lunes, 17 de junio de 2013

Historias de vida: PABLO ALMANDÓS


PABLO ALMANDÓS: UN ARTISTA AL RESCATE DEL ALMA ROCHENSE.



AÚN CON DEL DESARROLLO TECNOLÓGICO ARROLLADOR, OCHENTA AÑOS DESPUÉS SIGUE SIENDO COMO DECÍA MI ABUELO, LO NUESTRO ES VENDER FOTOS IMPRESAS. Y LO SEGUIMOS HACIENDO”.




EN MIS CUADROS QUIERO ATRAPAR EL ALMA DE LOS PERSONAJES DE ROCHA. PARA QUE NO MUERAN. PARA QUE SIGAN VIVIENDO EN TODOS NOSOTROS”.

Nació en una típica familia de clase media. Uno de sus abuelos tenía un famoso almacén de ramos generales: La Chavela.
Estudió computación en Ingeniería, pero no terminó. Le tiraba el arte.
Con su hermano puso el primer video club de Rocha en momentos que era un fenómeno explosivo.
Estudió con Eduardo Saldain y José Luis Martínez.
Terminó haciéndose cargo de la legendaria Almandós Fotografía creada por su abuelo Alfredo en 1929.
Trae el recuerdo y las historias de quienes han ejercido la magia de poner en papel los recuerdos de miles de rochenses, como el minuano Carreras.
Cuenta la historia de la fotografía y los cambios tecnológicos que parecen no tener fin.
La experiencia de Cine Club, de la cual, dice, ha participado en “este último pedacito de su historia”.
Habla de sus cuadros sobre los locos, pretexto para contar historias y disparar emociones.
De su necesidad de rescatarlos del olvido y la muerte para que sigan viviendo y reviviendo en los otros , la identidad rochense.
Esto es parte de lo que Pablo Almandós cuenta hoy a los lectores de La Nueva Gaceta.


Cuéntame de ti, tu familia, los primeros años.
Soy oriundo del barrio de la Escuela Ramírez, vivía en Ramírez y Piedras. Tenemos un complejo de identidad, no somos ni de la Estiba ni del Centro. Somos del barrio de la cárcel. Mi abuelo, Carlos Amorín tenía un almacén de ramos generales que era famoso en la época: La Chavela. Mi madre era una de las Chavela, eran tres hermanas medio gorditas: Mitita, Isabel (Chavela), Blanca Nubia mi madre, Carlitos y Nacho. Mi abuela se llamaba Blanca. Nosotros vivimos en esa casa que arrancaba y aún hoy va de Ramírez a la callejuela. Obviamente fui a la Escuela Ramírez y salía por el fondo del patio, y me iba a comer el refuerzo de salame y la malta Montevideana, infaltable, y volvía a la escuela. Mi niñez y adolescencia, haciendo honor a las Chavela… tenía un desarrollo físico exagerado. Por suerte después, como en aquella publicidad...esperé el estirón. Soy hijo de una familia de clase media, del arquetipo: padre bancario y madre maestra. Mi padre, Miguel Ángel Almandós, hijo de familia de fotógrafos, era funcionario de La Caja Obrera. Recuerdo aquellos años antes de la dictadura, aquella huelga bancaria en que fueron militarizados. Y los llevaban al Batallón a hacer fajina y los obligaban a ir a trabajar. Viví esos últimos estertores de la clase media .Mi madre, maestra profesora de piano, ama de casa. También el modelo de aquella sociedad sesentista era dejar la profesión para ser ama de casa. Éramos tres hermanos que le insumían las veinticuatro horas del día y algunas de la noche. Mi hermano mayor es Miguel, Luis es Contador y yo soy el menor. Mi hermano tuvo un pasaje por la fotografía, y se hizo cargo del negocio familiar que viene de mi abuelo. A ver, viene de la familia de mi abuelo que eran tres hermanos que se compraron tres máquinas de fotos iguales a esta que ves ahí .Una igual a esa está expuesta en Minas, del hermano de mi abuelo, Raúl. Otro se fue para San Carlos y mi abuelo para Rocha: Alfredo Almandós. Mi abuela era Laura Fernández.
