domingo, 20 de noviembre de 2016
Observando “La Realidad” Luis Pini
Una Duda persistente me mantiene en alerta, aunque no quiera. ¿La realidad que vemos, encontramos o vivimos, es lo que antes hemos pensado? Hay muchas advertencias al respecto, de “especialistas” de un espectro amplísimo, en cuanto a sus verdaderas facultades y créditos. ¿Nuestros estados de ánimo, nuestra confianza en nuestras facultades y en nuestros propios saberes, son suficientes para brindarnos certezas y seguridades de desempeño, en la vida cotidiana? En cuanto a la vida y la sobrevivencia propia, no tengo dudas, vivimos a pesar de no querer o sobrevivimos, hasta el momento justo en que la propia vida dice basta. El entremedio de ese límite, aún en esa situación de no querer, es el que me genera dudas. El entorno, el inconsciente colectivo estimulado por un campo de pensamientos (también dudosos) de nuestro entorno psíquico, cuando no la envidia y los celos de ese mismo entorno, ¿no tienen algo que ver con los desempeños de cada uno? Las “facilidades” que muchos seres que vemos adelantarse y destacarse de los demás, logrando metas permanentemente e impulsándose a nuevas conquistas con entusiasmo y coraje, ¿es solo el mérito de sus pensamientos positivos como sostienen o se sostiene, o hay un imponderable silencioso y “otorgante” de condiciones posibilitadoras para que se logren esas metas? ¿Qué es ese plus necesario y que hasta el propio sujeto ignora en una mayoría de los casos, asignándose a sí mismo, los méritos de alcanzar cumpliendo sus expectativas “planificadas”? No voy a negar que haya un “sistema” metodológico, en cada individuo potencialmente exitoso, que le permite tener ese plus necesario e imprescindible para hacer las diferencias. Pero tampoco voy a desconocer que algunos se ajustan más al deseo de “otros” (aunque no lo quieran conscientemente) que tienen la varita mágica de la “autorización” para ganar. Pensar que existe un inconsciente colectivo, ya no debería ser misterio para nadie, sin embargo masas numerosísimas de personas ignorantes de estas circunstancias u “hechos” intangibles o de difícil captación, desde ese lugar, hacen que no sean conscientes en sí mismo, de que están respondiendo a improntas, bajadas a su consciencia en actos y en trabajo material concreto, constituyendo así, una conducta que a su vez incide en otros individuos, comunidades, pueblos enteros. Se están actualizando así, conductas tipo jaurías, tipo instintivas colectivas, que si fueran de sobrevivencia no estarían mal, pero me temo que son destructivas y gratuitas, con un gran perjuicio para sí mismos, cuanto más para su entorno. Instituciones que están para servir, a la comunidad, toleran conductas disruptivas, conductas coaligadas de dudosa funcionalidad y ajustadas a los fines para los que tienen la obligación legal de actuar, deformando esos mismos fines y generando mayor daño al derecho humano fundamental y por tanto institucional. (1)* Una cadena de hechos delictuosos o profundamente ilegales, se suceden con mayor frecuencia y tolerancia, por parte de toda la sociedad responsable en última instancia de darse a sí misma, las posibilidades sanas de crecer en igualdad de condiciones. Marginación, discriminación, separatismos, individuación poli disfuncional, amenazan destruir las mismas bases de convivencia y vida concreta de un gran número de personas, al grado que quienes normalmente procuran trabajar, vivir y crear, son apenas un montón dentro de masas cada vez más ciegas y demandantes, por las lógicas condiciones de necesidad que se vienen promoviendo y exigiendo concretar. Derechos exigidos frente a mínimas exigencias de obligatoriedad o contrapartida. Todo, en todo, en cada uno, esta conducta existente en islas de clases sociales o institucionales o sociales, se alinean a estas conductas, por los motivos que sean y todos pagamos las consecuencias de una permisibilidad o patoterismo a ultranza, desde los más encumbrados a los más desclasados. Buscar causas, está cada vez más complicado porque evidentemente que muchas teorías de la conducta, están cuestionadas o por lo menos no alcanzan a comprender, explicar y subsanar las dificultades que la modernidad desfasada propone. Que la teoría de clase es válida no me cabe duda, pero que la velocidad con que las causas que la provocan son tan aceleradas y ubicuas, lábiles e invisibles, rápidamente desdibujadas en camuflajes de todo tipo, que hacen imposible lograr la explicación a tiempo para subsanarlas. El voluntarismo de un grupo hace que se generen decisiones que perjudican francamente a otros, reclamos de algunos que perjudican a muchos con sus apetencias, falta total de las lógicas, mientras las lógicas sean las dueñas del terreno de que se trate, modificaciones de un mundo material, consecuencia de presiones externas y de “Emprendimientos” “legítimos” de dudosa procedencia, enojos por que cualquier responsable quiera “investigar” la legitimidad, la pertinencia, la objetividad de procedimientos y acciones que traerán aparejados los emprendimientos. Estamos viviendo un mundo distorsionado no solo por la ilusión, el arribismo, la mentira, la violencia del “yo quiero”, tú tienes la obligación, yo el derecho( Aunque no sea más que en su propia cabeza), del dirigismo voluntarioso, más que el planificado colectivamente, reconociendo que generalmente las condiciones del administrador son la soledad y la crítica, como obstáculo a la posibilidad de la concreción, cuando no la presión insalvable de niveles más “Altos”. También la búsqueda de privilegios y prebendas que vemos a nuestro alcance y nos tentamos de alcanzar, por el solo hecho de estar bien informados y conociendo las limitaciones, tanto de la “ley” como de los sujetos reales verdaderos dueños del derecho. En mi entorno, en mi vida cotidiana con errores y sin ellos, he vivido y vivo, acciones ajenas que no solo quieren vivir, sino se proponen vivir a costa de la información que “roban” de nosotros mismos. Hipocresía y conductas ya más que perimidas, para una civilización que debería haber alcanzado la madurez, y que sin embargo se revuelve en el fango de la injusticia sistemática y provocada. Entonces esto que yo pienso, es lo que se me presenta a mi consciencia y a mi vida, posibilitándome ser feliz y próspero o es un obstáculo al mismo. El pensarlo y no decirlo, es el motivo de que dude de mi capacidad de alcanzar metas justas y merecedoras, o simplemente no estoy haciendo lo que debo hacer para lograr esas metas. Puedo en el entorno de ese inconsciente generar la matriz de mi progreso, por mí mismo y solo o hay otros silenciosos y deseos o pensamientos, que van en sentido contrario al que me propuse, que cada quien catalogará como le plazca, pero que en definitiva por algunos motivos fundamentales, son los que verdaderamente obstaculizan una evolución favorable. Depende solo del individuo o ese individuo vive en un entorno mental, que no depende de él mismo. ¿Por qué nuestra primera acción es la de señalar afuera, al otro, como un responsable de mis actos, de mis materialidades?. ¿Hay razón de pensar así? O es una fantasía más, de una disfunción afectiva y/ o económica, de formación, o preparación en las capacidades, en el hacer propio. Creo que para muchos el enfrentarse a estos problemas y tenerlos a flor de piel, pueden hacer la diferencia en un sobrevivir solidariamente y /o verse envueltos en una serie de eventos cada vez más violentos y perjudiciales para sí, y para su entorno inmediato.
(1)*Institución. “Cosa instituida o fundada”. En la acción el individuo es instituido e instituyente. Refiriéndose todo a la Organización, puede ser en un Ministerio o en la Sociedad como conjunto, o en una Agrupación de personas con determinados fines, etc.
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