Estuve
en la puerta del juzgado del Crimen Organizado a la salida de Fernando
Lorenzo y Fernando Calloia luego que la jueza Adriana de los Santos los
procesara sin prisión. Voy a transmitir mis sensaciones y opiniones.
¿Que tendrá que ver esto con el Crimen Organizado?
Lo que más me impactó
no fue la noticia del procesamiento, lo sabíamos todos, estaba en el
aire, sino la declaración de Lorenzo de que se resignaba ante los
fiscales y el Poder Judicial y no apelaría el fallo porque había
presentado todos los argumentos posibles. No tenía nada que agregar. Y
sé perfectamente, como lo sabemos todos los que conocemos a Fernando
Lorenzo que no se resigna, que su defecto es que pelea las cosas más
allá de lo humanamente posible, que es un luchador casi incansable. Esa
definición me golpeó muy fuerte.
Voy
a contar un hecho que necesito relatar: en Sauce había un niño de 7
años al que un tractor le pasó por encima, cuando lo llevaban al
hospital a Montevideo, en la comisaría de la zona ya estaba pronto el
parte del fallecimiento. Estaba
mucho más muerto que vivo, tenía el hígado partido en varios pedazos y
lo salvó un médico que no quiso rendirse y la tremenda voluntad de ese
niño por vivir. No se resignó. Ese niño era Fernando Lorenzo.
Ese
Fernando que se puso al hombro 60 años de fracasos y pérdidas de PLUNA,
que lo hizo con pasión y sin el más mínimo interés personal, que se
jugó por sus convicciones y por su visión sobre la marcha del país desde
la conducción económica, que en el juicio defendió su conducta pero
además defendió al gobierno y a las instituciones con las que compartió
las responsabilidades de todo el proceso, esa misma persona se resignó
ante los fiscales y el Poder Judicial. Que no es lo mismo que resignarse
ante la Justicia.
No
lo dije yo, lo dijo Lorenzo, es notorio que en el proceso del cierre de
PLUNA hubieron errores y cuando un gobierno debe hacerse cargo de todos
sus actos, de los grandes resultados, de los pequeños y de los
fracasos. Pero eso no tiene nada que ver con el abuso innominado de
funciones.
Los
hechos presentados por el fiscal como base de su pedido de
procesamiento no resisten el menor análisis, la acusación de haber
favorecido a una empresa sobre otros tres supuestos interesados no solo
no fue probado – no podía serlo porque no hubo tal posible participación
– sino que quedó totalmente demostrado, incluso a través de los
testimonios de dos de los involucrados, la Embajada de Venezuela y el
Grupo Molinari y a través de la probada y recontracomprobada
inexistencia de Mont Fortelco. No importa, había que seguir adelante y
se siguió.
En
realidad en la fallo de la jueza no hubo ninguna sorpresa, se sabía
desde antes, solamente se postergó unos meses, pero la sensación de la
inmensa mayoría es que todas las cartas estaban jugadas desde antes. Y
así sucedió.
¿La
jueza tiene razón? No es una hipótesis descartable, con esta
legislación que permite cualquier cosa, que es tan laxa y sin límites,
todo es posible. Aunque se desmonten los hechos, aunque no haya pruebas
concluyentes, aunque la doctrina demuestre que los administradores que
efectivamente deben gobernar adoptan medidas y resoluciones que no están
contenidas en ningún manual y que con esta doctrina que avanza en la
fiscalía y el Poder Judicial todos estarán sometidos ahora, pasito a
pasito a la directa intervención judicial.
Esta legislación vigente no es responsabilidad de los jueces, sino de los legisladores.
Imaginemos
por un momento que en el año 2002 se hubiera utilizado el mismo
criterio durante la crisis bancaria y financiera. Hubiera sido el
desbarranque del país. Imaginen la cantidad de veces que un gobernante
nacional y departamental tiene que decidir cosas en medio de las mayores
urgencias y que ahora todos, políticos, empresarios, abogados,
cualquiera estaremos tentados en llevarlos ante el poder judicial para
que resuelva pleitos políticos internos en los partidos, a nivel de los
diferentes partidos entre ellos y por los diferentes intereses privados.
Imaginemos.