Después del liceo me fui a hacer Facultad de Ingeniería. Soy de la generación del 84 en facultad, y era el primer arranque de Ciencias de la Computación. Hay un instituto de Ingeniería que es el INCO, Instituto de Computación .Hoy por hoy los compañeros de generación son todos Analistas de Sistema y la mayoría está trabajando en el exterior. Ese rubro es de los que tiene demanda insatisfecha. No alcanzan los que estudiaron la carrera para lo que se necesita. Unos amigos de Colonia pusieron un Instituto cuando era la moda que se venía la computación, estaban aquellos mega institutos que no enseñaban nada y tenían cientos de estudiantes y hacían platales. Claro, el interés de los padres era que sus hijos estudiaran computación y les daban, aún hoy, cosas que no servían para nada. Yo empecé facultad allá por el 84-85. Fue cuando empezaron a volver los capos, los popes mundiales uruguayos como De Brum y el ingeniero Juan Grompone que es un súper genio. Grompone vino, nos convocó a todos los estudiantes y nos dijo “como ustedes saben yo volví hace unos días y lo primero que se me ocurre es que se olviden de todo y empecemos de nuevo. Es que era y es todo tan vertiginoso…él tiene un libro “Yo hombre tú computadora” que en la primer página dice:”Mire cuándo fue impreso este libro .Si tiene más de tres años no lo lea porque ya no sirve”. La facultad tenía un equipo que era todo un piso, tenías que pedir hora, de repente tenías acceso a una computadora a las dos de la mañana. Teníamos que hacer unos programas llamados Fortran que todavía hoy estoy quemando en la estufa, programas que tenían cuarenta páginas .Hoy hay un léxico que la gente repite y dice yo quiero dos gigas, no saben ni qué es un bit ni qué es un byte ni nada, pero repiten. En el frenesí consumista esos términos tienen que ver y ese frenesí consumista está en muchas cosas y esa falta de conocimiento es de las cosas que me molesta mucho.
¿Terminaste la carrera en Facultad?
No, hice tres de los seis semestres, después hice, hice un intermedio, volví, y ya tenía otras inquietudes: empecé a estudiar arte .Me instalé en Ciudad Vieja y era el boom de los videos clubs. Mi hermano, hábil comerciante, puso el primer video club en Rocha. Y fue una explosión. Fue una cosa de empezar con diez, a la semana tener cien películas y a los seis meses tener tres mil títulos y cinco sucursales. Yo en Montevideo estaba en realidad haciendo la plancha: estudiando arte y viendo…y él me dijo: mira esto explotó. O seguimos los dos o yo dejo. Y me vine y enseguida me fui para la sucursal del Chuy, fue todo vertiginoso. Y en cuatro meses pusimos una tienda del lado brasilero. Y ahí ya me quedé por esos lares. Pasé a la parte comercial y ya no volví más a estudiar a Montevideo. Así que los estudios quedaron truncados por una tienda que pusimos en Brasil que después, cuando se incendió la Fortaleza, nos refundimos. Teníamos sociedad con un muchacho del Chuy y se incendió la Fortaleza y no quedó nadie y ese verano fue un desastre. Y después seguimos un poco con el video club. Dentro de ese vértigo tecnológico el VHS quedó obsoleto enseguida y de nuevo, mi hermano hábilmente lo vendió también. El primero estaba acá pegado a la casa de fotos: Almandós Video Club. Llegamos a tener acá, en Chuy, Castillos, La Paloma y Lascano. Alquilábamos los equipos, era la época que la gente no tenía los equipos .Los comprábamos en Montevideo. Yo iba en un auto con unas cajas de madera-todavía se acuerda la gente- y se alquilaba el equipo con tres películas, ese era el pack .La persona venía, elegía las películas y yo iba a su casa, ajustaba el televisor, los primeros televisores color Grundig que había que sintonizarlos y al otro día íbamos a buscar todo. Anotábamos en una planilla. Llegamos a tener más de treinta equipos. Y alquilábamos teles porque había gente que no tenía tele a color. Empezamos a comprar teles color, eso era por el 88 o el 89.El desarrollo tecnológico no sigue el timing de la gente, y siempre es más temprano que tarde. Uno puede pensar que pronto todos van a tener video llamadas en el teléfono…si te estás imaginando que eso va a demorar dos o tres años, calcula seis meses porque no se rige por nuestro tiempo uruguayo , es otro tiempo. Es difícil anticiparse. Antes uno decía, voy a plantear este negocio y en los cálculos la tecnología te influía en parte, pero ahora…A mi las cosas tecnológicas me sorprenden y también me sorprende lo rápido que lo asimila la gente. La Esso acá tenía hace un tiempo una voz metálica que te decía “28 pesos” y la gente se acostumbró enseguida y después decía “ché, apaga eso que molesta”.
Una vez con un amigo hace más de diez años, quizás casi quince, íbamos cruzando el desierto entre California y Las Vegas…de lo más inhóspito y en el medio había una estación de servicio. Y cuando llegamos no había nadie. ¡Era un techo con surtidores y sin gente! Y al parar el auto se prendió una luz y una voz decía ¡“Hola! Bienvenido a la Esso, para cargar nafta, ponga la tarjeta” .Yo seguía impresionado y mi amigo me decía, está loco, está, ¡pero no puede ser!, le decía. Y hoy es normal pero a mí me sorprende, por suerte me sorprende. Paralelamente tengo otra preocupación .Al gurí chico mío le compro un juego que te aparece Ben 10 en holograma y su sorpresa será un ratito, al rato lo apaga y dice “y ahora ¿qué hay para hacer? Puedes estar un mes diciéndole pero te das cuenta que es como si estuviera ahí y él te dice “¿y no hay alguno que haga más cosas”?
