Juan Sosa
La casa de Juan
Pocas
veces nos hemos ocupado de quienes a través de los años le han ido
cambiando el perfil edilicio a esta frontera, demoliendo ranchos y
dando paso a confortables viviendas. Todavía no habían llegado los
planos ni los arquitectos, limitándose todo a los conocimientos
limitados de los albañiles, que iban aprendiendo sobre la marcha. En
esta larga lista de obreros especializados nos encontramos con Juan
Sosa, el responsable de un alto porcentaje de casas y locales
comerciales que se fueron levantando en distintos lugares de la
ciudad. Fue durante muchos años el “arquitecto” obligado, que
respondía con generosidad de albañil a todos los requerimientos de
la construcción fronteriza. Trabajador incansable, asumió siempre
la responsabilidad que requería cada obra, actuando con modestia y
sencillez, hasta que llegaron los años de la jubilación. Nació
del otro lado de la Internacional, pero sin renegar de su origen
norteño, rumbeó temprano para el Uruguay, trayendo en sus maletas
muchas aspiraciones, la necesidad de trabajar y 18 años recién
cumplidos. Debutó
en los depósitos de San Miguel y se fue arrimando despacio a la
aldea fronteriza, recalando finalmente en Casa Fernández de
carrocero con Rafael y Belarmino, en el mostrador se entreveraba
Manzanares y Elide, y el escritorio estaba reservado para Tomás
Corbo y Aldo Martínez. “Era una época de oro del comercio
fronterizo donde los mayores exponentes eran Carlos Calabuig, Mauro
Silva, Ramiro Núñez, Octavio Pereyra y Fernando Sequeira.
Comenzamos en la construcción con Honorio Santos, aprendiendo una
profesión que sería fundamental en nuestro futuro. También
trabajamos en campaña con Fernando Olivera en San Luis y en la
Coronilla con “Pipi” Uriarte hasta que la hepatitis nos hizo
rumbear para la frontera, tras una prolongada internación en el
hospital de Castillos. Ya en Chuy recalamos en casa de Honorio Santos
que habíamos conocido en Brasil. Buscando alguna profesión llegamos
a la carpintería de Enrique Piraine en territorio brasileño,
realizando trabajos secundarios. Al poco tiempo surge la construcción
con Honorio Santos, quien junto a Manuel Luna sobresalían entre los
albañiles locales. La primera casa que construimos fue para una
cuñada de Silvio Fossati y luego trabajando con Luna hicimos la
casa del Dr. Eladio Aristimuño, dando comienzo a una nueva etapa de
aprendizaje que en definitiva era lo que veníamos buscando. A los
pocos años nos largamos solos en pequeñas construcciones hasta que
llega el edificio del cine de Lassa y la casa del escribano Arimón,
que algunas modificaciones ocupa COMERO en la actualidad. Trabajando
en el edificio del cine para cerrar el cielorraso, se partió uno de
los tirantes de 8 X 8 y se nos vino todo abajo causando lesiones y
fracturas a varios obreros. También en algunas oportunidades tuvimos
que encarar obras comerciales para la familia Tone, Manolo Fernández,
Esquina Punto, los depósitos de Palmar y muchos otros que no
recordamos”. Pese a los años transcurridos (81) su extraordinaria
memoria nos va llevando a sus “colegas” del 50 y pico, Ramón
Rodríguez, Bibili Amaral, Nene Cardozo, Juan Uriarte y el frentista
Manuel Luna. Entre las casas construidas va recordando las de Daois
San Martin, Celestino Gómez, Rico Decuadra, Omar Vidal, Tomás
Corbo, y el maestro Leiza. Fue sin ninguna duda un visionario del
siglo pasado, que vislumbró el desarrollo edilicio que ponía en
marcha una nueva fuente de trabajo levantando paredes de terrón,
ladrillos, ticholos y bloques, que fueron colmando las expectativas
de los primeros adelantados que sin planos ni arquitectos se las
ingeniaba para ir construyendo casas y locales comerciales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario