SE
PUEDE SALIR DE LA DROGA
LA
COMUNIDAD BERACA PRIMERA PARTE
ES UNA ONG
QUE ATIENDE A LOS AFECTADOS POR LA DROGA.
“UNA
BOCANADA DE AIRE FRESCO Y ESPERANZA EN UN MUNDO DONDE A VECES PARECE
QUE LA BATALLA ESTÁ PERDIDA”.
Hay ya
cuarenta y cinco centros o comunidades Beraca en el país. En muy
poco tiempo nuestra ciudad tendrá la suya. Es una ONG que ayuda a
salir de la droga, a quienes están en situación de calle, a madres
solteras, a gente que padece alcoholismo, marginación y violencia
doméstica.
La cabeza
principal es el Pastor Evangélico Jorge Márquez. “Es nuestro guía
espiritual”, dice Ricardo, uno de los encargados de las comunidades
en esta zona. Contó que hace muchos años Márquez conoció en
España las comunidades Remar. Con esa idea se fue formando de a poco
esta institución para ayudar a la gente más carenciada y
vulnerable.
Aiguá fue
el puntapié inicial. “Fuimos pioneros y comenzamos a extendernos.
Ya se cumplieron catorce años”, agrega Ricardo.
El Este
dialogó en exclusiva con Ricardo, Adrián un joven de 25 años y
Víctor Hugo también muy joven, hoy encargado de Beraca Aiguá.
Este es un
resumen de la entrevista. Es la primera parte. Habrá una segunda con
más información y duros testimonios como el de Adrián, que hoy
conoceremos.
Escribe
Juan José Pereyra
Ricardo
La droga
no tiene rostro, ataca tanto al que está arriba como al que está
abajo, actúa desde lo oculto. Todos somos testimonios de vida y una
demostración que, a través de las comunidades, se puede salir de lo
peor.
Estamos
trabajando muy fuertemente para tener una comunidad en Rocha. Venimos
una vez por semana y vemos los chicos en la calle, chiquilines, a
veces de hasta ocho años que se están drogando y se ven acá, en la
Plaza Independencia, en pleno centro. Vemos también gente que da
vuelta la cara y dice “estos drogadictos”, pero si esas personas
tendieran un poco la mano para ayudarlos, no habría tantos en la
calle.
¿Cómo
se financian?
Cuando
vienen los chicos se les habla, se les hacen entrevistas, varias,
pueden llegar a cinco entrevistas, para saber si la persona quiere
cambiar. Muchas veces en la mitad del proceso dejan y se van. Eso nos
duele muchísimo porque uno los quiere como quiere a un hijo .Lo que
se cobra es nada: son setecientos pesos por mes en alimentos no
perecederos al que pueda.
Para financiar la comunidad hacemos trabajo de granja, muchas
ciosas.Los chicos salen a vender alfajores, masas, paños de piso,
repasadores. Los chicos que salen a las calle son los que ya están a
punto de terminar el proceso de recuperación, son chicos que ya se
están ganando la confianza.
Víctor
Hugo
Cada
comunidad se sustenta de lo que produce. Por ejemplo, los paños de
piso son hechos dentro de las comunidades. Los fabrica una comunidad
Madre de Villa Española y nosotros los compramos y los revendemos.
Ahí se están sustentando dos comunidades a la vez, Beraca Madre en
Montevideo y Beraca Aiguá. En cada comunidad hay grupos líderes o
hermanos mayores que son los que se dedican a vender y todo se hace
con sacrificio. Nosotros tenemos cinco hectáreas en las que también
tenemos quinta y llevamos al pueblo verdura, acelga, remolachas,
zapallitos, tomates. Trabajamos, nos esforzamos en la quinta. También
tenemos panadería. Cuando se puede se compra el material para
producir y siempre seguimos invirtiendo después de sacar la
ganancia. Vale la pena, uno se siente lleno después que hace cada
una de esas cosas. Cuando llega un chico de la calle que no tiene
familia, que no tiene qué ponerse uno se siente bien cuando trabaja
y sale a vender para que a él no le falte nada.
Adrián
Tiene
veinticinco años y vivió en una familia con un padre alcohólico
donde había maltrato, agresión a la madre y él se dio cuenta que
eso
“no
era un hogar, un lugar donde poder confiar, hablar. Quería que no
existieran los fines de semana porque era cuando mi padre comenzaba a
tomar y ponerse cada vez más agresivo con todos nosotros. Empecé a
refugiarme en lo que había en la calle donde había también
adolescentes que huían de su casa .Ahí empecé con la marihuana.
