domingo, 17 de junio de 2018

A propósito de la inauguración del Espacio Cultural La Nave Los teatros: un “berretín” de los rochenses. Por Néstor Sabatino.







                                 

  Berretín: capricho, propósito que se forma uno sin fundamento – deseo vehemente – ilusión, esperanza acariciada sin fundamento racional – terquedad, obstinación.-





Difícil saber cual de esas acepciones se aproxima más al ánimo, propósito o idea de aquellos rochenses que por nacimiento o adopción, ocuparon un momento del devenir histórico de la Villa o Ciudad y tuvieron definitivamente el “berretín” de levantar a su total costo un Teatro en Rocha.
Lo  más curioso es que siempre fue así.

Cuál fue el propósito de aquel náufrago vasco, Don Enrique Bajez, cuando se dispuso en 1872, a construir de su propio peculio el legendario Teatro Progreso?
¿Era acaso, el cálculo de una inversión o  rentabilidad? ¿Los sueños de un empresario en busca de éxitos? Posiblemente no. Era más bien una idea loca, el deseo de trascender en una obra que el pueblo reconociera y valorara; el afán de verse personalmente reflejado en algo que permaneciera en el tiempo y en la memoria de los rochenses.
En tal emprendimiento, no había algo de cosa irracional , de  vana ilusión de ver allí a grandes compañías internacionales debutando en largas y exitosas temporadas?.

En realidad todos sabían que los artistas que podían venir por aquel tiempo a lugares tan apartados y desolados como estos, eran desgraciadas criaturas trashumantes en busca de una moneda ; casi unos mendigos de aventuras y aplausos.


Con los títeres a otra parte.

El martes partió  de esta Villa con destino a Treinta y Tres la “Compañía Automática” que por algún tiempo funcionó en el Teatro Progreso.
En una sola carreta iba todo…:  títeres, titiriteros, decoraciones ...e ainda mais.
El opolento empresario  Musiu Carrión se ha ido poco satisfecho de las damas rochenses que tan indiferentes se mostraron a sus representaciones automáticas, no concurriendo a presenciarlas ni siquiera una vez como él lo pretendía.
¡ No sea tan suceptible,  musiu !       ( El Nacionalista, 3 de marzo de 1887)


En circustancias como esta, Bajez sucumbió rápidamente ante  los caprichos de otro personaje: Don Bernardo Solé.
Era este un español con “berretines” de arquitecto, que obviamente no lo era; pero además con berretines de “cantante lírico” y “actor drámatico”, cuando en realidad su voluntad lo ponía apenas al nivel de un simple aficionado.
Lo cierto fue que  se dio maña para redondear una idea que Bajez compró gustoso.
Puso el terreno, puso la plata, puso tozudez de vasco y la obra se hizo.-

De esta forma Rocha tuvo su primer Teatro y siendo esto un progreso innegable para la Villa, no había mejor nombre para bautizarlo que el de “Teatro Progreso”.
Allí fue donde los rochenses se reunieron por primera vez para pergeñar la     idea de la independencia departamental;  más tarde también allí celebraron  alborozados la sanción de la Ley que la consagraba.
Fue donde vieron los primeros espectáculos de zarzuela y donde nació la primera experiencia local de un grupo de entusiastas muchachos dispuestos a hacer teatro: la Sociedad Valero .
Bajo la luz mortecina de sus faroles, fueron recibidas visitas ilustres como la de Juan Zorrilla de San Martín y sus paredes oyeron con unción patriótica algunos trozos de La Leyenda Patria.


En ese mismo Teatro, en un otoño del año 1900, nuestros vecinos fueron deslumbrados por otra luz desconocida: la del Biógrafo Lumiére. Era esta la primera vez que los rochenses tomaban contacto con las prodigiosas “vistas”  de un primitivo cine.

