sábado, 18 de marzo de 2017

GUILLERMO PELLEGRINO. RECUERDOS DE BARES, AMIGOS Y CANCIONES. Por Julio Dornel.


            Guillermo Pellegrino con el historiador fronterizo Lucio Ferreira.

                                                  Julio Dornel,escritor,periodista
 
Culminaba el 2016, cuando la presencia del periodista y escritor, Guillermo Pellegrino, conduciendo distintos grupos de trabajo recorría el departamento rescatando historias locales en cumplimiento de un proyecto conjunto que estaba realizando con el Departamento de Educación y Cultura de la Intendencia Departamental y los Centros MEC. El trabajo consistía en rescatar historias locales, mediante la realización de talleres, charlas y reuniones donde se activaba la memoria de los vecinos en distintas zonas del departamento. En muchas oportunidades se vieron sorprendidos ante la presencia de una estimable riqueza cultural que iba surgiendo a través de los relatos orales, documentos y registros fotográficos. Cabe señalar que Pellegrino es autor de varias publicaciones y colaborador del diario CLARIN de Buenos Aires. Una de sus crónicas está dedicada a la vinculación de Eduardo Galeano con algunas de las principales figuras de la canción uruguaya como lo son Alfredo Zitarrosa y Daniel Viglietti. Haciendo referencia a la buena amistad que mantuvieron siempre, cuenta Pellegrino que en una oportunidad Galeano relató un par de anécdotas compartidas con el autor de El Violín de Becho”. El escenario de la primera de ellas es en un bar cerca de la avenida Corrientes en Buenos Aires. Allí se habían citado el cantor, el escritor y Julio Cesar Castro, conocido como Juceca y creador del personaje Don Veridico, popularizado en la Argentina por el humorista Luis Landriscina. “Alfredo estaba en una de esas noches negras – recordó Galeano- . Cuando estaba mal se ponía agresivo, algo que a todos nos suele pasar. Pero en esa charla estaba particularmente agresivo conmigo. Se le había dado por decirme que yo no tenía amigos, que siempre estaba con gente, pero eso no quería decir que estuviese con amigos, que no me tenía que creer el cuento de que todos los que se acercaban lo hacían con una sana intención. De golpe en medio de su divagación sombría comento, “ yo tampoco sé si tengo amigos, a ver ¿Cuántos amigos tengo?...y miró una de sus manos abiertas y dijo “ustedes dos” mientras con la otra iba tomando y separando dedo por dedo. Después de pensar dos segundos murmuró otros nombres que no se entendieron y dijo seis elevando el tono de voz… más de esa cantidad no tengo. Y bueno Alfredo estás hecho le dijo Juceca al escucharlo; “un amigo por día y el domingo descansas. Casi en forma instintiva el Flaco soltó una carcajada. Fue la única vez que yo recuerde, que estando en una gran crisis de angustia alguien podía hacerlo reír. La otra anécdota es de los años 70 y tiene como escenario un bar, pero esta vez del centro de Montevideo. Una tarde cualquiera lo encontré por la calle. Alfredo solía tener fuertes dolores de cabeza y en ese momento estaba yendo a ver un médico psiquiatra. Pactamos encontrarnos en un rato en un café de la calle San José. Luego de terminar de hacer unos trámites fui al café y allí lo espere. Me acuerdo que no bien llegó, me dijo: Este hombre (refiriéndose al psiquiatra) que a mí la policía nunca se va a tomar el trabajo de torturarme, que yo ya tengo los torturadores adentro”.

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