AYER Y HOY.
La calle sin urgencias nos regalaba tiempo para
visitar amigos, acercándonos más a los pocos vecinos de la aldea. Fue
siempre “la Internacional” de tierra y arena, que zigzagueando entre los
dos países, se burlaba de los tratados internacionales que pretendían
demarcar límites imaginarios para separarnos. Un día nos sorprendimos
con la llegada del primer automóvil, el teléfono, la televisión y el
crecimiento demográfico más alto del país. Casi sin darnos cuenta hemos
llegado a los 77 años de aquel lejano enero de 1938 en que el Poder
Ejecutivo nos otorgo la categoría de pueblo
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