Escritor y periodista Julio Dornel
Periodista Víctor Velázquez
Bajo el título de UNA MUJER, el periodista lascanense
Víctor Velázquez, señalaba hace algunos años en su publicación
semanal TRES ISLAS, que “recreamos hoy una página que el estimado
coterráneo Héctor Hugo Lafuente, dedicara a aquella insigne mujer
que fuera la maestra Herlinda Lovisetto de Eismendi,
directora-fundadora del liceo de Lascano. Fue allí en la Escuela Nº
3. Fue allí en la Escuela Grande, como la llamábamos con cariño,
donde comenzamos a nutrirnos de la enseñanza que perfecciona al niño
y lo ensambla como estudiante, capaz o no, de acuerdo a su
inteligencia y entrega, pero llevándose siempre las alforjas llenas
de consejos humanos, de profundo respeto al maestro y al compañero.
La voz pausada de doña Herlinda, la energía puesta de manifiesto en
su paso ágil, contagiante siempre con su espíritu altruista, capaz
de conmover con su esfuerzo optimista, doctrina firme y decidida,
interesándose por su tierra porque en ella vive el hombre, con sus
defectos y virtudes, generalmente superando el comportamiento
individual para incorporarlo en definitiva a lo colectivo. Al
solcito de los recreos, la brillante campanilla levanta su pendular
sonido, apartando alguna riña o pidiendo el descanso previo al
ingreso a clase. ¡Cuanto rezongo piadoso! La penitencia para el más
travieso. La sonrisa amplia para el gesto ejemplar. La sopa en el
comedor. El cultivo de la huerta. El florido jardín. Las piñas a la
salida. Legajo interminable de vivencias escolares que se apretujan
en enjambre de gratos recuerdos. Cuando el DESTINO desgajó su
querido árbol familiar para quitarle una de las ramas jóvenes, en
la noche triste aguijoneaba mientras su corazón sangraba miel
sombría, cual alma en sueños, en búsqueda de luceros claros. Se
levanta la mañana tibia que sonríe, mientras vellones de nubes
descansan en el azul del cielo. Y al influjo de un violín que late
recorriendo pentagramas ancestrales, aparecen bríos, volviendo
animosos los versos de Antonio Machado: “Caminante no hay camino/
se hace camino al andar”. La enseñanza es su vida, el fecundo
legado que seguirá entregando en el liceo lascanense. El silencio
turbio del espejo desdibuja bronces de alegría para cambiarlos por
caravana añosa de tristeza. Se truncan las ideas visionarias, pues
también en el hombre está la mezquindad. Una nueva herida queda
marcada a fuego en el nostálgico árbol. Las hojas han caído
marchitas por la amargura. La voz cansina y bonachona de don Ángel.
El tumulto de colegiales que emergen al salir en desorden, de
cualquier escuela. Alegría infinita de gritos nuevos que agitan
ciudades viejas. El abrazo afectuoso de profesores, maestros, amigos,
ex alumnos. Tanto afecto de tantos, cobijando el vacío de las
pequeñas cosas.” En la parte final del artículo la triste
realidad de los acontecimientos.”Pero aún el destino, mientras de
guarda negativas expresiones, mutilándole otra rama, mientras de
ésta recibía la profundidad de su sentimiento, enclaustrando
melodías lentas que se esparcían abarcando el amplio entorno de
futuro y esperanza. La llama fulgurante de la vida empuja el arma del
coraje. ¿Por qué alguien
que tanto ha dado sin pedir nada ha recibido el peor pago por sus
caros desvelos? Querida Herlinda, maestra, directora, madre, amiga:
hoy todos somos tuyos. Nos cobijamos en tus ramas maduras para
constituirnos en nidos llenos de polluelos que quieren vivir, crecer
y madurar primaveras en la metamorfosis eterna de la azarosa vida.”
(Año 1985, tras la muerte de Carlos Julio Eismendi
Lovisetto (Becho).
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