miércoles, 18 de diciembre de 2013

“L O S R I N O C E R O N T E S”. Por Julio Dornel.

                                                      Escritor y periodista Julio Dornel

No es la primera vez que el tema de la violencia en esta ciudad, merece un espacio en nuestros comentarios, para plantear una situación reiterada que se manifiesta de ambos lados de la línea divisoria preocupando seriamente a las autoridades.
Esta situación que está denunciando un cambio en el comportamiento de algunos sectores de la población y que viene generando diversas movilizaciones de las fuerzas vivas está demostrando además de la gravedad, la falta de respuestas que deberían poner coto a estos hechos delictivos.
Será necesario que la población tome conciencia de que estas cosas pueden suceder en cualquier hogar fronterizo.
Nadie está libre de vivir situaciones de violencia, aunque por lo general mientras las cosas se desarrollan fuera de nuestro entorno somos meros espectadores y hasta miramos con indiferencia los problemas ajenos. Si tenemos salud, vivienda y trabajo nos sentimos “casi realizados” y resulta muy difícil que nos detengamos a pensar en las injusticias que se cometen diariamente, ni en la posibilidad de que en cualquier momento podamos perder estas cosas que hoy nos tranquilizan.
Hace algunos años en otro medio de comunicación publicábamos una dramática pieza de Ionesco que se refiere precisamente a la indiferencia con que algunas veces observamos algunos acontecimientos. La pieza hace referencia a la vida tranquila que transcurría en un pequeño pueblo francés hasta el día que aparece un rinoceronte caminando tranquilamente por la calle.
Si bien se trataba de un hecho insólito porque el pequeño pueblo no tenía zoológico, los habitantes no tomaron ninguna medida y comenzaron a discutir sobre la procedencia del animal. Al otro día algunos habitantes comenzaron a sentir algunos malestares físicos y manchas en la piel, emitiendo sonidos guturales muy distintos a los humanos.
Recién en ese momento empiezan a preocuparse, surgiendo la idea de que tenían que aislar a las personas afectadas para evitar el contagio. Pero en forma simultánea surgen nuevos rinocerontes y por extraño que parezca comienzan a organizarse para destruir el pueblo.
Como algunos habitantes todavía no se habían contagiado, terminaron convenciéndose de que a ellos no les iba a suceder nada y por la tanto no tomaron ninguna actitud. Los otros por su parte se fueron resignando y aceptando la situación como algo normal.
Mientras otros siguen discutiendo, los rinocerontes se van multiplicandos y la población se va acostumbrando a observar cómo los rebaños recorren las calles destruyendo todo lo que encuentran a su paso. Todo continuaba dentro de la “normalidad” hasta que un vecino enciende la radio y solamente escucha los ya conocidos sonidos guturales de los rinocerontes.
Lo primero que hace es llamar a la policía para denunciar el hecho, pero le responden con el mismo lenguaje. Recién en ese momento se da cuenta de que el pueblo estaba en manos de los rinocerontes…pero ya era demasiado tarde.
Como señalamos al principio se trata de una magnífica obra de Ionesco que nos hace pensar en los pequeños problemas o situaciones que surgen diariamente y a los cuales no les damos importancia porque todavía no están en nuestro entorno. Si ponemos atención en el relato de Ionesco, podemos asociarlo con situaciones que se están viviendo en nuestra ciudad con otros rinocerontes. No podemos negar a esta altura de los acontecimientos, que estamos viviendo una época de extrema violencia, y sobre todo de un desprecio total por la vida humana. Son las tragedias cotidianas que no vemos o no queremos ver.

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