miércoles, 17 de febrero de 2016

La suma de desaciertos Joaquín Secco García



Ingeniero agrónomo, productor agropecuario y docente de la Ucudal



Las noticias empeoran cada semana. No se detiene la suma de desaciertos que nos impide encontrar un piso firme para sustentar un despegue que ofrezca mejores promesas. Especialmente porque a nuestros errores vernáculos se suma una coyuntura mundial que acentúa las incertidumbres.

El gobierno anterior que es la mitad del gobierno actual, sigue defendiendo sus errores. Por su parte, el gobierno presente a contrapelo de sus discursos, defiende las estrategias de populismo y despilfarro del pasado para mantener el poder. El primer paso para mejorar y para generar confianza, es comprender los errores del pasado para evitarlos. El resultado de la investigadora de Ancap es una clase magistral de cómo hacerlo mal.

No solamente es la guerra y las migraciones del medio oriente, sino también la amenaza sobre la economía mundial que hasta hace pocas semanas mostraba un perfil mucho más optimista. Así como en años pasados, la principal explicación del buen desempeño de los países emergentes se basaba en el incontenible efecto arrastre de China, en la actualidad es lo opuesto. China no exporta tanto pero importa mucho menos, haciendo caer precios, inversiones y empleo entre sus clientes. China además, va manejando sin resolver una amenaza financiera que puede resumirla en un endeudamiento que suma 250% de su PIB. Este debilitamiento con encadenamientos, también contribuye a los problemas de los países de la OCDE, de su sector financiero y afecta la economía real. Los pronósticos -aunque se equivocan- están hablando de un largo ciclo de debilitamiento de las materias primas. Nos costó tomar conciencia de la caída de la soja y la leche, nos va a costar entender que también se caerá el precio de la carne y nos volverá a costar entender que atravesaremos un ciclo de mayor modestia en los ingresos externos. Estos son los que mueven la aguja de nuestras remuneraciones, de nuestras inversiones, del empleo, los salarios, la recaudación fiscal y las políticas sociales. Hace pocos meses hicimos un presupuesto en clave radical y para lastimar al capitalismo. Más impuestos -especialmente al campo- más tarifas con finalidades recaudatorias, más salarios sin contrapartidas de productividad y el sueño de que la coyuntura adversa se terminará a fin de año y después volverá la fiesta.

No hicimos carreteras ni puertos, ni mejoramos la educación, ni diversificamos la matriz productiva, ni sumamos suficiente inteligencia, ni bajamos los costos. Sin esos deberes básicos, habrá que depender cada vez más de la carne, la lana y el Mides. Expandimos el consumo y el gasto estilo Ancap hasta donde fue posible y no solamente, sino que también creamos déficit y aumentamos la deuda. Probablemente el principal resorte de la competitividad en una coyuntura como la actual, sería el precio de la energía. Sin embargo, también de esta delicadeza se apropió el gobierno.

Más recientemente los gobernantes, a la búsqueda de mejorar la popularidad, salieron a organizar negocios con Venezuela sin tomar las precauciones que deben tomarse con clientes tan complicados. Desde siempre y desde todas las tiendas, se ha aceptado que la lechería es una actividad ejemplar del país. Se está destruyendo capital social irrecuperable. Era el momento para el máximo cuidado.

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