lunes, 21 de abril de 2014

El calendario y la coyuntura electoral Mauro Mego – Edil MPP, E609 Rocha

IDEARIO


La República
IDEARIO 6
La fiebre electoral nos cala hondo, generando muchas veces efectos no deseados sobre el futuro inmediato de las organizaciones políticas que transitan la vía democrática.
En muchos casos, en el interior con intensidad, el calendario electoral parece haberse dado vuelta, y las definiciones que más mueven, más motivan y más se concretan tienen que ver con la última contienda electoral: mayo de 2015, las elecciones departamentales y locales. Pero, ¿Es correcta esta estrategia? ¿Cuáles son los riesgos de pensar en el último partido sin jugar aún el primero?
Las perspectivas de crecimiento del Frente Amplio (FA), más una política activa de décadas de acumulación de fuerzas progresistas de todos los ámbitos ha dado a la interna frenteamplista cotidiana una pluralidad asombrosa y un crisol de sectores y realidades multiplicados cada año. Con ello, legítimamente, muchos compañeros y compañeras se comienzan a considerar para determinadas y potenciales responsabilidades públicas, ya sean electivas o asignadas por resolución política. Recuerdo, a modo de ejemplo, que en un Encuentro Nacional de Ediles del Frente Amplio, en “La Huella de Seregni”, era evidente la multiplicidad de sectores o grupos políticos departamentales, tan variados en su forma de organización como en sus perspectivas y estrategias.
Esto no es malo, en absoluto, pero refleja la atracción que ha suscitado en el interior (histórica y generalmente tradicional) el crecimiento y las chances reales de gobierno del Frente Amplio a partir de esa acumulación, también vale resaltarlo. Pero cuando uno advierte la estrategia de la derecha de erosionar toda chance de obtener mayorías parlamentarias para tener, simbólicamente, un “rehén” de peso para frenar todo tipo de cambio en el rumbo de la izquierda, la cosa se complica. Es saludable y lógica la consigna de que lo próximo (lo local, lo departamental) le resulte mucho más atractivo a la gente, pero debemos reconocer cuanto antes el valor de la exposición de fuerzas de las internas, en donde tenemos competencia, tal vez no tan competitiva, pero competencia al fin, de la cual surgirá un escenario que sin duda alguna condicionará los meses siguientes. Por otro lado, el gran plato de este menú es octubre, en donde todas las fichas de los cambios y de la gobernabilidad están puestas en obtener la mayoría para continuar los procesos iniciados o corregir los que no hemos logrado solidificar e incluso para iniciar nuevos.

Es falsa la idea de que un gobierno dividido (un Ejecutivo de un partido con un parlamento mayoritariamente opositor) pueda generar equilibrios. En absoluto, todo lo contrario, generará tozudez, lentitud, freno y en cierto modo “ingobernabilidad”. Es más falsa aún la idea de que las mayorías las haya inventado el FA en 2005, no es cierto. Siempre ha habido mayorías, y esto hay que conversarlo con la gente, el asunto molesto para los personeros políticos de las élites es que estas mayorías son democráticas y son de izquierda, o para no ser tan ambiciosos, son progresistas. Ese es el asunto molesto.
La cuestión es: resulta legítimo el interés por saber quién será el candidato o candidata a intendente o intendenta en tal o cual departamento, o quiénes serán los integrantes de los municipios (nuevo desvelo de los militantes locales) pero que no se pierda de vista que para eso es importante (tal vez no determinante) obtener un gobierno nacional sólido, con mayorías.
En Rocha, para ejemplificar, es claro que la consonancia entre las líneas políticas nacional y departamental permitió sacar del CTI a un departamento fundido y devastado. ¿Hubiera sido posible si nuestro compañero Chueco Barrios se hubiera tenido que enfrentar a un gobierno nacional de otro partido? Conociendo las prácticas históricas de los partidos fundacionales la respuesta es evidente.
Es importante que sepan los compañeros, los vecinos y cada uno de nosotros contener esas fibras caudillescas que por larga duración conservamos los uruguayos, y ni hablar en el interior. Tampoco restar importancia a la figura individual y caer en el viejo error de votar “heladeras”, eso mucho menos. Conciliar todas esas agendas, esas aspiraciones, sin perder el factor unitario que ha sido la clave de las victorias. No está de más hacer un llamamiento a nuestros compañeros de relieve nacional que muchas veces también son presos de esta vorágine y generan mensajes difusos y fácilmente tergiversados por los interesados en destruir la unidad de las fuerzas de cambio que aún, no tengo dudas, están en el Frente Amplio como herramienta para terminar con lo viejo y sentar las bases de una nueva sociedad. Como todo parto tiene dolores muy fuertes y sinsabores, pero buena cosa es mantener la calma y no alterar el calendario electoral, conciliar y conectar la realidad local y departamental con nuestro país todo, evitando la atomización que nos haga perder de vista que el destino de cada compatriota, lejos o cerca nuestro, vale lo mismo y forma parte de la misma pelea.

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