domingo, 6 de septiembre de 2020

Cien años de la vivita de Baltasar a Rocha


Por Néstor Sabattino


La llegada a la ciudad.

El Presidente Brum y su comitiva habían llegado a la vecina ciudad de San Carlos en ferrocarril.
Lo recibió su población con muestras de alegría y regocijo.
Mientras tanto una delegación de connotados rochenses del Partido Colorado, entre ellos Juanche, Rivero, Pezzolo, Torres, Tisnes, se habían adelantado para acompañar al Primer mandatario hasta Rocha. Hacia allí salieron en una larga fila de automóviles que se movían no sin dificultad en medio de los accidentes del camino; los viajeros comenzaban a experimentar los avatares por los que habitualmente tenían que pasar quienes se aventuraran por estos espacios del Este.
Por lo pronto los esperaban los temidos pasos de cañadas y arroyos traicioneros.
Pero la organización lo tenía todo previsto y del otro lado de cada uno de ellos, gente con botes y nuevos autos de repuesto, esperaban para auxiliarlos cada vez que fuera necesario. El invierno lluvioso colaboró para que, en más de una situación ello fuera necesario.






Brum y su comitiva en San Carlos.

Mientras tanto, en los aledaños, a la entrada de la ciudad de Rocha, un inmenso clima festivo envolvía a una multitud que se aprestaba a recibir a Baltasar Brum.
Sobre las cuatro de la tarde del 16 de agosto hacía rato que la Av. Artigas desde el Paso Real al Bosque Municipal estaba repleta.
Distintos cuerpos militares se habían adelantado luciendo vistosos caballos; Bandas Musicales con sus trajes de gala ejecutaban marchas, aumentando el espíritu de fiesta y creando una expectativa indescriptible.
La gente estaba realmente sorprendida, pero contenta y feliz disfrutando de un espectáculo nunca visto.

Pasadas la cinco de la tarde, llegó por fin la delegación de autoridades.
Hoy en día, vendría precedida de motocicletas, sirenas, autos oficiales, etc,
en esta circunstancia era la música de las Bandas, el movimiento incesante de caballos y policías a pie, más un redoble de tambores lo que anunciaba el arribo.
Al momento, se adelanta la Comisión de Recepción y demás autoridades a darle la bienvenida al ilustre visitante y demás Ministros que descendían de los autos.
Fue entonces que se produce una situación tan sorprendente como inesperada: el público se lanza en avalancha hacia la figura del Presidente con el deseo de verlo de cerca, tocarlo, demostrarle su afecto, de una forma tal, que tomó desprevenido a quienes tenían la función de control.
En determinado momento, el grupo viajero quedó literalmente “aislado” de las figuras locales que salían a su encuentro.
Nadie pudo prever una reacción colectiva así, en una población no acostumbrada a recibir gente ni a participar de este tipo de manifestaciones colectivas.
Una vez que se restableció el orden, el Dr. Antonio Lladó, dijo su discurso de bienvenida.
Luego de las presentaciones de rigor, comienza un pequeño desfile en honor del Presidente, encabezado por la Banda Militar del Comandante Chávez que deslumbraba a todos a través de sus instrumentos y vistosos uniformes de gala. Era seguida por las distintas Sociedades de la ciudad y por una Comisión de jóvenes, más otras autoridades, ataviados todos para la ocasión.
Entre aplausos se desarrolló el mismo y cuando ya la luz comenzaba a escasear y la lluvia se anunciaba en un cielo gris con espesa neblina, todo estaba dispuesto para emprender la larga cuesta hacia el centro de la ciudad.

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