sábado, 21 de noviembre de 2015

Terrorismo Leopoldo Amondarain


Nadie con mediano sentido común puede aprobar ningún terrorismo. Porque bueno es aseverar que el terrorismo no tiene dueño. Tan terrorismo es el de unos como el de los otros. Sin duda el EI (Estado Islámico) como los árabes en general, han cometido y cometen terror, como no menos terror y yo diría de mucho mayor volumen, las potencias occidentales, caso Francia, por ejemplo, lo han cometido en cantidades industriales. ¿O no fueron acaso terror los bombardeos con Napalm en la guerra de Indochina, barriendo las aldeas de paja y que los mismos galos filmaran a las chinas con sus bebes a cuestas salir corriendo envueltas en llamas como teas humanas vivientes? Ni qué hablar las que han cometido y han seguido cometiendo los yanquis sin caer en la tan mentada Hiroshima y Nagasaki. Irak, Libia y tantos otros del brazo de Israel han cometido verdaderas salvajadas, para quedarse con el petróleo que no es de ellos. Hoy mismo se preparan para, en un futuro cercano, seguir con Siria y otros similares y están en puerta misiles y oleadas de aviones y de flotas navales, para seguir la interminable serie. ¿Acaso todo eso no es terror? Entonces no escandalizarse demasiado, como debe ser, por algo que es tan común de parte de los poderosos contra los otros que no son tanto. Por supuesto son injustificables los degüellos y demás masacres, con los que nadie puede estar de acuerdo. Hoy nos toca a nosotros, el pequeñísimo Uruguay, integrar el Consejo de Seguridad de la ONU y mantenerse neutral, admito, es muy difícil. Pero bueno es calcular que en los hechos con países tan débiles como el nuestro las represalias tanto de un lado como del otro, pueden llegar a ser inevitables. No estoy diciendo con esto que bueno es ponerse a cerrar filas con los poderosos. Eso jamás. Pero no es menos cierto que una actitud equilibrada sin “quemarse” es de rigor en estos casos. No nos cabe a nosotros, que necesitamos ser amigos de todos “incinerarnos” para un solo lado, cuando nos consta que más tarde que temprano en alguna oportunidad tendremos que recurrir tanto a unos como a otros para cubrir nuestras necesidades. Pero lo que es más grave es el peligro de un atentado al que estamos expuestos si nos queremos hacer los “locos”. ¿Qué le puede costar a cualquiera de las partes tomar represalias contra el Uruguay por posiciones que pueda adoptar en el Consejo de Seguridad? Estamos inermes y en política, con más razón en estas circunstancias, no se puede ser tonto. Estamos al borde de una conflagración mundial, si es que ya no empezó. Salvo el refugiarse en alguna religión, Francisco mediante por ejemplo, confiando en la voluntad de Dios y no de los hombres, no queda otra solución más que rezar. Por todo esto es aconsejable que la posición de Uruguay en el Consejo de Seguridad, sea prolijamente prudente, porque pretendemos seguir viviendo. No van a ser las fuerzas armadas yanquis, de Israel o Francia, las que van a venir a defender nuestra población por orden de sus estados si llegamos a ser víctimas del “histerismo” colectivo. Ya hemos arriesgado bastante, más de lo lógico, en las guerras del Golfo, donde todo lo árabe era malo y todo lo occidental, quedándose con el petróleo, era lo bueno. Fueron una barbaridad las ejecuciones de Saddam Hussein o Gadafi, a título de ejemplo, juzgados con criterio occidental. No se tuvo la misma consideración con el señor Bush o para ser más expeditivo con Harry Truman, quien en Hiroshima y Nagasaki dejó masacradas 600.000 víctimas de una sentada. O cualquiera de los otros ejemplos como fueron las masacres inglesas o las propias francesas en la ya mencionada Indochina. Esos murieron en sus respectivas camas. O sea el terror no tiene propietario y no debe ser endosado a una sola posición que más convenga. Lamentablemente estamos al borde del precipicio, salvo las voces de la religión, las demás bombardean para el mismo lado. Esperemos que por lo menos la voz del Uruguay no se embarque con fanatismos capitalistas comprometiendo el futuro de nuestros hijos y nuestros nietos. No es mala cosa escuchar más a Francisco. Amén.

Leopoldo Amondarain
C.I. 950.556-0
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