Para lagrimear Consuelo Pérez
Montevidep Portal
Edila por sector ProBa, Partido Colorado. Integrante actual de la
Comisión de Derechos Humanos de la Junta Departamental de Montevideo.
Integrante actual de la Comisión de Medio Ambiente y Salud de la Junta
Departamental. Integrante de la Red de Mujeres Políticas.
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La noticia divulgada por el gobierno uruguayo con relación a su
intención de traer al país entre 50 y 70 niños huérfanos con sus madres,
que se encuentran actualmente en un campo de refugiados en Jordania,
incorporó lágrimas y nudos en la garganta al desayuno de muchos
uruguayos.
Y no es para menos, porque la situación de muchos colectivos
desprotegidos en el mundo entero, nos dan cuenta de las desgracias del
género humano, y de la miseria que significa la vida para grandes
sectores de la humanidad.
Estos niños sirios son huérfanos, o están abandonados, aunque estén
junto a sus madres. Aún así están “mejor” que los “niños de la guerra”
africanos. Que comienzan a cargar el fusil a los seis o siete años. Y
hace muchas décadas que eso acontece. Pero sería demagógico (sic) y
abusivo extenderse en análisis de este tipo, desde nuestra bonanza
económica.
Ciertamente, convengamos en que toda acción de ayuda, por menor que
sea, aporta. Pero cuando se suma a otras intenciones “humanitarias”
recientes, a propósitos de poblar el país con extranjeros, a intenciones
de traer chinos, y a otras propuestas, todas naufragadas en la nada, es
entendible la actitud socarrona con que la población se expresa en los
distintos medios con relación a este asunto, lo que es al menos muy
triste, dado el objeto de la idea.
A su vez, escuchar al canciller mencionar que el presidente está
aplicando “un viejo principio artiguista para que tengan una mejor
condición de vida”, nos hace pensar primero en Artigas (¿?), y nos hace
pensar también en las condiciones de vida de muchos uruguayos, de
muchos niños uruguayos que sin guerras, que sin persecuciones, que un
país sin catástrofes naturales y que viene de gozar una bonanza
económica que difícil se repita en el mediano plazo, viven en la miseria
más absoluta.
A los que vemos a diario alimentarse de la basura, y a los que vemos
desempeñando tareas de recolección de residuos junto a sus padres. Ni
pensar en la escuela, por supuesto.
Dicho en términos de justicia estatal, en términos de administración,
y sin ánimo de ofender, ¿es de esperar para los olvidados o
desprotegidos niños uruguayos, que los niños sirios ingresen por el
final del escalafón, que es lo que la justicia social implicaría?.
¿Deberán transitar las mismas miserias? Porque si es así, habría que
advertírselos a los que vendrían. Y si no las transitan, sería una
injusticia para los de aquí.
Cualquier escenario es inquietante y abrumador en ese sentido.
Pero quizá para la fecha en que los sirios lleguen, dada la prontitud
con que los temas de carácter social se han resuelto en los últimos
años, ya no haya miseria infantil en el país.
Claro, otra opción, y atendiendo a lo expresado por Mujica con
relación al momento de su retiro, es que los 30 niños que se propuso
adoptar para su chacra, sean sirios.
De todas formas, esperamos lo mejor.
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