viernes, 20 de septiembre de 2013

Dura carta abierta de profesora al presidente Mujica


Carta abierta enviada por la profesora Andrea Blanqué al presidente José Mujica publicada el jueves 25 de julio en el Semanario Búsqueda.







   Periodista, escritora y profesora de Literatura en un liceo público


          Carta abierta al Presidente Señor José Mujica.


 Qué poco sabe del Otro, señor Mujica. Aunque reconozco que tampoco los demás sabemos mucho de usted. De su período pre-tupamaro. He intentado conocer su curriculum. Busqué en Internet, pregunté. No fue fácil. Los uruguayos sabemos poco de su pasado.
Me interesaba conocer su historia como estudiante, el hecho de por qué dejó el liceo en un tiempo en que la educación uruguaya era un orgullo para América Latina, en este país que pagaba a un profesor trabajando esas "cuatro horas" lo mismo que a un parlamentario. Tal vez, desde su punto de vista, los gobiernos de otrora estaban equivocados. Y pagaban demasiado a sus docentes.
Volvamos a su perfil de estudiante. En internet aparece que usted fue al liceo y que luego se inscribió en el IAVA, supuestamente a cursar preparatorios (hoy 5°). Nada sabemos sobre su devenir académico, sobre por qué no culminó su bachillerato.
Pero entre los profesores corre este rumor: su entrada en el IAVA parecería haberse frustrado porque nunca aprobó una materia de 4°. ¿Es verdad, señor presidente?
Luego, muy poco sabemos de su trabajo —sin estudios—: sí se dice que usted militó en las filas del herrerismo. ¿Es verdad, señor presidente?
Podría pensarse que usted no estudió en nuestra gratuita Universidad de la República porque tomó las armas para hacer la Revolución. Pero en su etapa liceal, Cuba estaba muy lejos aún. Por cierto, sus ídolos, señor presidente, Ernesto Che Guevara y Fidel Castro, eran médico y abogado respectivamente. Una carrera universitaria no les impidió luchar por sus ideas.
Usted habla con desdeño de aquellos que hemos optado por estudiar, estudiar mucho, liceo, universidad, IPA, posgrados... Al economista Oddone le espetó no hace mucho tiempo una grosería.
No voy a olvidar nunca, señor presidente, que en un encuentro de liceales en Paso Severino, usted los arengó con una frase que —creo recordar— expresaba esto: "Si yo tuviera la edad de ustedes y estuviera en el liceo, le diría al profesor: Viejo, pa' qué me sirve lo que me estás enseñando".
Sus agresiones al cuerpo docente se han vuelto virulentas en los últimos tiempos. Decir que los profesores trabajamos cuatro horitas indica su profundo desconocimiento de como funciona un liceo público. (Claro, usted no tiene hijos, y los políticos allegados envían a los suyos a liceos privados).
Un profesor solo puede trabajar 20 horas de clase en la mayoría de asignaturas porque Secundaria topea su trabajo. Los profesores que llevan 35 años de docencia no pueden jubilarse, ya que lo harían con la mitad de su sueldo. Entonces el trabajo disponible se ralea.
Y usted ignora que ningún profesor da esas "cuatro horitas" de corrido. ¿Conoce lo que en la jerga docente se llaman "horas puente"? Son aquellas entre una clase y otra, una, dos o tres largas horas, durante las cuales el profesor permanece en el liceo: con frío, con hambre, con baños sucios.
En esas horas, atendemos padres o alumnos con graves conflictos. Planificamos "tolerancias", hacemos planillas, "libretas" de asistencia y calificaciones. ¿Sabe qué es una evaluación con "tolerancia"?
Y los fines de semana, en nuestra casa, corregimos auténticas torres de escritos, de ejercicios. Y estudiamos. ¿Sabe, señor presidente, que los profesores estudiamos toda la vida, porque, por ejemplo, cambian los programas, las tendencias pedagógicas? ¿Sabe, señor presidente, que los escritos y parciales ya no son como cuando usted iba al liceo? Ahora los profesores, en nuestra impresora, o en el Cyber, hacemos propuestas creativas de evaluación: crucigramas, múltiple opción, sopa de letras, videos, etc. Las fotocopias para los estudiantes son subvencionadas por ese salario que usted considera excesivo. Las reuniones trimestrales duran a veces 12 horas. También las mesas de exámenes. Sin un café.
Qué poco sabe usted de nosotros, los profesores. Yo estudié y trabajé toda mi vida, porque creo que el mundo mejora así, señor presidente. Yendo a clase todos los días, preparando los exámenes con ahínco, escuchando a los profesores, que tanto sabían y que me dieron tanto.
Es otra opción de vida que la que eligió usted, evidentemente. Pero en realidad, sé bastante poco de la suya.

Andrea Blanqué
Cl 1.154.910-4
Periodista, escritora y profesora de Literatura en un liceo público

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