martes, 8 de marzo de 2016
EL "NENE" DECUADRA. “SER DECENTE Y HONESTO NO ES NINGUNA VIRTUD”. La Barra. Por Julio Dornel.
Escritor y periodista Julio Dornel
Haciendo gala de una memoria extraordinaria nos señala de entrada, como queriendo homenajear a los primeros ranchos del balneario, “por allí estaba el de Rico Decuadra, más allá el de Omar Vidal junto al de Teófilo, escondida entre los médanos la casilla de la aduana y finalmente el rancho de mi padre (tío) donde pasé temporadas inolvidables”.
Nació el 6 de octubre de 1931 en la pequeña localidad de 18 de Julio, donde permaneció durante cuatro meses. “Por razones de enfermedad de mi hermano Genovevo y económicas de mi familia, mis tíos Gualberto Vidal y Margarita Decuadra, me trajeron para Chuy, con cuatro meses de edad. El riguroso tratamiento de mi hermano, con viajes reiterados a Montevideo, determinaron que mi tíos me trajeran para su casa argumentando que no estaba bien atendido, debido a la gravedad que presentaba mi hermano. Su prolongación determino que nos fuéramos quedando en la frontera, donde mis tíos se transformaron en padres adoptivos y responsables de nuestra criación”. Visiblemente emocionado y con respetuoso agradecimiento a la vida, nos señala que en realidad “mis padres fueron mis tíos Gualberto y Margarita, quienes nos señalaron el camino recto que deberíamos transitar. Ser decente y honrado no es ninguna virtud, es simplemente una obligación del ser humano. En ese ambiente familiar fuimos creciendo, hasta llegar a la escuela 28 con la maestra Celeste Guerrero, que dirigía el himno mientras tomaba mate. Antes de terminar la escuela ya estábamos trabajando en la sastrería de Atahualpa Acosta y a los 15 años en el comercio de Leopoldo Fernandez (Casa Fernandez) en el local que finalmente sirvió de anexo a la escuela 28. El trabajo inicial consistía en ayudar a Tomás Corbo que era el responsable de llevar la contabilidad del comercio y controlar los horarios del personal que trabajaba en la construcción que estaba realizando Juan Uriarte. Cumplida esa etapa comenzamos a trabajar en la carpintería del “Tachuela” hasta que mi tío-padre, fue trasladado para la receptoría de aduanas de Charqueada en el departamento de Treinta y tres. Tras un breve pasaje por la capital olimareña en busca de un trabajo que finalmente no se concretó, volvemos a Chuy, trabajando en la carpintería de Nico Viera, hasta que volvemos a Charqueada donde conocemos al sastre Márquez quien por referencias del “Negro” Terra nos dio la oportunidad de volver a la sastrería aprovechando la experiencia anterior y manejando con solvencia el mundo de las solapas, las telas, el cortado y forrado de las mismas, como así también otros detalles de un oficio que nos había entusiasmado. Ante esta situación Márquez nos ofrece la limpieza y planchado de trajes, que en aquellos años se hacía en forma semanal. Cuando la situación se complicaba trabajamos en las arroceras o volvíamos a las carpinterías. Por referencias de “Chichito” Fernández, amigo de mi padre, el 2 de diciembre de 1950, nos vamos para Montevideo a rendir examen en una importante sastrería. Vencida la lentitud inicial, al cabo de algunos años culminamos el oficio y logramos algunos ahorros que nos permitieron comprar las herramientas imprescindibles para instalarnos en Chuy en el año 1956. Alquilamos una pequeña pieza en la casa vieja de Manolo Iglesias, junto a la carpintería de Jorge Muller, donde mantuvimos la sastrería durante varios años. Los cambios experimentados por la frontera y la fuerte competencia de otros colegas, determinaron el cierre de la sastrería y la apertura de una frutería y casa comercial, que superaron finalmente las expectativas generadas. Por iniciativa de Lasa compramos el negocio del talabartero Amarilla, instalando “CASA EL NENE” y construyendo un galpón para depósito de lanas, un rubro nuevo que surgía en la frontera para satisfacer la demanda del mercado brasileño. Fueron años de mucho trabajo, que nos permitieron crecer comercialmente como mayoristas mediante una distribuidora”. Con los años requeridos llega la jubilación otorgándole el tiempo suficiente para desarrollar actividades sociales y culturales en varias instituciones. En orden deportivo, al Club de sus amores San Vicente F.C que defendió en varias temporadas desde las divisiones inferiores. “Un recuerdo especial a quienes nos acompañaron en distintas formaciones; Armando Fossati, “Pichinango” Eguren, Manolo Iglesias, Neluco Vidal, Edegar Pérez, Ariel Lasa, Julio Rodriguez, Alberto Silvera, Ulises Vidal, Wilson Correa, el “Negrito” Lima y Ruben Rodriguez, bajo la dirección del inolvidable Miguel Correa, “Piqueno”. En la actualidad seguimos vinculados “simbólicamente” al equipo rojo, conjuntamente con Weimar Correa y otros amigos que nos dio el futbol, aportando dentro de nuestras posibilidades, como sucedió en la construcción del gimnasio cerrado durante la presidencia de Ariel Lasa”.
Más de 100 fotografías para registrar vivencias. Su regreso a La Barra, dirigiendo juveniles de San Vicente, festejos en la Sede y fabricando rajes en la vieja Singer modelo 3115, ante la atenta mirada de Juliño Rodriguez.
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