Escritor y periodista Julio Dornel
Hace 11 años en la
contratapa del semanario ZONA CHUY, evocábamos los primeros potreros
del fútbol fronterizo, donde se destacaba la cancha de QUELO en
territorio brasileño como escenario natural para los primeros
encuentros disputados en la década del 30 entre los clásicos
rivales. Era el examen final para que algún joven pudiera debutar
en la primera de algún equipo de la liga, o donde solían terminar
algunos veteranos vencidos por los años. Partidos matutinos para no
perjudicar el campeonato oficial y observar gurises que pretendían
un lugar en el equipo oficial. Era el ascenso esperado tras muchos
años de picado callejero masticando rabia y quizás soñando con
algún cuadro de la capital. Promediaba la década del 50 cuando
algunos vecinos consiguen el campito de Amaro Sosa, para delinear de
alguna manera, algo parecido a una cancha de fútbol. “La Corea”
estaba perdida entre los últimos metros del continente brasileño
con sus palos redondos y algún travesaño atado con alambre para que
pudiera aguantar algún proyectil que estremecía los viejos
eucaliptos. Para empezar la temporada un verdadero trabajo de
ingeniería: se quitaban los tacuruses, se rellenaban los cangrejos,
se intentaba marcar la cancha y hasta rellenar el área para que la
globa no hiciera sapitos en los días de lluvia. “La Corea” era
una cancha brava y heroica que con el paso de los años se convirtió
en zona residencial cuando la calle Panamá le pasó por arriba en
forma irrespetuosa. Allá por el 60 la vida futbolística de la
infancia estaba centralizada en “La Corea” donde los cuadros
barriales todavía no pisaban el SAMUEL PRILIAC. Allí se daban cita
al margen de los protagonistas, los “observadores de potrero” con
la intención de recomendar los mejores gurises. Sin embargo un “mal”
día nos encontramos con los cimientos del primer rancho sobre el
área que daba para el pueblo. A los pocos días llegó el desalojo
y la necesidad de buscar nuevos horizontes. Cruzando la ruta en
territorio uruguayo estaban algunos predios cercados por eucaliptus
que ofrecían las condiciones naturales para suplantar a “La
Corea”. Todo sucedió muy rápido, y a los pocos días ya se
estaban jugando los primeros partidos en la cancha “Los Ocalitos”
como fue bautizada desde el primer momento. Por lo general la
supremacía estaba ejercida por las representaciones de San Lorenzo y
Juventus, aunque alternaban con buenos equipos Preguiño, Celti, San
Pablo, Áyax, La Cuchilla, Palestino y Transper entre otros. De esta
manera desfilaban por la cancha de los “Ocalitos” hoy sepultada
por toneladas de cemento y hierro, algunas figuras que alternaron
durante muchos años en las selecciones locales. Fuimos testigos de
actuaciones notables del “Mosca” Silvera, Ilde Ventura, el Bibe
Selayaran, Jorge Silva, el Bizcocho Ramos, y el Coco Papaiani entre
otros. Pero también un día llegaron las topadoras y el déficit
habitacional, le dio paso al nuevo núcleo de viviendas denominado
COVICHUY. Un recuerdo que pretende evocar a todos los deportistas
que pisaron las canchas barriales del futbol fronterizo. En primer
término Olmiro Pereyra fundador del Club A. Atlanta y su ayudante
Pedro Vidal y en segundo término una de las tantas formaciones del
Club A. Juventus: Walter Fernández, Artigas Fernández, Marzal
Saldivia, Edgar Saint Esteven, Jorge Mello, Miguel González, Mario
Fernández, Milton Ferreira y Lucero.
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