¿Cómo empezó a nacer el artista?
Tiene mucho que ver con la parte fotográfica: el manejo de la imagen, la composición, la luz .Siempre me gustó mucho dibujar y los cursos, los talleres de Montevideo no eran…yo siempre necesité algo más académico .Es decir ver qué es la línea, que es medir, por ejemplo, y todo eso lo aprendí en el taller acá en Rocha a media cuadra. Como siempre, uno anda buscando por todo el mundo hasta que ve que lo tiene acá, y fue con Eduardo Saldain y José Luis Martínez que hacía décadas que estudiaban y hacían mucho. Aprendí cosas que hoy se saltean en aras de ese arte conceptual que está de moda. José Luis sabe mucho de grabado, ha ganado premios importantes y Saldain también y además conocían mucha gente .Con ellos logré una base muy importante y más que nada la actitud del Taller de dejarte hacer .Porque si bien la formación es académica, te dejan jugar y después te van encausando. Estuve cuatro o cinco años con ellos, un lugar bárbaro, que lo tenía para mí, estaba todo el día y paralelamente estudiaba fotografía. Estudié en el Foto Club Uruguayo, es la gente que más sabe de fotografía y siempre los recomiendo. He hecho exposiciones allí. Y recuerdo una cosa que me decía mi abuelo, “nosotros somos fotógrafos socialeros” que es un rubro específico de la fotografía. Y no sólo mi abuelo. El minuano Carreras siempre me decía “mira que para sacar fotos sociales lo menos que necesitas es sacar fotos. El ochenta por ciento es social”. Y era así, lo veías trabajar y armaba la foto conversando. Claro, tienes que estudiar pero lo fundamental es cómo logras la confianza, que la gente esté distendida .Y te hablo de la fotografía social que ha tenido cambios muy importantes.
¿Cómo es tu trabajo artístico? ¿Lo haces para ti, para comercializar o lo tomas como un hobby?
Para mí no es un hobby. Me lo tomo más en serio .Nunca he vendido un cuadro pero tampoco reniego de los que viven para vender cuadros .No soy un absolutista que dice el arte va por acá. No, no.
Fundamentalmente lo haces por placer, porque te gusta…
Que es la base de todo. Hay pintores que pintan por necesidad y eso se ve. Muchos cuadros que hay en galerías comerciales son de pintores que se supeditan a lo que les pide el galerista. “Yo vendo una naturaleza muerta, no te salgas de esto porque es lo que se vende”.No soy crítico de eso, sería muy lírico, hay algunos que viven de eso y les gusta y está bueno. Tengo la suerte de no tener que vivir de los cuadros, no reniego, es más, si en algún momento tengo algún rédito, bárbaro, le voy a buscar la vuelta. No he tenido la necesidad. Yo llevaba haciendo muestras y un día alguien me dijo, qué raro que no firmas los cuadros. No lo sentía una cosa trascendente. Yo te quería mostrar, preguntarte ¿te acuerdas de este personaje? No sentía la necesidad de decir este personaje lo hice yo, la necesidad del Renacimiento de la firma del artista. Ese concepto del artista místico que tiene la gente…me molesta los que se hacen los artistas, es decir, cuando dicen “el artista es alguien que está en conexión con la Musa”. ¡NO! Yo conozco artistas buenazos que trabajan diez horas por día y les cuesta y por ejemplo los escritores, todos, desde García Márquez para bajo, todos te dicen “mira que cuesta mucho”.Van Gogh decía “dibujar es la tarea más ardua”! Van Gogh!, así que calcúlale. Cuesta mucho y después cuando agarras la mano, el oficio, puedes disfrutarlo un poco más. Pero no es soplar y hacer botella. Siento la necesidad de ir para el rancho y dibujar conectado con otras cosas porque por algo elijo locos, locos…personajes locales. Eso pinta otras cosas, como sentir la identidad...
Después quiero que hablemos en detalle de los locos. Ahora cuéntame… cuando pintas, ¿tienes una rutina? o cada tanto dices quiero pintar…
No, generalmente los fines de semana me voy para el rancho. Pal drancho le digo yo porque había uno allá en campaña que decía “cuando me traje mi china pal drancho”, entonces siempre pongo, “me fui pal drancho”.
¿Cómo es el rancho?
Un rancho de tablas y ahí tengo todos los materiales, todos los libros, la música y un catre. Y me voy porque estoy deseando irme para el rancho. Y estoy cinco o seis horas, y a veces no hago nada. Los sábados y los domingos lo hago siempre.
