A casi
un mes del secuestro de 293 niñas adolescentes nigerianas de una
escuela, por parte de una secta islámica fundamentalista y
terrorista llamada Boko Haram, el presidente de Nigeria ha dicho que
encontrarlas y traerlas de vuelta a sus casas, es prioridad absoluta
de su gobierno.
Por su
parte, los gobiernos de USA, Gran Bretaña y Francia, han enviado
agentes especiales para colaborar y ayudar al gobierno nigeriano.
Y hasta
el Papa Francisco exigió a los secuestradores que devolviesen a las
niñas raptadas.
¿Aplausos
para todos ellos?
Bueno,
no tanto. Porque esto se debería de haber hecho al día siguiente,
máximo una semana, del secuestro.
Empezando
por el presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan , quien no se dio por
enterado del hecho hasta transcurridas unas tres semanas.
A las
tres semanas, y solo porque el reclamo de los familiares de las
niñas, especialmente las madres, tomó estado público e
internacional, Jonathan dijo ante la prensa extranjera que estaban
haciendo lo que se debía hacer, pero que ni pensaba decir en qué
consistía eso que se debía hacer, para no alertar a los
secuestradores.
A las
tres semanas y media, cuando ya el reclamo se había trasladado,
primero a los ciudadanos nigerianos residentes en el exterior que
realizaron manifestaciones frente a las embajadas de su país en
Londres, París, New York y Washington. Y segundo, al ser conocidas
dichas manifestaciones por los medios de prensa internacionales que
las cubrieron, el clamor se alzó desde las organizaciones no
gubernamentales, las feministas, las de derechos humanos y
celebridades varias, entre ellas la actriz Angelina Jolie y Malala
Youseff, adolescente pakistaní quien sufrió en carne propia, con
una bala en la cabeza, la intolerancia talibana por tratar de ejercer
su derecho a la educación.
A todo
esto las redes sociales, sobretodo el Facebook, seguían reventando
de mensajes de todos partes del mundo, exigiendo al gobierno
nigeriano se pusiese las pilas, moviese el traste y saliese a buscar
a las niñas.
Buen,
solo después de todo eso, el presidente Jonathan tomó nota y envió
a su Ministra de Economía, ya que esto era al fin y al cabo, cosa de
mujeres, al frente, para que explicase a la CNN qué es lo que
estaban haciendo. La Ministra hizo
exactamente eso. Con un candor y honestidad brutales, admitió que no
solo no tenían idea de donde estaban las colegialas, sino que agregó
que ni siquiera sabían por donde empezar a buscarlas. Y mucho menos,
cómo hacerlo. Que no tenían los medios ni los recursos necesarios
para llevar adelante tal emprendimiento, y pidió ayuda a los
gobiernos de “cualquier país que nos pueda ayudar.”
Por
suerte, los gobiernos de USA, Francia y Gran Bretaña escucharon ese
pedido y respondieron rápidamente. Eeeehhh, no, no fue tan así.
En
realidad lo que sí escucharon y leyeron en Facebook, (Tweeter etc.)
esos gobiernos, fueron las puteadas de miles de ciudadanos que les
exigían gentilmente que también se pusieran las pilas, moviesen sus
trastes y ayudasen a los nigerianos a buscar y traer de vuelta a las
niñas.
Lo que
demuestra, una vez más, que los políticos y los gobiernos de todos
lados, siguen caminando dos cuadras atrás de la gente común y
corriente. Y subestiman la poderosa herramienta que los medios
sociales significan en manos de los ciudadanos.
Tal
como dijo la colombiana Ingrid Betancour, al ser rescatada de la
selva en donde estuvo cautiva junto a otros rehenes de las FARCS y
antes de que le ofrecieran un millón de dólares por escribir un
libro sobre su odisea:- “¡Lo que pasó en la selva, se queda en la
selva!”-, el presidente Goodluck Jonathan pensó que lo que sucedía
en Nigeria, quedaba en Nigeria. Al fin y al cabo, pasado un pequeño
clamor internacional, nada sucedió cuando su gobierno decretó la
ilegalidad de la homosexualidad. Medida basada en lo que dice la
religión evangelista cristiana que él, como la mayoría de los
habitantes del sur de ese país, profesan. Los del norte son
islamistas.
Por su
parte, Obama, Hollande y Cameron, no pensaron que a sus ciudadanos
les iba a importar demasiado lo sucedido a un grupo de niñas de una
escuela en una remota aldea de Nigeria. Porque saber lo que había
pasado, seguro que lo sabían.
Si
hasta deben saber que estoy sentada en este mismo momento frente la
compu, escribiendo pestes sobre ellos.
Y los
que también subestimaron el poder de las redes sociales, fueron los
amorosos integrantes del grupo terrorista islámico fundamentalista
Boko Haram (no confundir con los creyentes musulmanes normales y
corrientes…) que pensaron, como pensó el presidente Jonathan, que
lo que pasaba en Nigeria, quedaba en Nigeria.
En su
infame video reclamando la autoría del aberrante secuestro, el líder
del grupo dijo que las niñas fueron raptadas por ir contra el Corán.
O sea, querer estudiar. Cosa que según ese señor barbudo y de
turbante, que sonreía todo el tiempo mientras decía una sarta de
imbecilidades, el Corán no permite. Y advirtió a todas las niñas
que de seguir intentando copiar las costumbres occidentales,
correrían el mismo destino. Ser secuestradas para luego ser vendidas
en los mercados humanos. Porque su deber es ser esposas y madres.
Aseguró
que Alá le había ordenado raptar y vender a las niñas.
(Irónicamente, al igual que el dios evangélico le ordenó al
presidente Jonathan penalizar la homosexualidad.) Y como para
terminar el mensaje con una nota alegre, señaló que luego matarían
a todos los infieles. Esto último me hace pensar que el mensaje de
Francisco exigiendo la pronta liberación de las chicas, no va a dar
resultado.
La
cuestión es que, con la ayuda de USA, Francia y Gran Bretaña
aseguradas, Goodluck Jonathan está contentísimo con su buena
suerte, (Sorry, no resistí la tentación…Goodluck quiere decir
buena suerte…¿se entiende? Goodluck tuvo buena suerte…¿lo
agarran?) y ahora habla hasta por los codos.
Y en su
última declaración a la prensa, aseguró que ahora tendrán chance
de terminar con los terroristas de Boko HAram para siempre. ¡Y se
acabó el problema!
Me
quedo mejor con lo que dijo su Ministra de Finanzas al explicar con
igual candor y honestidad ante la CNN, que “el problema” se
solucionaría solo cuando, tanto su país como otros de la misma
región, terminasen con esa cultura ancestral de considerar a las
mujeres como propiedad de los hombres. Que se pueden vender y comprar
como si fuesen una vaca o una casa.
Cuando
se prohibiese la costumbre, también ancestral, de casar a niñas de
entre 8 y 15 años con hombres de 20, 40 y hasta 70 años de edad.
Y
cuando todas las niñas tuviesen el derecho de estudiar, además de
los otros derechos que tienen los niños.
Es
decir, cuando se deje de utilizar religión y costumbres ancestrales
para justificar el machismo.
No sé
si podrán encontrar a esas pobres niñas ni tampoco, si lo hacen,
cual será su futuro en un país en donde serán rechazadas por estar
“impuras”.
Solo
creo que su sangre derramada, debería caer sobre las cabezas del
presidente de Nigeria, de USA, de Francia, Gran Bretaña y el resto
de los que pudiendo haber hecho o dicho algo a tiempo, se tomaron
casi un mes para hacerlo. L.M.V.
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