El
mensaje es claro, gobernar es flotar, no hacer ola, no arriesgarse,
dejar que los hechos cumplan su ciclo. Y esa es una de las peores
versiones de un gobierno, de un gobernante. Pero ese es el mensaje. No
te juzgarán por tu gestión los ciudadanos, sino los fiscales y los
jueces. Y si a algunos llegan a la convicción de que abusaste de alguna
función innominada te buscarán el mecanismo para procesarte, con prisión
o sin prisión.
Es
la intromisión de un poder del estado sobre otro poder del estado y eso
es muy grave. Tan grave sería que el Ejecutivo interviniera en el
Judicial como viceversa. Y esto está sucediendo.
Decir
como una cantinela que “acataré la resolución de la justicia” como es
de estilo, suena a tomadora de pelo. Está claro que se acatará el fallo,
incluso más, en este caso por parte de Lorenzo, que es el que declaró a
la prensa a la salida del juzgado, tal es el acatamiento que resigna el
derecho a la apelación. No creo que sea precisamente por convicción…
Tal es el respeto por la Justicia que antes de iniciarse el proceso renunció a todos los privilegios de su cargo como ministro.
Claro
que frente a esta avanzada peligrosa de un poder del estado siempre hay
gente que medra, que trata de medrar un poco más, que tiene los
principios enmohecidos. Son los dirigentes blancos (Heber y Lacalle Pou)
que reclamaban que si habían procesado a Zimmer con prisión también
debía procesarse a Lorenzo y Calloia con prisión, no importan los
delitos, la justicia, lo que les importa son sus miserias políticas.
Esto
tiene dos lecturas, por un lado es parte de la miseria actual de cierto
nivel de la política. Supongo que consideran que lo de Zimmer fue una
injusticia, pero en lugar de protestar contra ella, la que se cometió
contra uno de sus correligionarios, (pero adversario en la interna…)
reclaman que la injusticia se aplique contra otros dos uruguayos. Una
maravilla.
Pero
esto sería solo una reflexión parcial si no agregamos que su actitud es
totalmente comprensible considerando al pasado de su gobierno y las
sucesivas embestidas bagualas, es decir de gente de su partido y de su
tradicional aliado actual, que revolcaron al gobierno de Lacalle en el
peor barro de la historia política nacional. Ellos intentan revolcarnos a
todos en el mismo lodo. Difícil para todo el zodíaco, no solo para
Sagitario.
Pero
hay muchas otras derivaciones de este nuevo capítulo bastante
previsible. Me pregunto ¿Cómo es que nos acostumbramos a que este fallo
era previsible? Me parece grave. Se supone que un juicio y todas sus
etapas tienen su valor.
Todo
esto, incluso que a políticos a los que no se los acusa de corrupción
ni nada parecido se los procese, con y sin prisión, mientras que a un
grupo de facinerosos con participación probada en la agresión a
policías, se los procese con arresto domiciliario ¿no tendrá nada que
ver con el hecho de que los policías en el Uruguay tengan la confianza
del 54% de los ciudadanos y los jueces del 24%? (Encuesta de CIFRA del
mes de marzo 2014). Personalmente esta situación me preocupa mucho y me
llena de alarma democrática.
Es
posible que algunos se que consideran que están por encima de la
opinión de los comunes mortales y sus fallos y actuaciones son
indiscutibles esta situación no le preocupe. A mi me preocupa mucho.
También
me preocupa que la reacción frente a un delito tan vago, que se presta
para tantas interpretaciones y una desproporcionada intervención de
fiscales y jueces, como el artículo 162 del Código Penal, no sea solo
derogarlo, sino que se debiliten los mecanismos correctos, precisos,
justos de control de los funcionarios. Al contrario, el rigor es el
mejor remedio contra la ilegalidad y también contra la imprecisión de
las leyes. Estamos hablando nada menos que de la complejísima relación
entre gobernar y respetar las leyes y las instituciones. Uno de los
pilares de la democracia.
Me
parece una barbaridad los países donde los gobernantes nunca son
convocados a asumir sus responsabilidades legales y penales, y ejemplos
próximos tenemos a montones, pero también me preocupa que haya
imprecisión, y discrecionalidad de parte del poder judicial nada menos
en materia penal.
Voy
a estudiar atentamente el documento de la jueza así como voy a seguir
aburriéndolos con este tema. Estas reflexiones valen en aspectos
fundamentales para Lorenzo y para Calloia, pero también voy a seguir el
proceso personal de Fernando Calloia. Corresponde, por él y por el país.
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