El otro día alguien me decía “¿qué harías si tienes licencia, algo así como tomarte un año sabático”?. Yo no tengo dudas, me voy un año pal rancho y me quedo ahí encerrado. No sé qué haré .Pero no tengo eso de “ah… yo recorrería el mundo”-no sería mala idea recorrer el mundo pero yo siempre estoy con debe con irme para el rancho. Trato de no gastar mi vida en la tele .Tengo un resquemor, un prejuicio televisivo. Ese tiempo ocioso de la tele, ese logo de nada, de repente estar hasta la una de la mañana haciendo zapping y apagar y preguntarte, “¿qué fue lo que vi”? Hay un libro excelente que se llama Cuatro buenas razones para no ver televisión. Una de las cosas que señala es la pasividad física y síquica .Cuando miras tele no haces nada y no piensas nada, no quiero caer en el lugar común “es por la televisión argentina y su nivel,” no, en general la tele necesita de tu estupor, de tu nada,…estar ahí y te lleva la vida, la tele es malsana, (se ríe).
Después quiero que veamos en detalle tu obra, ahora volvamos a tu responsabilidad en el trabajo.
Con mi hermano agarramos una de las grandes revoluciones en la fotografía con los mini labs. Antes las casas de foto eran un hecho social. La gente iba, pedía hora, se sacaba una foto. y se procesaba acá.
Luego vino la fotografía color. Había grandes laboratorios, uno era en Méjico. Se mandaban las fotos y demoraban un mes en venir. En 1980, los dos primeros mini labs que vinieron a Uruguay fueron uno para Salto y el otro para nosotros, de la Kodak. Fíjate si habrá cambiado que ya no existe más la Kodak en Uruguay. Esa gran revolución era el gran adelanto de hacer las fotos en una hora. Después los más audaces decían que era en 45 minutos .Y era una época que la fotografía tenía un gran peso en el turismo. El turista quería vivir su experiencia fotográfica cuando venía a La Paloma y nosotros trabajamos mucho con los mini labs en La Paloma.
El mini lab hacía todo. Eran dos aparatos, todavía los tenemos porque seguimos revelando rollos. Uno te las revelaba y otro las imprimía. En esa época en las temporadas una de las experiencias de sus vacaciones para el turista era hacerse las fotos. Primero obviamente teníamos un kiosquito, donde levantábamos los rollos, los traíamos a Rocha y al otro día los entregábamos. Después nos instalamos en un local y llevábamos el laboratorio .Hay una segunda revolución que es la que estamos viviendo que se alarga en el tiempo porque no tiene cambio. Porque fueron setenta años de blanco y negro, empezó el color, que estuvo treinta a cuarenta años, luego la fotografía digital. Pero la digital no ha dejado de desarrollarse porque hoy hay miles de dispositivos para sacar fotos .Entran varios rubros en un solo embudo. Por eso es que ahí también incursionamos en la telefonía. Antes eran cosas estancas: hablas por teléfono por un lado, sacas fotos por otro y filmas por otro. También en un tiempo empezamos a filmar fiestas. Eran unos equipos daneses que pesaban. Eran dos, uno te lo colgabas con la cámara y el otro era el sintetizador. Y en blanco y negro, en VHS.
Mi abuelo siempre decía…e imagínate, él hacía las fotos con sus manos, cuando había que mandarlas a Méjico dijo, “esto se terminó, se terminó el negocio” y luego fue mudando y dijo ¡“el negocio nuestro es vender fotos”! Y aún hoy todos los días yo me lo repito, porque cambia tanto el negocio y hoy la foto se la hace el cliente .Antes la persona no participaba, el fotógrafo era el artista: iluminaba, encuadraba hacía todo y era mágico cuando la persona veía la foto y decía “! la primera comunión”! Y otra cosa que decía mi abuelo es “se van a acordar de la fotografía en blanco y negro porque con estos nuevos químicos yo quiero ver qué va a pasar”. Y hoy ves fotos de setenta y ochenta años y están perfectas, inmaculadas. Y a medida que pasan los años yo valoro cada vez más lo que él decía.
Yo tengo unas con mis hermanos sacadas acá, en este local,pero tenían colorcito…
Eso lo hacía Angélica, una señora que las retocaba.
Y tienen la firma Almandós
La rúbrica esa te daba un pasaporte, como tener la certeza que “esto me lo hizo aquel que sabe”.
La gente hoy puede sacar sus fotos, bajarlas a la computadora y hasta imprimirlas, ¿eso afectó el negocio?