Sentíamos que eso nos aliviaba un poco la amargura que teníamos en
nuestro corazón. De repente vi que no saciaba eso que sentía en mi
corazón. Al principio se siente un alivio, un descanso al cuerpo,
un escape, pero luego empieza a haber una dependencia. Uno cree que
siente alegría pero es un engaño, no es real. Como toda droga había
un proceso y empezamos a acercarnos a la cocaína que te permitía
salir a bailar y no cansarte en toda la noche. Tenía 16 años. Es un
mundo de engaño, uno siempre está mintiendo para tener dinero y
seguir consumiendo. Llegaba el fin de semana y mi compañera era la
sustancia. No era una chica, no era un amigo. Tenía un trabajo y
destinaba casi todo el sueldo a la droga y cada vez más iba
perdiendo las ganas, la concentración. Ya no quería trabajar
tampoco. En lo social cada vez más me fui quedando en el grupo que
estaba en la misma que yo, pensando sólo en consumir. Y llegó un
día que empecé a consumir pasta base y ahí fue el desplome. Tenía
18 años. Cuando me faltaba, sentía que me alteraba, me ponía
nervioso. La cocaína y la pasta base producen euforia, alegría,
placer y después se cae en un pozo. Es peor con la pasta base. Se
sube muy rápido, uno se siente súper poderoso, sin límites y de
repente todo se viene abajo y uno empieza a cuestionarse todo lo malo
que hizo para poder consumir desde robar a pegarle a la madre para
que le de plata…Y llega un momento en que nada ya importa. Y uno
dice ahora le doy a la droga hasta que reviente porque no se ve otra
cosa.”
Adrián
intentó comenzar una nueva vida. Se casó, dejó la droga pero muy
poco tiempo después volvió a caer.
“Le
hacía a mi esposa el mismo daño que mi padre le hacía a mi madre,
empecé a repetir la historia que viví en mi casa. Y lo hacía no
con el alcohol pero sí con la cocaína y la pasta base .El
matrimonio se destruyó. Para mí la vida pasó a ser una pipa y un
poco de pasta base. Me miraba al espejo y veía un cuerpo puro huesos
y una mirada sin vida. Un día le hablan a mi madre de la comunidad
Beraca y empecé a hacer las entrevistas con muchas resistencias de
mi parte hasta que las terminé. Me certificó un siquiatra. E
ingresé. Cuando veníamos en la ruta yo estaba desesperado buscando
un poco de vida en mí, ya no había más nada en mi. Estaba
desesperado por un poco de vida, por respirar un poco de aire puro.
Si había una esperanza para mí la iba a agarrar a dos manos. Quería
cambiar, despojarme de esa vida vieja. En Beraca empecé a conocer un
amor que todo lo llena en todo. Conocí gente que sin pedir nada a
cambio estaba dispuesta a ayudarte, a escucharte. Hace casi seis
meses que estoy libre de droga. He tenido mis luchas. Comprendí a
través de ellos que hay un período para sanar tu corazón , a darme
cuenta que lo que me llevó a aquello fueron las heridas que tenía
en mi corazón .Pude identificar la violencia que viví en mi casa y
a identificar esa área para que mi corazón pudiese ser sanado. Hoy
tengo esperanzas de que puedo salir adelante, que en el día de
mañana podré reintegrarme a un trabajo .Siento que hay esperanza
para mí. Agradecido a Beraca. Veo cómo ellos tratan de incluir a la
familia que es muy importante .Es un problema no sólo de la persona
sino también de la familia. Cuando en Beraca ven que quieres cambiar
empiezan a darte responsabilidades. Afuera nadie daba mucho por uno y
cuando veo chicos que siempre fueron marginados en la casa y en todos
lados veo al poco tiempo cómo van cambiando y eso te llena el alma”.
“Para
mí la vida pasó a ser una pipa y un poco de pasta base. Me miraba
al espejo y veía un cuerpo puro huesos y una mirada sin vida”.
“Estaba
desesperado por un poco de vida, por respirar un poco de aire puro”.
“Lo
que lo que me llevó a la droga fueron las heridas que tenía en mi
corazón”.
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