El espacio está estructurado en tres secciones que abordan las Creencias tradicionales, el Florecimiento cultural y el Intercambio comercial a través del famoso Galeón de Manila, que por más de 250 años navegó desde Filipinas –donde se concentraban las mercancías de gran parte de Asia– a México.
En el primer núcleo temático, detalla la especialista, destaca la concepción de la vida y la muerte, que se ilustra con ofrendas funerarias que se fueron modificando según las dinastías que gobernaron el imperio chino. Aquí se exhiben esculturas de cerámica vidriada y bronces rituales que se usaban para colocar las ofrendas de alimentos, de vino o de agua.
“Hay más de 54 tipos de bronces según la función que cumplían y son piezas extraordinarias por las técnicas con las cuales se elaboraron tres mil años atrás”, resalta.
Se presentan también ofrendas de figuras humanas y recipientes de diseños zoomorfos que acompañaban a los muertos hacia su otra vida. Entre ellas están dos famosos Guerreros de terracota, que reciben al visitante en la sala.
“Otro elemento distintivo de la cultura china son los jades, a los que les han atribuido poderes curativos, de larga vida y de inmortalidad. Una pieza extraordinaria que ilustra esta idea es un traje mortaja elaborado con más de 2 mil 500 placas de jade unidas con hilos de oro. Se trata de la mortaja del príncipe Liu Sheng, de la dinastía Han del Oeste (206 a.C.- 8 d.C.)”, explica.
La segunda sección Florecimiento cultural ofrece un momento histórico muy importante para China, cuando se estableció la ruta de la seda, en el siglo II antes de nuestra era, y que ligó el imperio romano con el chino por más de 4 mil 500 kilómetros a través del desierto y por donde circularon varias mercancías, entre ellas la seda, que fue invento chino y cuya técnica, desconocida por siglos, era muy apreciada.
Explica la investigadora que se presentan objetos bordados con hilos de seda, que en China es considerado Patrimonio Intangible, por la calidad y delicadeza de su trabajo:
“Para ilustrar dicha técnica se exhibe una pantalla decorativa con un paisaje bordado a mano, que por el cuidado en los detalles y la delicadeza del trabajo semeja una pintura. Le llaman bordado mágico porque tiene dos caras: sobre una tela de seda delgadísima se bordan imágenes por ambos lados y a veces la que aparece en un lado es diferente a la del otro. Esta pieza es característica de los bordados de Suzhou”.
Como parte del florecimiento cultural emblemático de China están las llamadas artes del pincel: la caligrafía, la pintura y la poesía, que se sustentan en otros grandes inventos de los chinos, como el papel, los pinceles y la tinta. Como ejemplo, se exhiben dos tableros de madera que ilustran el proceso de creación de la seda y el papel.
La tercera sección se compone de las aportaciones chinas que se obtuvieron mediante el intercambio comercial, como la porcelana, inventada y desarrollada por los chinos desde milenios atrás y que llegó a producirse en Occidente hasta finales del siglo XVIII.
“La porcelana fue uno de los productos que tuvo gran influencia en la talavera de Puebla. En la sala se exhibe un jarrón y una tarja (siglo XVIII), préstamo del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, que ilustran cómo influyeron las porcelanas chinas en la forma, diseño y color de estos objetos.”
También se exponen otros ejemplos de piezas de porcelana que se elaboraban siguiendo los modelos de los bronces, como un incensario de la dinastía Ming (1573-1620), además de otras piezas como platos, soperas, un tibor y un ánfora, del siglo XIX, de porcelana polícroma.
Entre el conjunto de piezas figuran tanto objetos originales de los museos nacionales de las Culturas y de Historia, como algunas réplicas de objetos considerados tesoros nacionales de China. “Lo único que los hace diferentes es el momento en que fueron elaborados, porque se hicieron con los mismos materiales y técnicas de la antigüedad”, especifica.
Estas reproducciones fueron donadas por la República Popular China en 2010 al gobierno de México para conmemorar el centenario de la Revolución y el Bicentenario de la Independencia. Algunas más fueron donadas por la Presidencia de México.
Seligson informa que la sala de China no se había renovado desde que se abrió el museo, hace 48 años.
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