Ha modificado el negocio. El negocio sigue siendo el mismo: vender fotos, pero tiene otras presentaciones. Antes, durante los veinte años que llevo el comercio yo, ya estaba estudiado estadísticamente .En EUU son los genios de las estadísticas. En Uruguay lo tenían calculado: un núcleo familiar sacaba de dos a tres rollos de 24 por año. ¿Por qué? Porque tenías el cumpleaños de la gurisa chica, o la fiesta de fin de año o las vacaciones. Entonces revelabas e imprimías unas cien fotos por año, redondeando. Hoy me voy a pescar al Puerto de los Botes y saco 540 fotos. A lo largo del año acumulé miles de fotos y en algún momento uno siente la necesidad de imprimir alguna para regalar, por ejemplo. Tomando el año, Uruguay todavía está en ese repechaje porque el que se compra una cámara digital dice nunca más voy a imprimir una foto y zafé… hasta que se te cae la computadora y perdiste cuatro mil fotos y dices pah, tenía el casamiento, el viaje, la gurisa, el tío que ya no está, y la gente no respalda Ese es un primer producto que antes no se vendía: respaldo. Con programas buenos te respaldo y te grabo un disco y dirás es una estupidez, pero la gente no lo hace. Entonces ese es un producto que antes no existía. El otro, que el cliente puede con el dedo elegir qué imprimir. Antes llevabas el rollo y que sea lo que dios quiera. Incluso se imprimían fotos feas…!acá qué pasó!... iba pasando el gato. Porque claro, el que imprimía no sabía si el cliente quería el gato en la foto, yo no puedo interpretarte .Pero ahora el cliente despliega en la pantalla y con el dedo la amplío, encuadro esta parte que es la que me gusta y capaz que la hago en blanco y negro y le pongo Feliz día mamá. Mudó la cosa con la tecnología, pero cuando la imprimo, yo te estoy vendiendo una foto con valor agregado, pero es una foto. Pavor debe haber sentido mi abuelo cuando no pudo hacerlas más y había que mandar los rollos a Méjico. Todo va mudando y la imagen impresa que es lo que vendemos nosotros aún sigue existiendo. Porque incluso tienes una foto en tu casa en la que está una tía vieja que querías mucho. Se escanea, se le da luz, se mejora y se imprime, y yo te vendí una foto. Hoy hay foto libros, foto regalos. Hay una propuesta nueva que nosotros estamos pensando llevar comercialmente en algún momento que es el laboratorio online. Todos los laboratorios nuevos empiezan a conectarse a la red. Suponte, tengo un hijo en Toronto en la nieve y quiero que la abuela tenga esa foto. Se paga online con tarjeta, se le envía al laboratorio que la imprime, y se la lleva a la abuela a la casa. Eso implica que yo te pueda regalar la foto de inmediato, impresa, no importa en qué lugar del mundo estés.
En resumen, más allá de todos los avances tecnológicos siempre en algún momento volvemos a la foto impresa.
Hoy sigue siendo así. Esto es tan vertiginoso que si me preguntas cómo va a ser la foto en diez años y yo que sé...y esos cambios no los decidimos acá. Eso se decide en el mundo desarrollado y en meses ya puede estar acá. Hoy ya se habla que el DVD queda obsoleto y vendrá otra cosa. Otro embudo tecnológico es el cable, otra maravilla porque nosotros que vivimos en la parte de atrás del último traspatio del subdesarrollo estamos mirando CNN en el mismo momento que la ve Bill Gates. Ese otro embudo tecnológico: Internet con el cable. Ya en el mundo desarrollado es lo mismo. La misma pantalla en que miras cable haces todo .En los hoteles está el teclado abajo, cambias de modalidad, mandas correos y sigues mirando el cable. Y eso va a llegar.

¿Cómo empezó la historia de Almandós Fotografía en Rocha?
Los Almandós son de Minas. Parece que mi abuelo vino a dar a Rocha por temas de amores… Juan, mi tío abuelo también era fotógrafo. Los tres hermanos se compraron tres cámaras iguales.
A los tres le gustaba la fotografía…
Era el avance tecnológico del momento. Mi abuelo trabajaba con Salazar que era un gran fotógrafo y él decía que estuvo cuando le sacaron la foto a Aparicio Saravia en 1904...Siempre pensamos que era verso, y después que murió, por testimonios y porque estuve hace años en Solís de Mataojo todo indica que era verdad. Allí me mostraron una foto de una división del ejército del 1904 firmada por un Almandós, que era de Juan, mi tío abuelo. De paso te cuento que la profesión de mi tío abuelo era una maravilla: era pianista de cine, el que en las películas mudas tocaba el piano y era el que creaba el clima. Siguiendo con la historia, esta casa la iba a comprar Ramiro Machado el peluquero y ahí conversaron y mi abuelo lo convenció y la compró él porque primero estuvo en la calle Ramírez y esto era venirse al Centro. En 1929 se inauguró. La gente venía, pedía hora, se veía qué foto se quería, y la persona venía tal día a tal hora con su familia y se emperifollaban para sacarse la foto. En el estudio acomodaban las luces, la cámara era de pera y hacían una placa y todo el proceso se hacía acá y quedaban unas fotos buenísimas.
La primera gran revolución fue salir del estudio. Empezaron a venir máquinas transportables. Era una valija, se llamaba Kodak 4, todavía la tengo. Empiezas a desarmar la valija y es una máquina de placa con trípode y todo que la podías llevar. Era grande y pesada. Entonces se iba a la coronación de la reina del club tal. Y los flashes eran de tungsteno pero de combustión .Salían fotos buenísimas. Después vinieron los flashes electrónicos. Tengo una foto del minuano Carreras con un flash electrónico que tiene una batería como de auto con los líquidos.
