sábado, 11 de junio de 2016
LA NEGATIVA A INVESTIGAR AL FONDES escribe Hebert Gatto
Siguiendo una costumbre inveterada, ya practicada durante el anterior gobierno, la Cámara de Representantes rechazó la formación de una comisión investigadora para analizar la gestión del Fondo para el Desarrollo, FONDES, promovida por el Partido Nacional. Argumentó que el diputado Rodrigo Goñi, impulsor de la medida, procuraba embestir contra un símbolo de la izquierda al “demonizar a la autogestión”. Por su parte los blancos, no sólo señalaron una mala gestión del organismo a investigar, signada por grandes pérdidas económicas, sino que denunciaron una operativa con fraude y corrupción.- La negativa a esta investigación, si bien tomó estado público, lo hizo como un asunto menor. Sin embargo, marca una forma de gobernar que merece reflexión.
Varias razones sostienen este juicio. En primer lugar para la izquierda el FONDES no es un instrumento más de la gestión de gobierno. Como expresó ajustadamente el diputado del MPP Daniel Placeres es necesario defender al FONDES puesto que marca una de las señales de la “identidad ideológica” de la izquierda. Fracasado estrepitosamente el experimento de la socialización de los medios de producción que constituía una vía exclusiva para la justicia y la eficacia económica y que culminó con la absoluta paralización de la URSS y sus satélites, se hizo necesario conseguir nuevos modelos de identificación. Tal la autogestión, donde los medios de producción son de propiedad y dirección de los trabajadores mediante su intervención directa, sin la mediación de la rechazable propiedad privada. En lo que constituye una modalidad en cierto modo similar a la propiedad cooperativa, que de generalizarse permitiría la consagración de un socialismo autogestionario, o sin tanta generalidad, la existencia de espacios comunitarios dentro de una sociedad de dominancia capitalista.
En este esquema, es lógica la posición del MPP defendiendo al FONDES, probablemente uno de los pocos caminos (aunque imperfecto, en tanto no consagra la inexcusable propiedad colectiva) para limitar la propiedad privada de los medios de producción. Seguramente la última de las utopías, tan duramente castigadas desde fines del siglo XX. A pesar que esa defensa no puede realizarse mediante el secreto y la ocultación de sus resultados, los cuales muy por el contrario, deberían estar sujetos al escrutinio de todos. Mucho más cuando el asunto no se limita a una pugna ideológica, pese a la importancia de la misma, sino que está impregnada de otros elementos como la corrupción y el fraude. El FONDES no es propiedad de la izquierda, que puede, si así lo quiere, desinteresarse por el destino de su patrimonio. Es un bien de todos y como tal requiere cuidados especiales, y una particular atención en su manejo. La mera posibilidad de defraudación debe ser evitada, lo que no resulta tan claro en el presente caso, donde aparecen asuntos, como el de la ex imprenta Pressur, donde aparentemente se estuvo lejos de actuar con la debida diligencia.
No con estas observaciones se cierran las objeciones sobre el modo de actuar del Parlamento. La posición del Frente Amplio negándose a divulgar el proceder y los resultados de un organismo constituyen una clara aplicación del “arcana imperii”, el secreto de estado que resulta incompatible con la democracia. Como se sabe, la relación histórica entre autoritarismo y censura informativa, ha sido constante. Desde el romano Tácito quien inventó el concepto, hasta Zinoviev, el que aludiendo a la URSS, creó la ficción del terrible estado de Ibania, donde todo, incluyendo la información privada, era secreta, resulta claro que la información es el oxígeno de la democracia. Donde poco se conoce mal pueden tomarse decisiones en las que, incluso a través de la opinión pública, todos participen, como requiere la democracia moderna. Fue Kant, quien expuso con claridad el problema de la publicidad del poder al consignar que “Todas las acciones relativas a los derechos de otros hombres cuya máxima no sea compatible con su publicidad, son injustos”.- Más claro imposible. Por eso resulta imperdonable que el Frente Amplio, que en otros planos se ha mostrado tolerante, caiga en estos errores.
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