miércoles, 6 de agosto de 2014

Holocausto palestino por Leopoldo Amondarain





Alguna vez lo dije que basta que se diga que los judíos no saben jugar al truco para que en forma inmediata el que lo haga sea tachado de genocida y antisemita. Como autodefensa publicitaria no deja de ser ingeniosa, máxime que prolijamente se han acostumbrado a su papel de víctimas de cuántas persecuciones han tenido en su milenaria vida. Llama la atención que un pueblo de los más viejos del mundo haya sufrido tantas guerras de parte de los distintos pueblos del orbe. Cuanto más cultos y más fuertes, más encono sufrieron. Cierto es también, que las veces que han tenido la posta han hecho lo mismo que le hicieron a ellos. Hoy les ha tocado a los pueblos arábicos, después claro está (1948) de su creación formal como Estado de Israel, diminuto en sus orígenes y que fue agrandándose con sucesivas guerras mediante. Aprovecharon el interés del imperio mayor yanqui en el petróleo que en el Lejano Oriente abunda y su producción es la llave del dominio mundial. Cual “lapa” marchan pegados a los intereses yanquis como una potencia subalterna pero con su permanencia asegurada. En todos los asentamientos se ha marcado una diferencia (por los EE.UU.) con una permanente supremacía bélica que se arrastra principalmente desde la Guerra Fría. Los yanquis no podían permitir el peligro de que el petróleo quedara en manos rusas y su ente testigo fue un Israel armado hasta los dientes con implementos de guerra de última generación, que asegurara el dominio yanqui sin quemarse demasiado ellos. Teniendo en cuenta además, las bombas atómicas, que las tienen por “generosidad” norteamericana. O sea mayor superlativo dominio agresivo no se puede pedir. Me dirán de los crímenes palestinos y familias judías que también les tocó caer. Pero hay una pequeña diferencia, mientras los palestinos y los árabes caen generosamente en defensa de su patria, de sus dunas, de su soberanía y derecho a ser libres y dueños de su destino, la U.S.A. y su socio, lo hacen para obtener el petróleo generoso de su subsuelo, que es árabe. Mientras masacran cuatro escuelas o más de la ONU, llenas de criaturas y familias, todas civiles, viene al caso también cuando en 1982 el Halcón Sharón barría no contra soldados sino también con familias árabes en Sabra y Chatila y bombardeos del sur del Líbano y terminó siendo juzgado por crimen de lesa humanidad en la Haya a la que nunca fue entregado, viviendo y muriendo en su fastuosa mansión en Jerusalén. Es obvio que en toda guerra hay excesos y las culpas muchas veces repartidas, pero creo que “Tata Dios” puede juzgar mejor que nadie entre la justicia del amor y el desborde imperialista de los malvados. Esto, lamentablemente, no termina hoy. El mañana es largo y por etapas, hay intereses de por medio de grandes imperios particularmente por el petróleo. Nadie hace una guerra fratricida como es ésta para disputar el mercado de las aceitunas o de los dátiles. Pero sí por los barriles de petróleo. Aún falta mucho. No entraron a jugar los persas, Irán es una nación poderosa. Menos tal vez que las que tienen bombas atómicas, que nadie se las cuestiona. Pero tarde o temprano pueden llegar a ellas. Y ese día, con muchas razones válidas, el rumbo de estas conflagraciones puede cambiar. O sea la justicia aunque tarde pero llega. Y la probidad de los hombres por ser liviana tarda mucho más en llegar. Cristo, el Mesías, dijo aquella famosa frase que no es válido deformarla: “dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” y en esos repartos no se olviden de los débiles que hoy sufren el holocausto de sus hijos incluyendo los recién nacidos, en escuelas de la ONU con bombardeos de última generación. Los árabes y sus socios los persas, son también seres humanos, merecedores de respeto y derecho a una vida digna y respetada.

Leopoldo Amondarain
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