lunes, 25 de julio de 2016
TACUABÉ: TENÍA QUE SER EN SAN MIGUEL. Por Julio Dornel.
El desprevenido turista que se interne por el monte nativo que trepa las sierras, se verá sorprendido con una placa que da nombre al sendero de tierra que serpentea entre los arbustos. Tenía que ser en San Miguel, pequeña población que transita diariamente por las sierras petrificadas, para codearse con la mejor historia de un pasado que se resiste a morir. Tenía que ser en San Miguel, donde las manos artesanales de un lugareño anónimo, inauguró un día en completa soledad la calle TACUABÉ. Tenía que ser en San Miguel el lugar elegido para rendir tributo al charrúa TACUABÉ, homenaje negado en otros lugares de nuestro país. Tenía que ser en San Miguel, entre el monte nativo y un sendero de tierra, el lugar elegido para que TACUABÉ nos recuerde el exterminio de su raza, teniendo como único rastro el triste final de una tribu acorralada que desapareció en Salsipuedes. Tenía que ser en San Miguel, el lugar sagrado donde el charrúa tan altivo como hospitalario encontrara su mejor homenaje. No por ello vamos a olvidar su triste final. Llevado a Paris para exhibirse como bicho raro en una exposición terminó burlándose del hombre blanco dibujando a los visitantes, contrariando el juicio de algunos historiadores que lo han señalado como un indio bruto, huraño y aburrido. Tacuabé tiene su calle, tenía que ser en San Miguel del Aire, como lo dice “Nacho” Suarez, uno de los tantos periodistas, poetas y escritores que parió este pueblo.
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