Con la posibilidad de salir empieza la fotografía social: hay un casamiento… yo voy. Antes la gente sólo se podía sacar fotos acá, en el estudio. Venía la novia, el novio, todos al estudio. Ahí viene el desarrollo de la fotografía social. Al principio lento hasta que esa trasportabilidad se va haciendo más fácil y más cuando empieza el 35 milímetros a fines de los 40, principios de los 50, que es el acetato. Porque antes eran placas de vidrio .Tenías una valija de placas virgen para armar la placa y ponerlos. Pero el acetato era la base que permitía arrollar esa emulsión, en los rollos de 620.
Esa fue la primera que se compró mi abuelo para el estudio, sacaba unos negativos de seis por seis .Después hubo varias marcas. Yo tenía una Nikon F que las hicieron para Vietnam para que los cronistas de guerra pudieran andar con la máquina.
Volviendo a la fotografía social, se amplía el horizonte porque todo evento puede ser fotografiado. Y pasa como ocurre hoy: el aficionado accede a la cámara de fotos. Antes era sólo el profesional. Estaba la máquina de cajón y la gente ya sacaba sus propias fotos. Y cuál fue el otro negocio… te vendo los rollos, te los revelo y te los imprimo. Empieza la foto documento, un rubro que aún hoy es fundamental, la foto carné .Aún hoy lo que nos identifica es la cariperala. Hoy…No creo que dure mucho, ahora ya se identifica con el dedo…Aquella fue la época dorada. Mi abuelo crió un muchacho, que fue el minuano Carreras. Los hijos, Milton que era veterinario, Jorge que murió muy joven no se dedicó al negocio y mi padre era bancario. Todos en algún momento estuvieron vinculados a la fotografía pero no fue su medio de vida, lo hacían como tarea extra. Y naturalmente el minuano que era como un hijo para mi abuelo fue el que continuó, fue el propietario y siguió con las fotos. Mi hermano cuando reengancha le compra el comercio a la sucesión de Francisco Carreras porque era de él, mi abuelo se lo había dejado. Y después yo se la compro a mi hermano y también a mi padre que tenía parte.
Incluso la imagen del fotógrafo ha cambiado. Antes era un personaje. En un casamiento era como el cantante. “Viene Almandós”. Yo viví esas épocas: uno iba a la fiesta de riguroso traje y corbata. Eran las extras que yo hacía los fines de semana: el cumpleaños del gurí chico allá, la fiesta de 15, un casamiento. Uno llegaba y era todo un acontecimiento, ponían la mesa, ordenaban todo. Eso me desgastó porque de joven tenía interés de hacer otra fotografía, la del Foto Club, quería hacer muestras, hacer una fotografía estudiada .Ir a Castillos llevaba tiempo, que maquillaban a la novia, que ir a la plaza, y todo eso. Antes las fotos de los casamientos en la iglesia eran la parte más importante. Entonces conocías al cura. Imagínate, casando gente durante décadas, las misas, los bautismos .El cura Silva, Sención, yo iba de gurí chico y todos los fines de semana estaban trabajando juntos. Y hoy ya no es así. No digo que esté bien o mal, ha cambiado.
Hubo un momento con el que yo me identifico de la edad de oro de la fotografía que son los años 30, 40, cuando el retrato era una cosa superior. Y luego también el aficionado tuvo una edad de oro porque sacar una foto no era una changa. No era sacar veinte fotos y si salen la mayoría mal mala suerte. La gente antes iba a sacar una foto y tomaba las precauciones, el aficionado tenía una base teórica que hoy a la gente no le importa. El aficionado ponía cuidado en sacar una buena foto. La gente cuidaba lo de la luz, el ángulo, el encuadre y el resultado era una buena foto. Es lo que ocurre hoy con las filmadoras, el aficionado accede pero qué ocurre, hay un lenguaje fotográfico, y hay un lenguaje para el movimiento que es el cinematográfico. Hay unas reglas que si no se cumplen ves horas de grabación y dices pero me compré esto que me salió carísimo en Miami y esto es un desastre. Lo que pasa es que hay que poner parte de uno al filmar. Y en la foto también. Hubo un cambio en la sociedad, antes se ponía más detenimiento en las cosas en general.