De la conjunción de las tribulaciones de Solé y del capital de Bajez, nace entonces, el primer edificio  de la ciudad destinado  a dar cobijo a las inquietudes sociales y culturales de los rochenses.-


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Por esos años, dos hermanos de origen italiano  se avecinaban en la Villa.
Don José Rocca, herrero, y Don Juan Rocca, carpintero, pronto montaron con éxito sobre la calle San Miguel, un taller para reparar y fabricar carruajes, sulkys, volantas y otros vehículos de uso en la época.
El dominio pleno de sus oficios y la voluntad y disciplina en el trabajo, pronto dio sus frutos; estaban en condiciones pues de elaborar nuevos planes.
Fue cuando a José, el más dinámico de los dos, se le ocurrió lo del Teatro.
Poco a poco fueron madurando la idea, que fue convirtiéndose en una obsesión.
No sabían muy bien para que lo querían y menos como gestionar el emprendimiento; pero lo cierto es que compraron el terreno  adyacente a su Taller , mandaron dibujar los planos y comenzaron lentamente su construcción. Ello llevó largos años y varias interrupciones, pero al final, sobre el año 1902, vieron consumado su “berretín” de tener un Teatro propio.
La gente comenzó a llamarlo “el Teatro de los Rocca”, y otros lo denominaban el “Teatro Nuevo”, distinguiéndolo del “viejo Progreso”, ya muy venido a menos.

Progresivamente la actividad social  se fue dezplazando a la nueva sala de espectáculos. Y de la misma forma que Bernardo Solé, Emiliano Gabito, el Prof. Petruchelli y la Sociedad Valero llenaron de fervor cultural a la vieja sala, era ahora el empuje y oficio del Prof. Salhon Pons y la algarabía contagiosa de la muchachada de la Sociedad Artesana la que  pasaba a gestionar el nuevo Teatro.

A poco de abrir sus puertas se experimentaba con el alumbrado a Gas Acetileno, adelanto de la época que tuvo poca vida.

“El temporal se ha puesto de frente por esta vez al simpático Centro. Anoche tuvo lugar la reunión íntima suspendida el 25; y a pesar de haber puesto carruajes a disposición de las familias la convocatoria fue escasa, si bien es cierto que bastante animosa”.

“El Teatro Nuevo que sirve de sede a la Sociedad, estaba profusamente iluminada a gas acetileno, habiendo dado los mejores resultados. La instalación hecha por su propietario Señor José Rocca, con cuyo motivo lo felicitamos  tanto a él como a la Sociedad que acaba de implantar esta mejora en el local social, dando mayor realce a la fiesta que las viejas lámparas a kerosene”.
                                                                               
  (La Democracia, 31 de mayo de 1903).




Durante toda esa primera década la Sociedad Artesana seguirá aportando a la nueva sala, jornadas de bailes, esparcimientos, juegos de salón, patinaje y otros.-
Esporádicamente llegaban en gira, artistas viajeros de diversa índole, como teatro, zarzuela, cantantes, prestidigitadores, ilusionistas y magos.
En estas circunstancias la Artesana se retiraba para permitir que los propietarios del Teatro lo pudieran alquilar.
Luego de 1904, pacificado el País, comienzan a aparecer con cierta asiduidad los empresarios de Biógrafo, presentando  mejorías en la máquina proyectora y en las “cintas” que ofrecían.

Llegó hoy un carro procedente de San Carlos conduciendo el prodigioso aparato y elementos de funcionamiento, hospedándose desde hoy en el “Teatro Nuevo”.
“Nuevamente podemos afirmar por boca de personas que lo han visto en la vecina Villa carolina, que se trata de algo  muy perfeccionado y completo que lo hace digno de ser admirado”.
                                                    
     ( La Democracia 22 de marzo de 1906)

A medida que aumentaba el entusiasmo por el Biógrafo, al punto de convertirse en el entretenimiento principal de la gente de la época, los  Hnos Rocca se fueron consustanciando con el mismo.
Y a su afán por el “teatro propio”, se le sumó el del “biógrafo propio”


