sábado, 5 de marzo de 2016
Constanza Moreira La oposición y los medios de comunicación armaron una estrategia contra Sendic que es “una bomba sobre la democracia uruguaya”
Semanario Búsqueda.
Nº1857 - 03 al 10 de Marzo de 2016
Entrevista de Pablo Fernández y Daniel Lema
Fue la única que apareció en la conferencia y aguantó las ráfagas de los flashes. Ni siquiera estaban todos los dirigentes de la primera línea de la Lista 711. La senadora Constanza Moreira no dudó en ir para respaldar al vicepresidente Raúl Sendic. No pidió explicaciones. La líder del sector Casa Grande dijo en una entrevista con Búsqueda, que el Frente Amplio debió haber actuado más unido como respuesta al cuestionamiento que la oposición hizo de una de sus principales figuras. La oposición actuó en conjunto y armó un paquete que tiró como una “bomba sobre la democracia uruguaya”, opinó la senadora.
“Lo único que le cabe al Frente Amplio es respaldar a su vicepresidente”, según Moreira.
—Se cumple el primer año de gestión de Vázquez. Usted dijo en su momento que quería un nuevo gobierno del Frente Amplio y no un tercer gobierno. ¿Cómo analiza este primer año? ¿Es nuevo o uno más?
—¿Qué es lo que hace tan atípico este primer año de gobierno del Frente Amplio? Lo primero es el cambio regional. Cuando el Frente Amplio arranca en 2004, tenías el efecto dominó del giro a la izquierda del continente. Entra Lula, Kirchner, Tabaré y Evo. Ahora el gobierno gana, pero el primer año el panorama es muy sombrío políticamente para el prospecto de la izquierda latinoamericana, sobre todo por la victoria de Macri y la crisis brasileña y de Venezuela. Luego hay una perspectiva de crecimiento económico a la baja. Esos dos hechos le colocan unos límites grandes para ser nuevo, para ser mejor, para ser transformador, porque bueno, hay menos plata adentro y menos plata afuera. La característica de este gobierno es cómo mantiene lo que ha conquistado, cómo implementa algunas cosas extras con recursos más limitados que antes y evita la conflictividad social que se dispara con el período de retracción del crecimiento. No vas a poder hacer todo, vas a tener que elegir. En estos casos la precisión de tus elecciones es más determinante. Y controlar la conflictividad social que se dispara como consecuencia del enlentecimiento económico. Entonces, el primer año fue un año duro. La volatilidad enorme que va teniendo la opinión pública, la desconfianza hacia los gobiernos y la crisis de expectativas es tan grande que cada vez es más corta la luna de miel de los gobiernos, y en el caso de Frente Amplio no debería existir una luna de miel, porque no es que te casas por primera vez. Es un gobierno del Frente, ya vas por el tercer período.
—Usted dice que fue un año complicado. Algunos dirigentes oficialistas acusan a la oposición y a los medios de generar campañas desestabilizadoras. ¿Esos problemas no son del propio Frente Amplio?
—Esta afirmación la encuentro muy controversial. Son cosas distintas. Cuando la oposición juega encima del descrédito moral del partido de gobierno está haciendo un juego muy complicado, para cualquier país. Y eso es lo que pasó de alguna manera en la investigadora, ahí dije “vamos a ver cómo vivimos juntos después de esto”. Porque una cosa es tener una discusión política y otra llevarte a los tribunales. Ahí hay una jugada de la oposición distinta, ir a la denuncia penal. Eso empantana todo y todo eso va generando un desgaste de todas las instituciones políticas frente a la opinión pública. Ese es un juego de suma cero. Creo que la oposición está muy desgastada también, y entonces está desesperada y en eso el juego es el descrédito moral del Frente Amplio, sus personas, porque no hay gran discusión política. Porque si te acuso de mentiroso, se acabó la discusión política. Y los medios son los principales amplificadores de esto, en esto que yo llamo el efecto sangre. La oposición y los medios están jugando a este juego que no está bueno y advierto sobre eso: esto no va a terminar bien. Así no construís política y no construís democracia. Luego nosotros tenemos nuestros problemas. ¿Cuáles son? Nos quedamos sin conducción política, todo se desarmó al caer el cargo de Mónica y entonces el Frente está en un estado de debilidad.
—Usted advierte que estos cuestionamientos desde el punto de vista moral pueden terminar mal, pero tanto blancos como colorados dicen que el Frente Amplio hacía lo mismo cuando era oposición.
—No. Me parece que el Frente en la oposición siempre jugaba a tener mejores ideas de cómo conducir el país. El Frente creía que la inteligencia política la teníamos nosotros, no ellos. Y que si nos dejaban a nosotros, a través del voto, la oportunidad de demostrar lo buenos que éramos, íbamos a demostrar que éramos más buenos que ellos. Porque teníamos mejor diagnóstico, estábamos más cerca de la gente, representábamos a las fuerzas sociales de este país, a la clase media, a los intelectuales. En ese sentido, el Frente se sentía superior políticamente. Pero daba esa batalla y resistía los actos de gobierno, por eso hacía plebiscitos, referéndums, marchas. Era una resistencia a la agenda de gobierno, eso estaba bueno y para hacer eso el Frente necesitaba juntar mucha gente. El Frente Amplio reinventó la democracia directa para usarla como resistencia soberana a un gobierno arbitrario y jugó en el terreno de la política. El Frente acusando a los blancos y colorados de corruptos, de traidores; capaz que eso existía en algunos militantes, pero no era la postura general, la postura política el desprecio y el descrédito sobre el otro. Cuando se hizo la investigadora sobre Sol Petróleo y Ancap era un solo tema —acá metieron doce capítulos de muy distinto tamaño—, y las acusaciones no eran de ese tenor, (aunque) el Frente llevó el tema a la Justicia y esta desestimó la denuncia.
