Ignorando los avances tecnológicos que nos ofrecen los medios de comunicación la maestra “Chela” Masollo, recurre al correo para marcar “presencia” en los eventos conmemorativos de la escuela Nº 28, “República Federativa de Brasil” al cumplir sus 110 años de existencia. Más que una carta, se trata de un valioso documento dirigido al Director de Radio Chuy, recordando su participación en un programa (Acortando Distancias) donde señalaba hechos y circunstancias que marcaron 40 años de su vida en esta frontera. “Fueron muchos años de felicidad, teniendo en cuenta además que fue en Chuy que forme mi familia, lo que aumenta mi agradecimiento. Hoy al festejar la escuela sus 110 años quiero marcar presencia pese a mis 91 años y evocar a la distancia a los niños, hombres, padres y abuelos de tantas generaciones que me colmaron de cariño durante mi estadía. Recuerdo cuando por las mañanas venían por mi casa para afirmar sus conocimientos o ponerse al día con los deberes. La escuela no tenía aparatos para ofrecer cine ni tocadiscos y cuando una radio de Montevideo trasmitía un programa de preguntas regalando discos infantiles, le pedíamos a doña Chinita, una vecina de la escuela, un aparato de los que ya no se ven. Esos niños me impulsaban diariamente a ser más responsable y cumplir alegremente con la noble tarea de enseñar. Agradecer también a la escuela por haber recibido a mi hija en sus años de primaria”. Maestra Chela: Cumplimos con el ineludible deber de haberle dado el trámite correspondiente a tan valioso documento, que por el solo hecho de llegarnos por correo adquiere características históricas. Somos nosotros, los padres, los abuelos, la escuela y los vecinos, quienes vamos a mantener eternamente una deuda de gratitud por el beneficio recibido. El Chuy ha cambiado mucho en los últimos años, al influjo de una dinámica comercial cimentada sobre la línea divisoria. Tenemos la tecnología del mundo al alcance de la mano, con sofisticados aparatos que obedecen órdenes del control remoto. Es un Chuy distinto. Hemos perdido para siempre la aldea de puertas abiertas, de relaciones afectivas que le otorgaban un sello inconfundible, basado en el respeto y la tolerancia. Era el Chuy de “Piqueno”, de Samuel, del maestro “Pepe” Ayestaran, de doña Meca, de Caticha y don Bernardo. El Chuy de las calles de tierra, y sus casas modestas sin luz y sin agua, con sus jardines al frente y sus huertas al fondo. El Chuy del 40 o el 50, de las fiestas familiares, del mate en la vereda, el Chuy de la ESCUELA 28 con “Pancho” Leiza en los salones y doña Zenona en la cocina. El Chuy romántico que se emborrachaba de alegría con la llegada del circo López Hermanos, o en la “matiné” del Club Social con las hazañas de TARZAN o los AGUILUCHOS. El Chuy de los amores furtivos, del primer beso y del primer cigarrillo, cuando queríamos tener muchos años en plena juventud. También se ha ido el Chuy del pan casero, de las loterías de carton, de las partidas de truco y de las pencas cuadreras. El Chuy sin tarjeta de crédito, pero con crédito vecinal en libretas arrugadas que los meses les quitaban hojas sin alterar por ello la confianza de los clientes ni la puntualidad del pago. El Chuy de las locuras ingenuas de Germán con su carretilla espacial transitando por la pista de la vida con su bohemia a cuestas. Todo esto pertenece al pasado, pero nos queda en cambio la Escuela 28 que con sus jóvenes 110 años y maestras como “Chela” Masollo que mantienen en alto los principios varelianos para que los gurises continúen siendo “tan ilustrados como valientes”.
lunes, 13 de julio de 2015
ESCUELA 28 EN SUS 110 AÑOS. LA MAESTRA “C H E L A” ACORTA DISTANCIAS Por Julio Dornel.
Ignorando los avances tecnológicos que nos ofrecen los medios de comunicación la maestra “Chela” Masollo, recurre al correo para marcar “presencia” en los eventos conmemorativos de la escuela Nº 28, “República Federativa de Brasil” al cumplir sus 110 años de existencia. Más que una carta, se trata de un valioso documento dirigido al Director de Radio Chuy, recordando su participación en un programa (Acortando Distancias) donde señalaba hechos y circunstancias que marcaron 40 años de su vida en esta frontera. “Fueron muchos años de felicidad, teniendo en cuenta además que fue en Chuy que forme mi familia, lo que aumenta mi agradecimiento. Hoy al festejar la escuela sus 110 años quiero marcar presencia pese a mis 91 años y evocar a la distancia a los niños, hombres, padres y abuelos de tantas generaciones que me colmaron de cariño durante mi estadía. Recuerdo cuando por las mañanas venían por mi casa para afirmar sus conocimientos o ponerse al día con los deberes. La escuela no tenía aparatos para ofrecer cine ni tocadiscos y cuando una radio de Montevideo trasmitía un programa de preguntas regalando discos infantiles, le pedíamos a doña Chinita, una vecina de la escuela, un aparato de los que ya no se ven. Esos niños me impulsaban diariamente a ser más responsable y cumplir alegremente con la noble tarea de enseñar. Agradecer también a la escuela por haber recibido a mi hija en sus años de primaria”. Maestra Chela: Cumplimos con el ineludible deber de haberle dado el trámite correspondiente a tan valioso documento, que por el solo hecho de llegarnos por correo adquiere características históricas. Somos nosotros, los padres, los abuelos, la escuela y los vecinos, quienes vamos a mantener eternamente una deuda de gratitud por el beneficio recibido. El Chuy ha cambiado mucho en los últimos años, al influjo de una dinámica comercial cimentada sobre la línea divisoria. Tenemos la tecnología del mundo al alcance de la mano, con sofisticados aparatos que obedecen órdenes del control remoto. Es un Chuy distinto. Hemos perdido para siempre la aldea de puertas abiertas, de relaciones afectivas que le otorgaban un sello inconfundible, basado en el respeto y la tolerancia. Era el Chuy de “Piqueno”, de Samuel, del maestro “Pepe” Ayestaran, de doña Meca, de Caticha y don Bernardo. El Chuy de las calles de tierra, y sus casas modestas sin luz y sin agua, con sus jardines al frente y sus huertas al fondo. El Chuy del 40 o el 50, de las fiestas familiares, del mate en la vereda, el Chuy de la ESCUELA 28 con “Pancho” Leiza en los salones y doña Zenona en la cocina. El Chuy romántico que se emborrachaba de alegría con la llegada del circo López Hermanos, o en la “matiné” del Club Social con las hazañas de TARZAN o los AGUILUCHOS. El Chuy de los amores furtivos, del primer beso y del primer cigarrillo, cuando queríamos tener muchos años en plena juventud. También se ha ido el Chuy del pan casero, de las loterías de carton, de las partidas de truco y de las pencas cuadreras. El Chuy sin tarjeta de crédito, pero con crédito vecinal en libretas arrugadas que los meses les quitaban hojas sin alterar por ello la confianza de los clientes ni la puntualidad del pago. El Chuy de las locuras ingenuas de Germán con su carretilla espacial transitando por la pista de la vida con su bohemia a cuestas. Todo esto pertenece al pasado, pero nos queda en cambio la Escuela 28 que con sus jóvenes 110 años y maestras como “Chela” Masollo que mantienen en alto los principios varelianos para que los gurises continúen siendo “tan ilustrados como valientes”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario