domingo, 19 de abril de 2015

EDUARDO GALEANO: “DE FÚTBOL SOMOS”´ “ESCRIBIR CON EL CORAJE DE OBDULIO”. Por Julio Dornel.




Ya lo sabemos, las letras están de duelo por la muerte de Galeano. Lo que no sabemos, es la forma de tributarle nuestro reconocimiento sin caer en las frases trilladas o en el sentimentalismo tan común en estas oportunidades. Nos vamos entonces, en procura del deportista apasionado por el fútbol, que un día reflexionaba de esta manera ante la eliminación de nuestra selección en un campeonato del mundo. “El lunes se detuvo el vuelo de las moscas, el amor de los amantes, la lucha de clases y todo lo demás. No hay país más futbolizado que el nuestro. Aunque tiene menos habitantes que la sola ciudad de Roma y su escasa población crece poco o nada, el Uruguay sigue generando en proporción , la mayor cantidad de practicantes y teóricos en mundo entero. El país produce un asombroso número de habilidosos jugadores, hinchas fanáticos y sesudos ideólogos. Los jugadores se van porque aquí adentro no hay quien los pague. Los hinchas y los ideólogos se quedan porque allá afuera no hay quien los compre. En el partido contra Italia, nosotros los hinchas apostamos a un milagro. Pero el milagro era imposible. Los orientales ateos por convicción y tradición, solo tenemos un Santo que nos escucha. Pero San Cono estaba sordo o se hacía. Él es italiano y a la hora de elegir no olvido su cuna, aunque se haya venido a vivir a la uruguaya comarca de Florida. No habiendo ningún otro Santo milagrero digno de confianza, o al menos disponible, nos encomendamos a la garra charrúa que invoca al coraje y a la furia de nuestros indios, exterminados hace un siglo y medio. La garra charrúa asomó en aquel último minuto, en el fogonazo de Daniel Fonseca, pero mucha más garra habían demostrado los muchachos de Camerún que sorprendieron al mundo, o los de Colombia en su dignísimo partido contra Alemania, o el prodigioso Maradona que venció a Brasil con un tobillo tan inflamado que el pié no le cabía en el zapato. Estábamos entre el fervor y el pánico. Y el milagro no fue. Y en este país castigado por el hambre y el invierno nos hemos quedado, sin te ni yerba de ayer, desnudos y sin milagro. Como todos los uruguayos, de niño quise ser jugador. Por mi absoluta falta de talento, no tuve más remedio que hacerme escritor. Y ojalá pudiera yo, en algún imposible día de gloria, escribir con el coraje de Obdulio, la gracia de Garrincha, la belleza de Pelé y la penetración de Maradona. En nuestro país, el futbol es la única religión sin ateos, y me consta que también la practican en secreto, a escondidas cuando nadie los ve, los raros uruguayos que públicamente desprecian al fútbol. Un buen jugador es una mercadería muy valiosa que se cotiza y se compra y se vende y se presta según las leyes del mercado y la voluntad de los mercaderes. La pasión de jugar por jugar, la libertad de divertirse y divertir, la diablura inútil y genial se van convirtiendo en temas de evocación nostalgiosa. El sur no solo vende brazos, sino también piernas, piernas de oro, a los grandes centros extranjeros de la sociedad de consumo, que al final de cuentas son los únicos inmigrantes que Europa acoge sin tormentos burocráticos, ni fobias racistas”. Un enfoque genial sobre la realidad de nuestro fútbol. Lo dijo Eduardo Galeano.

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