viernes, 18 de julio de 2014

“QUERIDA HERLINDA: MAESTRA, DIRECTORA, MADRE, AMIGA…” Por Julio Dornel



                                                Escritor y periodista Julio Dornel


Periodista Víctor Velázquez

Bajo el título de UNA MUJER, el periodista lascanense Víctor Velázquez, señalaba hace algunos años en su publicación semanal TRES ISLAS, que “recreamos hoy una página que el estimado coterráneo Héctor Hugo Lafuente, dedicara a aquella insigne mujer que fuera la maestra Herlinda Lovisetto de Eismendi, directora-fundadora del liceo de Lascano. Fue allí en la Escuela Nº 3. Fue allí en la Escuela Grande, como la llamábamos con cariño, donde comenzamos a nutrirnos de la enseñanza que perfecciona al niño y lo ensambla como estudiante, capaz o no, de acuerdo a su inteligencia y entrega, pero llevándose siempre las alforjas llenas de consejos humanos, de profundo respeto al maestro y al compañero. La voz pausada de doña Herlinda, la energía puesta de manifiesto en su paso ágil, contagiante siempre con su espíritu altruista, capaz de conmover con su esfuerzo optimista, doctrina firme y decidida, interesándose por su tierra porque en ella vive el hombre, con sus defectos y virtudes, generalmente superando el comportamiento individual para incorporarlo en definitiva a lo colectivo. Al solcito de los recreos, la brillante campanilla levanta su pendular sonido, apartando alguna riña o pidiendo el descanso previo al ingreso a clase. ¡Cuanto rezongo piadoso! La penitencia para el más travieso. La sonrisa amplia para el gesto ejemplar. La sopa en el comedor. El cultivo de la huerta. El florido jardín. Las piñas a la salida. Legajo interminable de vivencias escolares que se apretujan en enjambre de gratos recuerdos. Cuando el DESTINO desgajó su querido árbol familiar para quitarle una de las ramas jóvenes, en la noche triste aguijoneaba mientras su corazón sangraba miel sombría, cual alma en sueños, en búsqueda de luceros claros. Se levanta la mañana tibia que sonríe, mientras vellones de nubes descansan en el azul del cielo. Y al influjo de un violín que late recorriendo pentagramas ancestrales, aparecen bríos, volviendo animosos los versos de Antonio Machado: “Caminante no hay camino/ se hace camino al andar”. La enseñanza es su vida, el fecundo legado que seguirá entregando en el liceo lascanense. El silencio turbio del espejo desdibuja bronces de alegría para cambiarlos por caravana añosa de tristeza. Se truncan las ideas visionarias, pues también en el hombre está la mezquindad. Una nueva herida queda marcada a fuego en el nostálgico árbol. Las hojas han caído marchitas por la amargura. La voz cansina y bonachona de don Ángel. El tumulto de colegiales que emergen al salir en desorden, de cualquier escuela. Alegría infinita de gritos nuevos que agitan ciudades viejas. El abrazo afectuoso de profesores, maestros, amigos, ex alumnos. Tanto afecto de tantos, cobijando el vacío de las pequeñas cosas.” En la parte final del artículo la triste realidad de los acontecimientos.”Pero aún el destino, mientras de guarda negativas expresiones, mutilándole otra rama, mientras de ésta recibía la profundidad de su sentimiento, enclaustrando melodías lentas que se esparcían abarcando el amplio entorno de futuro y esperanza. La llama fulgurante de la vida empuja el arma del coraje. ¿Por qué alguien que tanto ha dado sin pedir nada ha recibido el peor pago por sus caros desvelos? Querida Herlinda, maestra, directora, madre, amiga: hoy todos somos tuyos. Nos cobijamos en tus ramas maduras para constituirnos en nidos llenos de polluelos que quieren vivir, crecer y madurar primaveras en la metamorfosis eterna de la azarosa vida.”
(Año 1985, tras la muerte de Carlos Julio Eismendi Lovisetto (Becho).

No hay comentarios:

Publicar un comentario