
gobierno. Claramente no era su culpa, era ostensible que por ese camino
no iba a ningún lado. Dijo basta y desde ahí ha sido consecuente. Ese
fue su gran cambio y fue muy favorable para sus intereses. Nadie lo
puede acusar de ser un energúmeno incapaz de dialogar. Demostró que lo
hace pero que también dice lo que piensa con todas las letras. Esa es
una virtud más clara en Larrañaga que en Lacalle Pou, que sin embargo
tiene la frescura de lo nuevo y propuestas arriesgadas para un medio tan
tradicional. Pienso que una fórmula con los dos tendría mucha polenta.
No sé si ese será el destino del asunto, pero si gana Lacalle Pou la
fórmula con Larrañaga es improbable hasta por una cuestión generacional.
Lacalle Pou como vice, mirado desde cualquier punto de vista, es un
ascenso y esa foto tendría mucha fuerza.
-En abril de 2009 el Partido Colorado tenía un 7% de
intención de voto. En octubre lo votó un 17%. Hoy, en las encuestas
ronda el 16%. ¿Es ese el techo de los colorados?
-No, de ninguna manera. Incluso, si bien no es lo
más probable, el Partido Colorado podría dar un batacazo. Bordaberry es
un excelente candidato, parte de la opinión informada, por razones que
no termino de entender muy bien, como que lo subvalora, cosa que a veces
le viene bien porque sus adversarios políticos suelen pegarle como si
fuera el padre, pero para cualquier uruguayo es evidente que Bordaberry
no es el padre, es un hombre diferente en todo sentido. Entonces, pegan
donde Bordaberry no está y esa es una forma de progresar políticamente.
Las encuestas muestran que Bordaberry funciona como una locomotora en su
partido. Ya lo salvó en su momento y ahora esa intención de voto no es
en absoluto su techo.
-Los indicadores macroeconómicos muestran que el
país gobernado por el Frente Amplio está mejor que hace diez años.
Entonces, ¿por qué no crece en las encuestas?
-Los problemas para el Frente empezaron hace cinco
años cuando votó un par de puntos por debajo en 2009 que en 2004. Hoy
tiene mayorías parlamentarias en ancas de un piojo. ¿Por qué ocurre eso
si nuestro bolsillo está bien? El problema es de expectativas y
esperanzas más que de contabilidades prácticas. Soy un hombre viejo y la
primera vez en mi vida que escuché a una persona influyente decir con
seriedad que Uruguay podría llegar al club de los países ricos en menos
de una generación fue a fines del gobierno de Vázquez. El que rompió el
hielo fue Astori y después hubo más de una opinión convergente. Está
bien que yo soy sordo pero me consta que nadie está hablando de eso
ahora. Nadie lo siente como una posibilidad real. Además, los uruguayos
se comparan y tenemos visiones de primera mano sobre cómo va el mundo y
la sensación que tenemos es que nos estamos alejando de los países
ricos. Lo que pudo ser ya no es. Es una oportunidad perdida, pareció que
había una oportunidad espectacular pero se escapó. No sé quién tiene
la culpa ni cómo fue, pero el asunto es que se escapó. Los que
estaban con el timón en ese momento es imposible que inspiren el mismo
entusiasmo que antes. ¿Cómo se trata esto políticamente? Son
sentimientos, expectativas, ni siquiera ideas. Ese es el gran problema
que enfrentan los equipos de campaña de los políticos. Un partido que
gobernó con una bonanza espectacular votó menos en 2009 que cuando ganó.
Esa es una prueba de que los uruguayos somos inconformistas. Y ahora,
si no le va peor al Frente es porque se invirtieron los papeles y
Vázquez representa hoy la seguridad que tiempo atrás exhibían los
partidos tradicionales. Es una paradoja.
-¿Puede explicar mejor eso que denomina paradoja?
-La gran virtud de Vázquez ya no es el entusiasmo
que lo llevó a la presidencia en 2005 sino el temor que hizo ganar a
Jorge Batlle en 1999. Para la mitad de la población la apuesta segura y
conservadora es Vázquez. A mucha gente no le gusta esa idea pero es
evidente. Vázquez no es la esperanza de las mieles, es el refugio de
los temores. Es lo que era Batlle hace quince años cuando el Frente
podía ganar. Supongo que Vázquez se enojaría al leerlo pero hace acordar
a (Jorge) Pacheco con el "sabe como hacerlo, ya lo hizo, puede
volver a hacerlo". Eso es hoy Vázquez, eso es Astori. La ciudadanía
compra eso y le interesa porque somos una sociedad conservadora más allá
de lo que cada uno vote. Si eso le va a alcanzar para volver a ser
presidente es lo que vamos a ver en los próximos meses que, sean como
sean, no serán aburridos.
-¿Arriesga un resultado entonces sobre la elección nacional?
-No porque los uruguayos somos inconformistas. Creo
que gana Vázquez pero solo apuesto una hamburguesa. Hay una metáfora que
define a los uruguayos, no la repito porque es violenta para mi gusto,
es un dicho que hizo famosa a una gata.
"En este gobierno, si uno tratara de pasar raya ¿qué es lo que queda?"
-¿Cuánto inciden las intervenciones del presidente José Mujica en la campaña?
-Mujica es escurridizo hasta para eso. Por un lado
está la picardía, las cosas que no podría estar haciendo pero que
tampoco son violaciones evidentes. Por otro lado, en un plano general,
uno puede decir que Mujica, como Jorge Batlle, son personas positivas
para el debate porque cantan la justa, suelen ser muy francos. Hay pocos
ejemplos de una elocuencia tan concisa o brutal como cuando Mujica dijo
`no me la llevan` en referencia a su propia gente en un tema de
educación. Eso es espectacular. Ahora, otro ángulo del problema es si lo
que dice o deja de decir ayuda a Vázquez. Esto es muy opinable, pero si
lo ayuda, es poco. Mujica sigue manteniendo el afecto de mucha gente
pero es como el buen filósofo rey que no era buen gobernante. Está
aquella famosa anécdota que nunca supe si era apócrifa o no, pero
Zabalza contaba que el viejo Sendic decía `si querés estropear un asunto
dáselo al Pepe`, no porque el Pepe fuera malo sino porque era un muy
mal gerente. El asunto es que este gobierno, si uno tratara de pasar
raya, ¿qué es lo que queda? Cuando uno le pregunta a la gente en grupos
focales y motivacionales sobre los éxitos del Frente Amplio todos son de
Vázquez. La gente no sabe muy bien qué es lo que ha hecho Mujica. La
marihuana tiene su importancia, pero son pocos los que dirían que es un
gran éxito. La revista Times dice que está entre las cien personas más
influyentes del mundo, ¡cuánto hace que no estábamos en esa lista! Al
exterior es brutal y tiene alguna clase de impacto, pero en qué se
traduce todo esto en los problemas que le importan a la gente. Esa
sensación de que lo exitoso ocurrió realmente en el primer gobierno del
Frente no creo que sea buena para la izquierda, pero nuevamente, es
difícil manejar este cóctel de cosas tan contradictorias. Para Vázquez,
quizás lo más importante es que el gobierno meta la pata lo menos
posible. Callar a Mujica es imposible, entonces que meta la pata lo
menos posible. El presidente todavía tiene una popularidad personal
relevante, es una figura querida por la mayoría de la gente. Es el
abuelito, y el abuelito es una persona simbólica muy importante en
nuestra sociedad pero no es el que trae el bife.
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