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 Antigua calle San Miguel

                     
Pero cabe decir a propósito de esta crónica, que al final de la primera década del siglo XX, un nuevo competidor le saldrá al cruce del “teatro de los Rocca”  quien entonces perderá indefectiblemente  su rótulo de “Teatro Nuevo” .-
En realidad nadie esperaba que la más vieja y prestigiosa institución social de la Villa ,  la “Sociedad Porvenir” , estuviera dispuesta a presenciar impávida todos estos movimientos culturales que se daban en la misma.
Si su rival, la “Artesana”, había sentado sus reales en el Teatro Nuevo haciendo del mismo su sede habitual, aquella que nucleaba lo más graneado de la sociedad rochense no podía seguir funcionando en una vieja y decrépita casona alquilada.
Muchos asociados pensaban eso, pero nadie vislumbraba cuál era la solución para disponer de una sede nueva y propia.-

Fue entonces que dos de sus más destacados asociados se propusieron poner manos a la obra.
Pero Don Benjamín Graña y don Justo Aldunate no aspiraban solamente a ayudar a solucionar un simple problema locativo; tenían el “berretín” de construir no para sí, sino para su institución, un verdadero “teatro a la italiana”, con todos las comodidades y frente a la Plaza principal de la ciudad.
Las finanzas de la Sociedad Porvenir apenas dieron para la compra del predio. De ahí en más los aportes de estos socios, los préstamos bancarios de los cuales ellos fueron garantía y algún que otro aporte más bien de carácter técnico, permitieron el inicio de las obras.



                  Vista de la Plaza Independencia con desfile y el Teatro de la Porvenir al fondo(1912-circa)

Hubo tenacidad para sacar el proyecto adelante; hubo terquedad para no rendirse frente a los problemas que fueron surgiendo; un deseo vehemente de llegar a tener una sala para el destaque de las mejores compañías que comenzaban a  llegar; un ambiente refinado donde la sociedad rochense exhibiera los ropajes elegantes de una nueva clase que emergía con potencia.
 Todo eso estaba, pero faltaba todo lo otro: una planificación de la obra a realizarse, un flujo de ingresos y egresos que permitieran enfrentar las obligaciones contraídas, un Plan de gestión que asegurara una actividad fluida.
Es decir , faltaba todo lo “racional”; pero se sabe que a la hora de los “berretines”, nada de eso importa.

El Teatro abre sus puertas , inconcluso y de apuro, en el mes de enero de 1910, inaugurando la Luz Eléctrica.
Dos años después  las dificultades financieras eran manifiestas, y en 1918 la situación hace crisis.
Con Benjamin Graña ya fallecido y otros socios de la primera hora también ausentes, no hay más remedio que llevar el “Coliseo de la Porvenir” al remate.


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Se cierra así esta trilogía de teatros rochenses que tienen en común el origen, la forma de hacer las cosas en una época ; las quijotadas personales como motor principal de una idea. Sin cálculos, sin previsiones, apenas un impulso creador , un deseo irrefrenable, la búsqueda irracional de un sueño.

Por estos tiempos ya estamos insertos en el siglo XXI ,  y asistimos perplejos a una nueva sociedad rochense donde predomina un aire cosmopolita desconocido, una multiculturalidad avasallante. El futuro , como sucedió en todas las épocas, se nos presenta  en una mezcla de promesas y dudas, esperanzas e incertidumbres, deseos y temores.
En este escenario es que aparece en nuestro horizonte comarcal el proyecto cultural “La Nave”, con el propósito de darle un hálito de vida al viejo sueño de los hermanos Rocca de 116 años atrás.
Se reconoce este esfuerzo y se vislumbra una comunidad joven, capaz, preparada y novedosa, dispuesta a respaldar al mismo.


Es por ello que todos estamos esperanzados que esta “nave” llegará a buen puerto; en ese sentido será necesario que toda la sociedad de Rocha se embarque en ella , insufle de entusiasmo sus velas, la aleje de los arrecifes de la desconfianza y evite que caiga en la “calma chicha” de la indiferencia.-

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