Escritor y periodista Julio Dornel
Dentro del panorama globalizado que se vive en esta frontera, queremos destacar el papel que han jugado las comunicaciones telefónicas, que mediante una tecnología de avanzada han logrado en los últimos años un excelente grado de eficiencia. Hace solamente 20 años que se produjo nuestro primer contacto con el celular, cuando observamos a un despreocupado turista que mantenía una conversación a distancia, mientras disfrutaba de un “whisky” junto a la piscina.
Pocos meses más tarde la escena se podía multiplicar indefinidamente en todo el territorio nacional y aún en los lugares más insólitos de la ciudad, del campo o de su propia casa. El teléfono móvil nos hizo entrar en una nueva era de las comunicaciones al conectarnos a la red de Antel, haciendo que este sofisticado aparato nos permitiera un contacto inmediato con un mundo cada vez más pequeño. Estamos viviendo a toda velocidad y ese aparato representa un símbolo de los nuevos tiempos con bajo costo y una libertad total en materia de comunicación. Con una velocidad digna de los tiempos que corren el celular se ha convertido en un servicio indispensable y de “primera necesidad” agilizando las comunicaciones entre sus usuarios.
LOS CHASQUES, LAS DILIGENCIAS Y LAS PULPERIAS.
Sin embargo los comienzos de las comunicaciones fueron totalmente distintos. Un trabajo del maestro Félix Flugel recoge algunos antecedentes de la prensa capitalina donde figuran La Barra y esta ciudad vinculada directamente al progreso de las comunicaciones telegráficas. Señala Flugel que hasta que fueron creados oficialmente los correos, las cartas se confiaban a los mayorales de diligencias quienes las dejaban finalmente en las pulperías. Hasta que un día como manifestación de progreso llegó la comunicación instantánea a través de un hilo de alambre garantizando su reserva mediante el sistema ideado por Morse.
El gobierno de Berro en 1862 había patrocinado el proyecto de don Eduardo Will para unir por cable submarino nuestro país con Europa. La concesión que sería por 50 años a Well, fue aprobada en Diputados, pero el Senado hizo naufragar la iniciativa. Mientras esto sucedía, en Brasil el Barón de Mauá que dirigía la BST (Brazilian Submarine Telegrapf) proyectaba el tendido terrestre desde Montevideo a Río con hilos telegráficos, siguiendo desde la capital imperial a Europa por el cable submarino. En 1870 los trabajos estaban muy adelantados entre Río y Europa, mientras que en dirección al Plata el cable llegaba al puerto de Río Grande. En el invierno de 1873 apareció frente a Montevideo el buque cablero inglés “Mazeppa” destinado a fondear el cable hasta Río grande. En julio de 1874, Montevideo y Buenos Aires se unieron telegráficamente con el Viejo Mundo. Los despachos argentinos se cursaban por cable submarino de Buenos Aires a Colonia y de allí seguían vía terrestre a Montevideo y luego hasta el Chuy donde finalizaban las líneas de la empresa del Platino Brasilero controlada por Mauá.
En los primeros años se utilizaban mensajeros a caballo desde nuestra frontera a la ciudad de Río Grande. Luego proseguía hasta Río de Janeiro donde era retransmitido por el cable suboceánico hasta Europa. Los primeros cables enviados desde Montevideo fueron firmados por Andrés Lamas, mientras que el primer despacho argentino lo firmó Faustino Sarmiento. Por su parte nuestro país dispuso de sus primeras líneas telegráficas en noviembre de 1872 durante el breve gobierno de Gomensoro. Se trataba de la Compañía Platino- Brasileño, cuya red hasta el Chuy estaba controlada por el barón de Mauá.
De todas maneras transcurrieron más de 100 años desde los tiempos en que un telegrama para Madrid o París necesitaba, además de las inestables redes terrestres, un cable bajo el mar hasta el Chuy y luego los chasques a caballo hasta Río Grande. Señaló Flugel además que en otro artículo publicado en el diario El Liberal de Santa Vitoria en mayo de 1978 dice sobre el mismo tema que “el Chuy uruguayo recibió el telégrafo en 1890 inaugurado por el ramal Santa Vitoria- Chuy construido por el Telégrafo Oriental en la misma época en que la Western Company, concesionaria del cable submarino en América del Sur, procedía a la unión de los cables de Morse entre los dos países en la casa de Hierro junto a la desembocadura del arroyo Chuy en el Atlántico. Como podemos apreciar existen discrepancias sobre algunas fechas. Hay quienes señalan que en realidad fue en el año 1904 que la línea fue extendida hasta la frontera donde ya existía un núcleo poblado, comisaría, aduana y algún despachante.
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