Cuéntame acerca de Cine Club
En realidad yo me involucro en el último pedacito. Cine Club Rocha es el más viejo de Uruguay. Es del año 51.Lo fundaron María Elida Marquizo, Voltaire Barbone, Scavone, Olga Aguiar y unas cuantas personas más. Cine Club surge en otro mundo en que el cine significaba otra cosa. También ha sufrido cambios. Llegó a tener 1400 socios con funciones totalmente repletas en el Cine Primero de Agosto, un monumento a otra época. Cine Club representaba todo un hecho social. El último gran evento que yo viví fue, ponle, Gandhi .Antes era constante:”nos vemos en Cine Club” Era una institución cultural de tradición, peso e historia. La primera función fue en el liceo en el 51.Cine Club ha vivido las vicisitudes que ha vivido el cine .Tuvo su época de oro, después su época de impasse, estuvo cerrado muchos años. Pero previamente unas comisiones directivas compraron sala propia. Compraron el lugar y se pusieron a hacerlo. Ahí tuvo mucho que ver Oscar Gulla . Teniendo la sala en obra, hace poco más de diez años, hicimos un negocio con unos privados de Montevideo, fue a instancias mías, yo lo armé. Les dijimos tenemos un cine casi terminado , ustedes lo terminan y lo trabajan para ustedes y lo único que les pedimos es un día para funcionar como Cine Club. Y nos sirve a todos. Ustedes tienen un cine comercial con sólo poner el piso y las butacas. En realidad pusieron lo mínimo, pero eso ya era un avance para nosotros. Firmamos un documento que decía que el cine es nuestro , ustedes lo tienen para ustedes las funciones que quieran con total libertad , nosotros el martes, que es el día sagrado clásico de Cine Club y ahí damos una película para nosotros .Aceptaron y eran empresarios de cine que tienen muchas salas, entonces con la misma sangre hacían la morcilla. Hicieron su negocio, trajeron unas butacas de un lado, una máquina de otro. Y así funcionó casi un año. Después dijeron que no les daban los números y era lógico, ellos estaban por su negocio y nosotros ya teníamos una sala, teníamos socios y compramos las cosas. Y ahí es que empezamos de cerito bajo tierra a decir, bueno, tenemos la salita, compramos las butacas, vamos mejorando la acústica que todavía no es buena, pero la vamos mejorando, pusimos la pantalla, ya es la tercer máquina que ponemos .Fui a buscarla en la Chevrolet 51. Un amigo socio siempre dice que lo que nos falta es filmar la historia de Cine Club. Ya ir por Aiguá es una historia cinematográfica, es el viaje hacia el mar ir a Aiguá. En una parroquia funcionaba un cine que había puesto una señora. Y le compré la máquina, una Super Simplex americana .Y tú muestras eso en Europa, viajando en esas condiciones, por esos caminos para comprar esa máquina de cine y parece ficción, cosa de locos .Tenemos carencias pero el socio de Cine Club es muy especial, es incondicional.. Hoy se pone un cine y se piensa que el sonido cuadrafónico, que el 3d. Nosotros vamos a la guerra con un tenedor pero el socio lo que quiere es ver la película y hace la vista gorda a todo.
Hicieron una experiencia para que los niños tuvieran acceso al cine…
Sí, una de las mayores satisfacciones de sacar adelante Cine Club es cuando van los gurises .Gurises que nunca han ido al cine de repente. Los gurises de hoy no vivieron lo que vivimos nosotros en el Primero de Agosto. No es lo mismo que miren Ben 10 en la televisión. Tienes que meterlos al cine, apagarle las luces y se les aprieta el corazón al ver las imágenes gigantes. El cine es mágico. Una experiencia buenísima fue Cine Móvil. Antes se llevaba todo y se daba cine en las escuelas, también en las rurales. Pero dijimos, no, traigamos a los gurises al cine, que vivan la experiencia acá. Alquilamos un ómnibus y al principio se impresionaban, Llegábamos unos viejos, los metíamos en un ómnibus, los gurises iban desconfiados, y no queríamos asustarlos. Entonces hablamos con unos payasos para que vinieran en un clima de fiesta al cine. La capacidad de emocionar que tiene el cine no la da la televisión. No tiene nada que ver. Te cuento también que en Cine Club todos son honorarios y le ponen el pecho a las balas y hoy por hoy es una institución con gran peso. Ahora se formó la Federación Uruguaya y nos pusieron como presidente porque tenemos más socios, porque somos el más viejo del país. No somos ejemplo de nada pero somos como el último bastión y bastante hemos peleado. El otro que queda es Cine Universitario de Montevideo .Como contra, tenemos como un manto, creo que injusto, de elite que te separa de la gente. Hay como una barrera invisible y gente que piensa que los de Cine Club son gente rara, intelectual, un grupito exclusivo que siempre hablan entre ellos. La autocrítica es esa, no hemos logrado llegar a toda la gente como quisiéramos. Y tenemos la batalla perdida con los jóvenes a quienes no logramos llegar.