—¿Por qué está mal que ahora lleven el tema a la Justicia si en su momento lo hizo el Frente Amplio?
—Me parece que lo que muestran parte de los partidos tradicionales y sobre todo la derecha política, es que no te compiten más en el terreno de las ideas. ¿Por qué? Porque cuando vos mirabas la campaña electoral, ¿qué decían de distinto los otros competidores? Decían que iba a haber sistema nacional de cuidados, consejos de salarios. Eso es perder la lucha por las ideas. Al final había como una especie de sintonía programática. ¿Cuál era el caballito de batalla de la oposición? “Gestionás mal”. Entonces ahora dieron un pasito más: no solamente gestionan mal sino que además adolecen de fallas morales graves.
—En ese marco se da una situación con el vicepresidente Sendic. Primero lo de Ancap y luego lo del título de licenciado. En la conferencia que dio Sendic la semana pasada, usted fue de los pocos legisladores que estuvieron presentes. Estaban los de la 711 y usted. ¿Le llamó la atención que fuera poca gente?
—La primera cosa: ese día en particular y los que siguieron, sentí el alarido de la jauría contra una persona que además es el vicepresidente de la República. En ese sentido la condeno absolutamente. Pero es parte de este nuevo escenario que se está pintando en Uruguay, pintado con sangre. Si estuve allí fue para manifestar mi respaldo para con un vicepresidente de la República que estaba siendo atosigado de una manera cuasi desconocida en el Uruguay. Me impresionó la cuestión de los títulos. (El vicepresidente de Bolivia Álvaro) García Linera, Cristina Fernández y ahora Sendic. No sé qué pasa con los títulos, pero es como una estrategia también de descalificación moral del otro. No digo que haya una conspiración, pero hay tres episodios sobre títulos. Lo único que le cabe al Frente Amplio es respaldar a su vicepresidente. Está pasando una situación difícil y el Frente Amplio tiene que respaldarlo, nada más, punto.
—¿No le tiene que pedir explicaciones?
—Todas las explicaciones. Pero tiene que respaldarlo, es de tu familia política. Es un acto político indispensable, porque está después de Tabaré (Vázquez). Además tenés que respaldarlo porque sos un partido político y los partidos tienen que respaldar a los suyos; más allá de pedirle todas las explicaciones que se requieran. Esa me parece que debió ser la actitud y me parece que suman las dos cosas: lo de Ancap y lo del título.
Primero el cuestionamiento a la gestión de Ancap y ahora parece que Sendic miente a propósito de su título. Entonces si mintió sobre su título también mintió respecto de Ancap. Ese es el paquete entero armado y tirado como una bomba sobre la democracia uruguaya. El Frente tendría que haber actuado más unido en relación con Ancap y más unido en relación a su vicepresidente.
—¿Pero el hecho de que una persona de un partido político mienta sobre cierto tema significativo, no es importante para ese partido?
—Primero hay que ver lo del título, hay una reunión pendiente con Sendic. Después, la pregunta sobre la mentira es una pregunta moral. Yo pensaba en Clinton y en Bush. Vos tenés dos mentiras. El gobierno de Clinton había sido el período más floreciente de la economía estadounidense de los últimos años. Era un presidente súper, súper exitoso y con un gran carisma. Tanto es así que su mujer ahora está peleando por la Presidencia. ¿Con qué le dabas? ¿Le dabas con una discusión política? No, le dabas por otro lado y fueron a una cuestión muy, muy moral. Ahora, Bush mintió sobre la presencia de armas de destrucción masiva en Irak. Y esta es una mentira con consecuencias políticas claras. ¿Y alguien lo juzgó moralmente? Entonces yo creo que el Frente tiene todo el derecho a pedirle todas las explicaciones que quiera, pero lo tiene que respaldar, porque es el vicepresidente de la República y nosotros lo pusimos ahí. Y tiene que respaldarlo sobre todo porque la operación contra Sendic es una operación que mete a Ancap adentro y eso ya tiene una consecuencia política hacia futuro, que es el rol de las empresas publicas.
—El gobierno plantea poner técnicos al frente de las empresas públicas, cuando antes la discusión era sobre el papel que tienen en la distribución social.
—Claramente la designación de Jara (como presidenta en Ancap) quiere dar una señal en ese sentido. Yo nunca creo que la gestión deje de ser política. La gestiones siempre son políticas y tenés que tener claro los fines que priorizás. Hay un centro en la discusión que no estuvo en este debate y es que desde el principio el Ministerio de Economía dijo que necesitaba bajar el déficit y que las empresas publicas le aporten a rentas generales y que nos den un punto del PBI. Eso es mucha plata. Sobre las empresas publicas yo creo que hay dos o tres visiones. Esta el tema de que las empresas sean empresas del Estado cuya ganancia la utilice el Estado para políticas sociales, yo no estoy de acuerdo con esa visión, pero es una. Está la visión batllista tradicional de que las empresas públicas son servicios públicos para que les den a todos los ciudadanos los servicios en condiciones de igualdad. Después hay una tercera visión que es que las empresas públicas son un motor de desarrollo, en un país que tiene escasos agentes de desarrollo. La idea de que tengas a las empresas públicas como un motor de desarrollo está fantástica, pero yo creo que hay que tener una políticas de tarifas públicas. El Estado debería poder usar esta plata para volcar a rentas generales, pero vos tenés que dar servicios públicos de buena calidad y baratos.
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