miércoles, 8 de marzo de 2017

OBDULIO VARELA. MILITANTE SINDICAL Y CAMPEON DEL MUNDO. Por Julio Dornel.



                                  Escritor Julio Dornel
El sábado 18 de abril del año 2015, una publicación cultural de la República Argentina, con el sugestivo nombre de “Ñ” rendía homenaje a Eduardo Galeano que había ingresado a la inmortalidad cinco días antes. El reportaje lo había realizado la periodista Raquel Garzón, al aprovechar los lujos que nos ofrece el periodismo, si tenemos en cuenta que lo único que necesitamos para estar frente a frente con el autor de Las Venas Abiertas de América Latina, es cruzar el charco que nos separa de la República Argentina. En esta oportunidad recogemos un fragmento de aquel reportaje con la seguridad de que nos vamos a encontrar con intimidades y anécdotas que rodearon la vida de uno de los personajes más importantes de la cultura uruguaya. Ante la curiosidad de la periodista Garzón para ubicar viejas fotografías Galeano fue develando el por qué de cada una: “esta foto pertenece a un personaje admirable, el hombre clave de la victoria inexplicable de Uruguay ante Brasil, 2 a 1 en Maracaná en el mundial del 50: OBDULIO VARELA, un albañil, un tipo rojo, de izquierda, militante sindical y jugador de fútbol de Peñarol, que organizara la primera huelga de jugadores, la más larga del fútbol mundial, con una duración de siete meses. Muy poco después se arma la selección uruguaya y el capitán de la huelga se convierte en capitán de la selección. Fue él quien, cuando parecía todo perdido en Maracaná, con la pelota abajo del brazo, calma la cosa, hace llamar al juez, le habla en español, el juez en ingles, no entendía, obliga a que venga un intérprete, y va enfriado el partido porque había 200.000 gargantas gritando por Brasil y el Uruguay era un país muy chiquito. Enfrió el partido, fue el culpable de la victoria uruguaya. Después me contó algunas historias. La noche de la victoria del Uruguay él se escapó del hotel, en lugar de quedarse a celebrar con los pocos uruguayos que había. Huyó por otra salida y se fue a beber. Y en los bares encontró a los brasileños llorando, uno por uno, y tuvo una lástima tremenda; los había odiado tres horas antes cuando eran un solo animal rugiente de 200.000 cabezas, la mayor multitud jamás reunida en la historia del fútbol. Pero cuando los veía de a uno, tenía una pena enorme, decía “como pude hacerles eso, gente tan buena”. Se pasó toda la noche abrazando a los vencidos. Cambió mucho el fútbol profesional de lo que era en aquel tiempo: un fútbol casi amateur donde se jugaba con más fe y más alegría que ahora, con menos obligación de ganar, porque el fútbol profesional te condena a ganar”. Analizando finalmente sus lugares preferidos para escribir, Galeano reveló algunos secretos. “En mi escritorio me siento bien, aunque a veces lo hago en cualquier lado. Cuando me pica la mano y quiero escribir lo hago en el consultorio del dentista, en un cuarto de baño o en un avión. Cuando es la conciencia la que da la orden la mano cumple pero es a desgano. En cambio cuando ella puede bailar por su cuenta, escribe de otro modo, bastante mejor. No te digo que lo que hago sea ninguna maravilla pero es bastante mejor cuando surge la necesidad de decir algo. Paso mucho tiempo sin escribir nada. Sólo cuando siento el impulso verdadero o las ganas muy fuertes de contar algo escribo, sino prefiero no hacerlo” dijo finalmente Galeano.

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