Quiero que volvamos a tus cuadros y que me cuentes cómo empezó lo de pintar a los locos…
La temática de los locos fue malinterpretada. A mí me gusta mucho viajar desde siempre. Hay una diáspora que yo más acá o más allá encontraba. Es gente que quisiera volver y ya no puede, por sus hijos, por su vida. Es algo recursivo en mí. Siempre pienso en las fiestas de fin de año en la gente que está en otro país pensando en Rocha y su gente, en sus lugares. Esa diáspora sufre muy especialmente en esas fechas, en carnaval, en el verano. Y cuando me encontraba con esa gente me preguntaban no por la macroeconomía sino por los locos lindos del pueblo. No tenían por qué ser locos. Te preguntaban las cosas del pueblo. Y los personajes se repetían, personajes lo digo con mayúscula .Un día pasó un hecho que para mí fue fundamental. Había un loquito que le decíamos el mudo. Venía todos los días acá, como viene Gamarrita y un día llego y me dicen que se había muerto. Y me puse a averiguar porque no sabíamos nada de él. Y yo tenía fotos, porque yo les saco y les regalo. Y me puse a pensar… a mí me han contado del Mátalos todos, y quién se va a acordar, cómo le voy a contar de Gamarrita a mi hijo, porque tanto hablamos de identidad… pero si no se los rescata esos locos van a naufragar. Yo quiero contar que había un loco que era el polvadera que tenía miedo que se cayera la luna, y me dirán lo leíste en un libro y no, juro que existía. Y decidí empezar a juntar las fotos y dije voy a rescatarlos porque es rescatar la identidad. Pero no era por hablar de locos sino que el loco tiene alrededor una circunstancia, porque uno es loco por una circunstancia. Si sos un personaje loco lindo del pueblo yo te tengo que contar, no es el retrato, el retrato solo de por si no habla. Yo te puedo dibujar y decir que sos ministro o un loco que anda en una bicicleta pinchada. Entonces, lo que disparaba la imagen del loco es que quien lo ve diga ¡”Ay no saben lo que me pasó con el Mátalos todos una vez” porque el loco soñaba. A Clorinda le habían hecho tarjetas que decían que era inspectora de aire comprimido, el loquito Ibarra, lo que hacía, entonces empecé por ese lado. Y Mozo, que le gustaba pintar, hizo muestras y todo. Y el Pepa, que yo de niño le gritaba y salía corriendo porque tiraba pedradas. Y fui sumando. Y Victorio Forapagliero al igual que yo tenía historias y fotos .A lo largo de los años les fue sacando fotos y me las prestó y ahí hice mi primera colección de cuadros. El disparador fue que se murió el mudo. Y hace pocos días se murió el Mona, tengo varios dibujos de él para contar su historia. Murió Chiribao, loco bravo, era record en todo, tenía mujeres, tenía el sombrero de Gardel… Cuando hice la muestra con los que estaban vivos los invité y ellos recibían a la gente. Ahí están Miguelito, Gamarrita, Loyarte a quien le dije has hecho tantas macanas que te voy a hacer un cuadro. Y después di un paso más. Hay personajes “extra loco” que son típicos de Rocha. Porque si yo voy a Berlín y me encuentro a uno de Rocha y le pregunto por el Polilla Sánchez, o Mario Anza y me dice que no los conoce, entonces no es de Rocha. Pasé a otro nivel y pinté a gente del pueblo, al vidriero, laburantes, Pirincho. Después hice un impasse y dije voy a ordenarlos y hacer por ejemplo al Zorro Sobrero. Cuando voy y los encaro me dicen ¡“pará que no estoy loco”! y les digo que no, que busco otro perfil y pienso en el Peta, el Barquina. Se murió el Toto Sánchez que era todo un personaje. Y hay rubros, hay tipos de locos. Los del fútbol, por ejemplo. Por eso estaba Jorge, el Catarata, porque yo les decía, quiero que estén en la sede porque estos locos vivían en su cuadro de fútbol. Y los locos de carnaval, ya hablando de locos de personajes. Tengo otro proyecto: famosos boliches como parnaso porque los bares antes eran otra cosa, el bar tenía locos cracks, un borracho que no servía para nada, un guampudo . Entonces, Barrales o Amabilio o bolicheros que eran un círculo, Navarrito, que ellos en sí eran un hecho social y filosófico. Está la historia de los hermanos Osano que tenían bar y uno de ellos quedó ciego y en la última década el bar seguía funcionando y lo atendían los parroquianos. Eso es una cosa de Macondo ¡y pasó acá! Los parroquianos se servían pagaban..., era el bar la Boca… funcionó diez años así. La necesidad mía era quién te va a contar quién era el Piti y por lo menos lo voy a plasmar y cuando yo lo plasmo, una vez lo hice en La Paloma y veías de lejos quién tenía conexión con Rocha y quién no. Porque la gente de otro lado veía retratos pero los que eran de Rocha decían “! Ay! Clorinda… Ay no sabes lo que me pasó con”. Esa tecla era la que quería tocar yo .Por eso empecé y me dije voy a dibujarlos porque tengo la necesidad de fijarlos. Se dice que la fotografía es la mejor manera de ganarle a la muerte. Y yo digo yo te voy a atrapar y te voy a tener acá.
Me da la impresión que de todo lo que haces esto es lo que más te conmueve
Sí porque es infinito lo que puedo hablar de los locos, más bien de la circunstancia. Los locos disparan cosas del pueblo .Voy a seguir retratando gente de ahora que continúen al verlos ese efecto disparador de historias. Eso es lo que nos hace rochenses.



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